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Retrato del General Pedro Santana Obra de Tuto Báez

Cuando la República Dominicana quiso seguir siendo parte de España

En la recién creada República Dominicana existía un temor de invasión de su territorio por parte de Haití

El 18 de marzo de 1861, frente a la catedral de Santo Domingo, el presidente de la nueva república proclamó de forma unilateral la anexión de a España, de la que se había separado hacía quince años. Este hecho, no fue ni el principio de su anexión ni el final, la isla de La Española a la que había llegado Colón hacía ya cuatro siglos, sufría problemas económicos y una fuerte amenaza militar de su vecino, que anhelaba unificar la isla bajo una sola nación. En este contexto, la República Dominicana volvió a ser parte de España durante casi dos años, como un territorio de ultramar. ¿Por qué?

La Dominicana había conseguido su independencia el 27 de febrero de 1844, y se había constituido en una república. Más de dos décadas antes, Núñez de Cáceres había declarado el «estado independiente del Haití español», que desde 1822 dominó toda la isla hasta que un levantamiento propició la creación de la República Dominicana.

Estos eran los antecedentes históricos recientes de la isla, pero a esto se sumaron, a partir de la mitad del siglo XIX, los problemas económicos y un temor a una invasión de su territorio por parte de Haití. Mientras, la España de Isabel II todavía no se había recuperado de la emancipación de los territorios americanos, había inestabilidad política y el final de las guerras carlistas estaba muy reciente.

Con este panorama a ambos lados del Atlántico, Pedro Santana, presidente dominicano, consiguió que España se tomase en serio su proclamación unilateral de anexión a la Corona española, aunque su decisión provocó una serie de protestas a lo largo del país.

De la unión a la guerra

«Arduo negocio se nos viene encima», escribió el cónsul español en Santo Domingo. A lo largo del mes siguiente a la proclamación, la noticia llegó a España a través de La Habana, cuyo Capitán General se había mostrado partidario de los planes de unificación. Sin embargo, en la Península las opiniones eran diversas, mientras el presidente del gobierno, Leopoldo O’Donnell, mostró interés en la anexión, el ministro de Estado Saturnino Calderón Collantes temía las consecuencias que pudiera ocasionar.

Al final, el 19 de mayo de 1861, el gobierno de España aprobó un real decreto en el que se decía que «el territorio que constituía la República Dominicana queda reincorporado a la Monarquía». Además, dictaba que el Capitán General Gobernador de la isla de Cuba sería el responsable directo de la ejecución del decreto. Una vez formalizada la anexión como territorio de ultramar, Santana fue ascendido a teniente general del ejército español y pasó de ser presidente de su nación a nuevo Capitán General de Santo Domingo.

Torre del Homenaje de Santo Domingo sobre la que ondea una bandera española tras la anexión en 1861

Además, se le concedió el título de marqués de Las Carreras, como reconocimiento de sus acciones militares en batalla contra los haitianos. Pero la idea del protectorado se trasformó desde el inicio en un modelo mucho más parecido al de Cuba y Puerto Rico.

Los dos años siguientes, Pedro Santana realizó varios intentos de reforma para mejorar la situación económica, comercial y política, sin mucho éxito. A esto se sumaron nuevas disputas fronterizas con Haití, porque en junio de 1862 se expulsó a los colonos haitianos para garantizar cierta seguridad a los dominicanos que vivían en la frontera. El problema es que muchos de los haitianos llevaban décadas viviendo en la zona junto a los dominicanos, y la expulsión provocó un descontento generalizado que tendría sus efectos.

En febrero de 1863, surgió un levantamiento general que exigía, de nuevo, la restauración de una nación dominicana. Santana sofocó el alzamiento y ejecutó a los cabecillas, a pesar de que el gobierno de España había aprobado una amnistía general. Esto empeoró la situación y la oposición a Santana creció entre los dominicanos. En el verano de ese mismo año, la rebelión se extendió por varias ciudades y pueblos del norte. Los rebeldes crearon un nuevo gobierno provisional opuesto a Santana. Había comenzado una «Rebelión restauradora» que declaró la guerra por tierra y por mar a España.

Así empezó una guerra en la que los problemas políticos en España —con cinco gobiernos en lo que duró este proceso— no ayudaron a que los esfuerzos militares españoles en la isla dieran los resultados esperados. La contienda fue cruenta, y bien merece un artículo, pero la magnitud puede verse en las cifras de fallecidos.

En torno a 13.000 militares españoles murieron, más de la mitad de los efectivos enviados, aunque otros historiadores aumentan esa cifra. El nuevo gobierno de España, encabezado por Narváez, suspendió las operaciones militares en la isla en 1864, y un año después anunció que la anexión quedó derogada. La República Dominicana era de nuevo una nación independiente.