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29 de abril de 2024

Thierry Solère, el Rasputín de Macron

Thierry Solère, el Rasputín de MacronAFP

Elecciones en Francia

Thierry Solère, el 'Rasputín' de Macron

Combina el escaño parlamentario con un despacho en el Elíseo, desde el que pilota la explosión de la derecha clásica. Hasta ahora, con éxito

Lo propio de un país centralizado en el que el jefe del Estado concentra el grueso del Poder Ejecutivo es que disponga de un plantel de asesores tan discretos como influyentes y, sobre todo, sin escrúpulos.
La Francia de la V República es el prototipo de ese modelo: Jacques Foccart en tiempos de De Gaulle, Pierre Juillet y Marie-France Garaud durante la presidencia de Pompidou, Victor Chapot con Giscard d’Estaing o Jacques Attali y Michel Charasse –algo menos discretos, es verdad– durante el largo período mitterrandiano.
Foccart ideaba golpes de Estado en el África francófona, Juillet y Garaud obraron sin descanso hasta conseguir el cese del primer ministro Jacques Chaban-Delmas, Chapot era el tesorero oficioso y enumerar los golpes bajos ejecutados por Charasse o las actividades de Attali llevaría páginas enteras. Lo mismo se podría decir de otros personajes de las siguientes presidencias.
Ninguno, sin embargo, se vio en la tesitura de llevar a cabo una misión similar a la encomendada a Thierry Solère (Nantes, 17 de agosto de 1971) por Emmanuel Macron: poner en marcha el paulatino transfuguismo de figuras de la derecha clásica hasta dejarla inoperante.
El elegido es la persona idónea. En primer lugar porque fue uno de los primeros en cambiar de bando poco después de la primera victoria del actual presidente. Pero su principal baza es su conocimiento exhaustivo del partido Los Republicanos, de sus entresijos y de la psicología de sus dirigentes; no en vano fue el encargado de organizar las primarias de 2017, vencidas por François Fillon, y origen de la caída en picado de la formación que más tiempo ha gobernado Francia desde 1958.
Solère actuó en dos tiempos: esperó a que los escándalos terminasen de fagocitar la campaña de Fillon para abandonar la nave y a los tres meses de la llegada de Macron al Elíseo se unió sus filas.
El presidente pasó por alto las trece imputaciones (desvío de fondos públicos, tráfico de influencias, corrupción…) que aún pesan sobre Solère y en el otoño de 2020, tras la severa derrota de La República en Marcha (el partido presidencial) en las municipales se hizo con sus servicios.
El objetivo era intensificar la gran operación estratégica de su mandato: destruir a Los Republicanos por arriba. Solère dispuso de una ventaja logística: compaginar su escaño del Parlamento con su despacho de la segunda planta del Palacio del Elíseo.
Y la ha sabido utilizar con provecho, sobre todo en el sur, pues entre sus fichajes recientes figuran los alcaldes de Niza –el histórico sarkozysta Christian Estrosi– y Tolón así como el presidente de la región (Provenza Alpes Costa Azul y ex ministro de Jacques Chirac, Renaud Muselier.
Los 4,79 % obtenidos por Valérie Pécresse en la primera vuelta de las presidenciales avalan la iniciativa de Macron y Solère. Sin embargo, la necesidad para el presidente-candidato de seducir a los votantes de izquierda de cara a la segunda vuelta podría disuadir a cargos conservadores de ceder a los cantos de sirena de Solère, un profesional de la seducción política.
Además, el peculiar asesor se enfrenta al dilema de impedir que el ex primer ministro Édouard Philippe reconstruya el ala derecha de la mayoría macroniana. Solère tendrá que aplicar cirugía fina.
Si la maniobra fracasa, el asesor es lo suficientemente astuto como para replegarse en su actividad de consultor de empresas y urdir maniobras desde otros ámbitos. Siempre está en forma para conspirar.
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