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06 de mayo de 2024

Aquilino Cayuela
Aquilino Cayuela

El matrimonio de conveniencia del Grupo Wagner y Putin

El presidente de Rusia quiere evitar que los altos mandos del Ejército alcancen un excesivo poder

Actualizada 04:30

Yevgeny Prigozhin y Vladimir Putin

Yevgeny Prigozhin y Vladimir PutinPaula Andrade

Muchos observadores consideran que desde primeros de mayo está surgiendo una grieta importante entre Wagner y el Kremlin. Yevgeny Prigozhin, el líder del grupo Wagner protestaba en un video contra Sergei Shoigu, el ministro de Defensa ruso, y contra el jefe del Estado Mayor y el jefe de las fuerzas rusas en Ucrania.
Pero dos días después, Prigozhin se retractó de su amenaza de sacar a Wagner de Bajmut e intentó presentar la situación como resuelta satisfactoriamente a su favor.
Rusia ha contado con fuerzas militares informales y negables desde la época de Stalin, por eso para entender la fuerza relativa de Prigozhin y Wagner en Rusia es necesario considerar cómo ven este grupo algunas partes del Estado ruso: la Agencia de Inteligencia Militar, conocida como GRU; el ejército en general; la agencia de seguridad del Estado (el FSB) y el propio Putin.

El uso de empresas militares privadas es un frecuente en guerras recientes

El uso de empresas militares privadas es un frecuente en guerras recientes, por ejemplo, Estados Unidos había recurrido a contratistas privados en Irak, como la famosa empresa Blackwater que operó hasta septiembre de 2007, en que el Gobierno iraquí les retiró temporalmente la licencia por la muerte de 17 civiles.
Estos efectivos encubiertos que utilizan las naciones en sus conflictos armados no suponen nada nuevo en la historia militar. Tuvieron su auge en la guerras tardo medievales y en los albores del tiempo moderno. Encontramos compañías de mercenarios que asolaron las tierras francesas y otras regiones de Europa durante la Guerra de los Cien Años; también las «Condottas» de la Italia de los siglos XIV, XV y XVI; los lansquenetes en los conflictos religiosos de los siglos XVI y XVII, junto a distintos contingentes de mercenarios que devastaron distintas zonas de Europa central hasta el final de la Guerra de los Treinta Años, con el establecimiento de la Paz de Westfalia.
En el siglo XX, la Rusia soviética más que de mercenarios se sirvió de numerosos aventureros y agentes exteriores subversivos para promover la Tercera Internacional (la Komintern). Durante la Guerra Civil Española fueron muchos los agentes, especialistas y mandos militares que vinieron a dirigir el ejército republicano, principalmente miembros de la Inteligencia Militar (GRU) y numerosos combatientes directos.
Estos consejeros militares en la España republicana usaban seudónimos como: Yan Berzin («Grishin» y «Donizetti»), entre 1936-1937; Grigory Stern («Sebastián», «Grigoróvich»), en 1937-1938, o Kuzmá Kachánov, en 1938-1939. Esta colaboración fue decisiva para el Ejercito Popular en el que participaron V. Górev, K. A. Meretskov, B. M. Simonov y el controvertido Gálicz. Algunos de ellos cayeron más tarde víctimas de las purgas de Stalin.
En total la intervención militar rusa encubierta en la guerra española alcanzó un número de 250 asesores y especialistas y más de 2.100 combatientes.
Para el actual Servicio de Inteligencia Militar ruso (o GRU por sus siglas) esta experiencia de la Guerra Civil Española ha sido su justificación para su apoyo a las fuerzas de Wagner en Ucrania, donde la narrativa del Kremlin mantiene estar luchando de nuevo contra fascistas y nazis.
Un detalle, al respecto, es que es que los Wagner tienen su propio coronel «Xanti», mote que adoptó Dimitry Utkin para dirigir a mercenarios rusos, en Siria. El original «Xanti» fue el general Mamsurov, quien luchó en el bando republicano desde octubre de 1936 hasta septiembre de 1937 camuflado bajo la identidad de un hombre de negocios macedonio. Fue consejero de las unidades militares en la defensa de Madrid, asesor de la 35 División, y organizador en el XIV Cuerpo de Guerrilleros, por lo que Hemingway lo cita colateralmente en Por quién doblan las campanas.
El GRU ha desempeñado un papel destacado en los orígenes de Wagner, y las razones residen en las tumultuosas reformas que afectaron a la inteligencia militar sobre todo con el mandato de Anatoly Serdyuko, ministro de Defensa de 2007 a 2012. En estos años el ministerio había intentado reducir el papel del GRU. Su sucesor, Shoigu, es quien cambió de rumbo destinando nuevos recursos y competencias al GRU.

El factor Putin

Sin embargo, el factor más importante para que Prigozhin, el líder de Wagner siga desempeñando un papel tan decisivo en Ucrania es la voluntad del propio presidente Putin.
La explicación está, según los observadores, en la complicada relación que Putin mantiene con los militares rusos. Durante sus primeros años en el poder, su mayor reto fue mantener a los militares bajo control. En la Federación Rusa, con uno de los ejércitos más grandes del mundo, y con un vasto país donde todo se hace internamente, los militares tienen la tradición de asegurarse de que el mundo exterior sepa lo menos posible sobre sus actividades.

Para Putin, Prigozhin no supone ninguna amenaza política

Putin quiere evitar el malestar de su ejército, con un desgaste que ha dejado directamente a Wagner y, a un tiempo, el que los altos mandos alcancen un excesivo poder. Sin embargo, para Putin, Prigozhin no supone ninguna amenaza política porque no cuenta con respaldo dentro de la élite rusa.
El contrapeso para Wagner, además de su protagonismo en esta campaña, es que ellos están gastando más munición que el resto de las unidades rusas en su avance en Bajmut.
El riesgo es que, si las cosas se tuercen en el campo de batalla, donde Wagner ha sacrificado miles de vidas humanas y material de guerra, podría empezar a verse como un colosal despilfarro de recursos. Por el momento se trata de una situación en la que todos salen ganando.
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