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28 de marzo de 2024

AME2682. BRASILIA (BRASIL), 29/05/2023.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, acompañado de la primera dama, Janja Lula da Silva (d), recibe a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, y a la primera dama, Cilia Flores, hoy, en el Palacio do Planalto, en Brasilia (Brasil). Maduro se encuentra en una visita oficial para participar en una cumbre convocada por Lula da Silva en la cual se reunirán 10 presidentes de países sudamericanos y un representante del gobierno peruano. EFE/ André Coelho

Cilia Flores y Nicolás Maduro en el Palacio de Planalto con Luiz Inacio Lula da Silva, y su mujer Janja Lula da SilvaEFE

Sudamérica

Lula, con Maduro, intenta reflotar y rebautizar el barco bolivariano hundido de Unasur

El presidente de Brasil reúne a los presidentes sudamericanos, incluido Nicolás Maduro, con la excepción de Dina Boluarte, para forzar otro proyecto de integración regional

Se ha intentado en varias ocasiones y a la larga, nunca ha dado resultado. La sopa de letras empezó con el Pacto Andino, transformado en Comunidad Andina; luego vino el Mercosur (Mercado Común Suramericano), más tarde la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), luego Unasur y la penúltima fue, Prosur.
Algunas de estas iniciativas, pese a ser barcos naufragados, siguen, aunque mortecinas, oficialmente con vida. El factor ideológico es, en buena medida, el que ha terminado hundiendo estos proyectos. Lula pretende, al menos en teoría, despojar de esa carga a la cumbre que levanta hoy el telón en Brasilia.
El presidente de Brasil, dispuesto a ejercer un liderazgo regional (el de mediador en la guerra de Ucrania le ha fallado) ha invitado a este foro a los presidentes de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela (Maduro ya está en Brasil). Con la excepción de Dina Boluarte, que no está para subirse mucho a un avión y además necesita el permiso del Congreso para salir del país, el resto han confirmado su asistencia.

A puerta cerrada

La reunión se celebrará casi en su totalidad a puerta cerrada para evitar filtraciones que modifiquen el objetivo de la misma. Es sabido que cuando se retransmiten, algunos dirigentes aprovechan para lucirse con discursos mediáticos que dejan en un segundo plano los verdaderos contenidos.
El canciller brasileño, Mauro Vieira, intentó despejar el fantasma que sobrevuela este foro al declarar que, oficialmente, no se trata de una cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas. Conocida por sus siglas, Unasur, fue fundada en 2008 –informa Efe– y dominada durante su existencia por el sector bolivariano que comando Hugo Chávez con el séquito formado por Rafael Correa, Evo Morales y el «eje del mal» del socialismo siglo XXI y kirchnerista de esos años.
Unasur, a la que Argentina y Brasil acaban de reintegrarse tras el portazo de Mauricio Macri y de Jair Bolsonaro, sigue con la Bolivia de Luis Arce y Evo Morales como miembro más, Guyana, Perú y Venezuela.
Según Vieira, en Brasilia se buscará identificar «coincidencias» y «no diferencias», y discutir «iniciativas concretas» en diversas áreas, como «infraestructura física» y «seguridad fronteriza», en un diálogo de alto nivel «libre de cargas ideológicas».
El actual mapa político sudamericano es bicolor, aunque con una cierta mayoría de izquierda. El caso más extremo es el de la dictadura de Nicolás Maduro y el más moderado, el del propio Lula. A mitad de camino se encuentran Gustavo Petro, Gabriel Boric y el inefable Alberto Fernández que, tras el fracaso de su gestión (y el rechazo de Cristina Fernández), ha renunciado a presentarse a la reelección en diciembre.
En el ala de la derecha moderada o liberalismo, el que mejor resiste es Luis Lacalle Pou en Uruguay, mientras el ecuatoriano Guillermo Lasso ha convocado a elecciones anticipadas para esquivar un juicio político en el que tenía todas las de perder. En Paraguay, Mario Abdo Benítez le pasará el testigo a otro «colorado», Santiago Peña.
Se trata, según dijo el ministro brasileño y recoge Efe, de abrir un «conversación franca y directa» para discutir «iniciativas concretas» en diversas áreas, como infraestructura física y seguridad fronteriza, en un diálogo de alto nivel «libre de cargas ideológicas». La voluntad expresada es ésta, pero la realidad que saldrá de esta cumbre, posiblemente sea otra.
La búsqueda de la integración sudamericana es un desafío histórico. En 1969, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú crearon el Pacto Andino que luego sería la Comunidad Andina. Venezuela ingresó después, aunque hoy está apartada, y Chile lo abandonó en 1976.
En 1991 surgió Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, más siete países asociados) y en el 2000 fue convocada la primera cumbre sudamericana, que reunió también en Brasilia a los presidentes de los doce países, convocados por el entonces mandatario brasileño Fernando Henrique Cardoso.
De esa primera cumbre nació la ambiciosa Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), que incluye planes para cientos de obras de interconexión física que, en su gran mayoría, 23 años después siguen inconclusas o ni siquiera empezaron.
La IIRSA fue asumida por Unasur en 2008 y despreciada a partir de 2019, cuando la mayoría de la región se alejó del bloque que dominaban los gobiernos bolivarianos y de izquierdas. El cambio de ciclo les llevó a formar Prosur, un foro impulsado por los gobiernos del colombiano Iván Duque y el chileno Sebastián Piñera que logro reunificar a una docena de países y como le pasó a Unasur, hoy su actividad y eficacia es nula.
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