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Manifestantes disparan horcas contra la policía durante el cuarto día de protestas a nivel nacional contra la decisión del gobierno de suspender las negociaciones para la adhesión a la UE en Tiflis

Manifestantes disparan fuegos artificiales contra la Policía en Tiflis, GeorgiaAFP

Georgia teme convertirse en la próxima Ucrania mientras se alarga la sombra de un Euromaidán 2.0

El país lleva protagonizando manifestaciones multitudinarias desde que el pasado jueves el Ejecutivo anunciara su decisión de congelar las conversaciones para la adhesión a la Unión Europea

Las protestas multitudinarias siguen asolando a Georgia. Durante seis jornadas consecutivas, la capital Tiflis ha sido escenario de una batalla campal entre las fuerzas del orden y los manifestantes, que han llegado a utilizar cohetes artificiales contra los policías, hiriendo al menos a 125 personas, según fuentes del Ministerio del Interior. Asimismo, más de 300 personas han sido detenidas en los últimos cuatro días por condenar la decisión del Gobierno, liderado por el partido Sueño Georgiano, de suspender las negociaciones de adhesión a la Unión Europea (UE) hasta, al menos, 2028.

Una situación prácticamente idéntica prendió la llama hace ya más de diez años en Ucrania y precipitó lo que se bautizó como Euromaidán. Miles de ucranianos se echaron a las calles para protestar contra la decisión del entonces presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich —aliado de su homólogo ruso, Vladimir Putin—, de suspender el Acuerdo de Asociación con la UE. Los manifestantes terminaron por acampar en la Plaza de la Independencia, en Kiev, hasta que el Ejecutivo ucraniano diera marcha atrás, pero lo que empezó como una concentración pacífica se convirtió en tres meses de una auténtica guerra de guerrillas entre los europeístas y las fuerzas del orden ucranianas.

Ahora la sombra de un Euromaidán a lo georgiano se alarga sobre la antigua república soviética que sufre una grave inestabilidad política. Los georgianos han protagonizado protestas masivas de manera intermitente a lo largo de todo el año. El pasado mes de mayo, decenas de miles de personas tomaron Tiflis para mostrar su desacuerdo con la ley sobre agentes extranjeros aprobada por el partido gobernante Sueño Georgiano. Una normativa que, según denuncia la oposición, es de clara influencia rusa y pretende acabar con la libertad de prensa.

Este polémico proyecto de ley obliga a todas las organizaciones que reciben más del 20 % de su financiación del exterior a que se registren como agente de influencia extranjera. En caso de no hacerlo, se enfrentarán a sanciones o, incluso, a un posible cierre de la organización, esto incluye a ONG y medios de comunicación. Bruselas ya advirtió al Gobierno de Tiflis en el mes de mayo de que Georgia se estaba alejando del camino de la UE y poniendo en peligro su adhesión al bloque comunitario. Tras varios meses de relativa calma, este pasado mes de octubre, la tensión volvió a sacudir al país del Cáucaso, tras la celebración de las elecciones parlamentarias.

Sueño Georgiano, con el excéntrico oligarca prorruso Bidzina Ivanishvili al frente, ganó los comicios con el 53 % de los votos, frente al bloque opositor Coalición para el Cambio, con el 11,17 %. Sin embargo, la oposición denunció fraude electoral y nuevamente miles de georgianos salieron a las calles para exigir la repetición de elecciones. Pero, la última gota que ha colmado el vaso ha sido, sin duda, la intención del Ejecutivo de retrasar la entrada de Georgia en la UE. El primer ministro, Irakli Kobakhidze, justificó esta polémica decisión, acusando a Bruselas de «chantaje» y aseveró que el país entrará en el bloque comunitario «con dignidad».

Una hoja de ruta que contradice a la propia Constitución del país del Cáucaso que establece que «los organismos constitucionales deberán tomar todas las medidas dentro de sus competencias para asegurar la completa integración de Georgia en la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte». En esta línea de malestar ciudadano, más de un centenar de diplomáticos georgianos en activo firmaron una carta abierta condenando la suspensión de las conversaciones con la UE, mientras que el embajador de Georgia en Estados Unidos, Irakli Kobajidze,y la embajadora en República Checa, Tea Maisuradz, han llevado su pulso contra el Ejecutivo más allá y han anunciado su dimisión.

Washington, por su parte, ha mostrado su apoyo a la oposición y a los miles de protestas georgianos y decidió suspender su acuerdo de asociación con Tiflis. Estados Unidos, en boca del portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, acusó al partido gobernante Sueño Georgiano de llevar a cabo «acciones antidemocráticas» y «alejarse de la ruta Euro-atlántica». Por su parte, la nueva alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, advirtió este domingo al Gobierno de Tiflis de que su decisión «tendrá consecuencias directas», sin aportar más detalles.

Asimismo, los países bálticos –Estonia, Letonia y Lituania–, que han sufrido en sus propias carnes la injerencia rusa, impusieron sanciones al líder de Sueño Georgiano y otros diez miembros del Gobierno por la represión en las protestas de estos días. De hecho, este lunes, la presidenta del país, Salomé Zurabishvili, alertó de «una escalada preocupante» de la violencia por parte de las autoridades georgianas. «Apenas habían comenzado las manifestaciones pacíficas cuando han empezado las medidas represivas. Esto supone un ataque a la libertad de expresión y al derecho a protestar: se violan derechos básicos, por no hablar de la forma en que se detiene a las personas y de cómo se las trata una vez detenidas», denunció en su cuenta de X, antes Twitter.

Zurabishvili –que se niega a abandonar el cargo el próximo 14 de diciembre–, aseguró, además, que las movilizaciones a lo largo de todo el país no dan muestras de «parar», el Ejecutivo tampoco da su brazo a torcer, lo que hace temer una escalada de tensión como ya ocurrió en Ucrania en 2013. De hecho, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que «el paralelo más directo es lo ocurrido en el Maidán en Ucrania. Se dan todos los indicios de que se intenta de organizar una Revolución Naranja». Georgia presentó formalmente su solicitud de adhesión a la Unión Europea en marzo de 2022, tras la invasión rusa de Ucrania.

Casi el 80 % de la población apoya la integración del país en el bloque comunitario, según una encuesta publicada por el Instituto Nacional Demócrata y el CRRC Georgia el pasado mes de diciembre. Aun así, en una aparente contradicción, el país del Cáucaso también acusa una gran influencia rusa, país con el que protagonizó un conflicto armado en 2008 y del que surgieron las autoproclamadas repúblicas prorrusas de Osetia del Sur y Absajia. Todos estos componentes convierten a Georgia en un polvorín a punto de estallar.

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