El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con la tabla de aranceles
Cronología de los momentos que pasarán a la historia en la guerra de aranceles desatada por Trump
Donald Trump regresó a la Casa Blanca dispuesto a una cosa: recuperar el papel esencial de Estados Unidos en la economía mundial y superar la enorme deuda que les acecha, para lo que decidió «castigar» a todos los países que, según él, han estado aprovechándose de ellos en estos últimos años. De cara a lograr dicho objetivo, el presidente ha dejado claro que los aranceles son su herramienta principal para reestructurar las relaciones comerciales internacionales.
Sin embargo, a medida que el conflicto ha avanzado, las tensiones se han multiplicado, con represalias y medidas de contrapeso que mantienen en vilo a la economía mundial, cuyos mercados están sufriendo duros reveses. Lo que parecía ser una lucha centrada en un puñado de países se ha expandido a múltiples frentes, desafiando la estabilidad de las cadenas de suministro globales y generando un clima de incertidumbre. Desde su primer mandato, Trump ha demostrado que no tiene reparos en utilizar los aranceles como una herramienta de presión para hacer valer sus demandas, sin importar las consecuencias diplomáticas o económicas.
20 de enero
Trump asume la presidencia nuevamente y, como en su primer mandato, retoma su retórica de lucha económica. En su discurso inaugural, hace eco de su promesa de imponer aranceles e impuestos a los países extranjeros, sin dejar claro aún el alcance de sus decisiones comerciales. El mismo día, anuncia su intención de imponer un 25 % de arancel a las importaciones provenientes de Canadá y México a partir del 1 de febrero, mientras sus planes sobre China quedan por definir. La mención del «Servicio Externo de Impuestos» da una pista de que las medidas de presión sobre el comercio global podrían ir mucho más allá de los aranceles convencionales.
26 de enero
Las primeras señales de confrontación se producen cuando Trump amenaza con imponer aranceles a todas las importaciones desde Colombia tras un incidente diplomático con el presidente Gustavo Petro. En respuesta, Colombia anuncia un arancel del 25 %, pero ambos países logran llegar a un acuerdo para evitar que la disputa escale más. Este incidente demuestra la disposición de Trump a utilizar los aranceles como una herramienta de presión, incluso con países con los que mantiene históricamente buenas relaciones.
1 de febrero
Trump firma una orden ejecutiva para imponer aranceles del 10 % a China y del 25 % a México y Canadá, enmarcando estas decisiones en una supuesta emergencia nacional relacionada con la seguridad y la inmigración. Aunque los de sus vecinos americanos quedaron aplazados un mes a cambio de concesiones menores por parte de Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau, los impuestos a Pekín entraron en vigor el pasado 4 de febrero. Un mes después, el 4 de marzo, el magnate añadió un 10 % adicional a los aranceles a los productos chinos.
Claudia Sheinbaum, Donald Trump y Justin Trudeau (montaje)
4 de febrero
Con la entrada en vigor de los aranceles a China, que afectan a productos clave como maquinaria y tecnología, Pekín responde con nuevas tarifas sobre productos estadounidenses y una serie de sanciones a compañías como Google. La guerra comercial toma un giro serio, con la primera ronda de represalias que demuestra que las tensiones entre ambos países no serán fácilmente resueltas.
10 de febrero
Trump da un paso más al anunciar un aumento en los aranceles al acero y aluminio, estableciendo un mínimo del 25 %. Esta medida afecta a gran parte de los socios comerciales de Estados Unidos, incluidos algunos de sus aliados más cercanos, como la Unión Europea. La industria del acero, fundamental para la infraestructura y defensa, se convierte en una de las piedras angulares de su política comercial, como muestra de su interés por proteger los sectores productivos clave de la nación.
24 de marzo
Trump lanza un nuevo arancel del 25 % sobre cualquier país que compre petróleo o gas venezolano, dirigido principalmente a China, que es el mayor comprador de crudo venezolano. Esta decisión también tiene un fuerte componente geopolítico: en su estrategia por presionar al régimen de Nicolás Maduro, Trump utiliza el comercio de recursos naturales como una vía para alcanzar objetivos más amplios de política exterior.
2 de abril
En un giro más agresivo, Trump anuncia la entrada en vigor de aranceles recíprocos: un 10 % para todos los países, con tarifas más altas para China (34 %), la UE, Corea del Sur, Japón y Taiwán. A pesar de estas medidas, México y Canadá quedan exentos, siempre y cuando cumplan con las demandas de Estados Unidos en materia de inmigración y narcotráfico. El mensaje es claro: aquellos que no acepten las condiciones impuestas por Estados Unidos se enfrentarán a tarifas más severas.
3 de abril
Trump implementa los aranceles del 25 % sobre las importaciones de automóviles, una medida que afecta directamente a varios de los mayores productores mundiales de vehículos, incluyendo a la Unión Europea y Japón. Canadá responde con gravámenes equivalentes sobre vehículos de fabricación estadounidense, mientras que China amplía las restricciones a productos clave como la soja y la carne, un sector vital para la economía estadounidense.
4 de abril
En respuesta a los aranceles globales, China anuncia un arancel del 34 % sobre todos los productos estadounidenses, aplicable a partir del 10 de abril. Además, el gigante asiático toma medidas adicionales, imponiendo restricciones sobre la exportación de tierras raras y sancionando a 27 empresas estadounidenses de alto perfil, lo que intensifica aún más las tensiones.
A partir de ahora, el acero y el aluminio importado a Estados Unidos tendrá aranceles del 25 %
8 de abril
La guerra comercial entre Estados Unidos y China da un paso más. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anuncia que a partir de la medianoche Estados Unidos empezará a imponer aranceles de un 104 % a algunos productos chinos, como parte de una nueva respuesta tras el vencimiento del ultimátum de Trump a Pekín. Esta medida llega luego de que China respondiera al arancel del 34 % impuesto por Trump con su propio aumento de tarifas.
9 de abril
La guerra comercial entre Estados Unidos y China alcanzó un nuevo nivel el 9 de abril, cuando Estados Unidos implementó aranceles adicionales del 50 % sobre productos chinos, elevando la tasa total a un 104 % en el año. En respuesta, China reaccionó aumentando sus aranceles al 84 % y sancionando a varias empresas estadounidenses.
10 de abril
La situación financiera global se tensó aún más con una caída abrupta en las Bolsas, lo que generó incertidumbre y grandes pérdidas para inversores y ahorradores. En medio de esto, el presidente Donald Trump anunció un aumento inmediato de los aranceles a productos chinos hasta el 145 %, pero sorprendió al reducir los aranceles a casi todos los demás países a un 10 % y a poner en pausa las tarifas recíprocas por 90 días. Esta decisión inesperada causó volatilidad en los mercados, con un repunte en las acciones tecnológicas y un respiro momentáneo, aunque el caos y la falta de coherencia en las políticas siguen marcando la incertidumbre económica.
11 de abril
China da un paso más y responde con una subida de aranceles del 125 % a productos estadounidenses —que, aseguran, será el último contraataque—, intensificando aún más el conflicto. Las medidas también incluyen restricciones adicionales sobre las importaciones de productos agrícolas y tecnología, lo que agudiza las tensiones y hace prever un conflicto económico prolongado con graves consecuencias para ambos países y para el resto del mundo.
12 de abril
En una sorpresa para muchos, Trump anuncia que excluye teléfonos, ordenadores y chips de los aranceles recíprocos. Este giro en la estrategia parece una maniobra para evitar un daño mayor en los sectores tecnológicos y mantener un equilibrio con los gigantes tecnológicos que dependen de las relaciones comerciales con China. Sin embargo, el conflicto sigue siendo profundo, con la guerra de tarifas en aumento.