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Un grupo de manifestantes contra las redadas de inmigración y policías de Los Ángeles

Un grupo de manifestantes contra las redadas de inmigración y policías de Los ÁngelesHans Lucas via AFP

Los Ángeles regresa a la calma, Trump parece ceder, pero EE.UU. sigue siendo un país de inmigrantes

Las calles de la capital californiana dejaron al descubierto de uno de los temas tabú de EE.UU.: La inmigración (legal o no) ha levantado su economía

Las calles de Los Ángeles están en relativa calma luego de días convulsos en los que por momentos parecían más un retrato de las violentas protestas típicas de un país hispanoamericano que el «anglosajón» Estados Unidos.

Banderas de México sobresalieron en un primer momento en las protestas, luego empezaron a ondear las banderas de Estados Unidos y finalmente se enarbolaron enseñas con un nuevo diseño que fusiona, desdibuja o combina (como se quiera ver) la bandera estadounidense y la mexicana.

La semana de caos y violencia vista en Los Ángeles, tiene como trasfondo el choque entre dos visiones que en lugar de chocar podrían converger: la idea de restablecer en Estados Unidos los principios de ley y orden que permiten la prosperidad económica que hacen atractivo a ese país; y, por otro lado, el respeto a la dignidad de los inmigrantes (legales o no) y el reconocimiento a su aporte a la economía estadounidense.

El estatus quo que permitía -con la complicidad de políticos y empresarios estadounidenses- que los inmigrantes ilegales o sin estatus legal válido o incluso con números de seguridad social falsos trabajar en Estados Unidos fue roto cuando agentes de inmigración (ICE) realizó varias redadas en distintos puntos de Los Ángeles que llevaron al arresto de al menos 44 personas en la capital californiana.

La indignación de los estadounidenses de origen extranjero (principalmente mexicanos y centroamericanos residentes en ese Estado fronterizo), inmigrantes ilegales con temor de ser los próximo en ser arrestados y de extremistas de izquierda anti-Trump confluyeron en las calles de Los Ángeles sobresaliendo las voces y los destrozos de los ultras que no perdieron la oportunidad de destruir bienes públicos y privados ahogando en el humo y las llamas los reclamos y temores de quienes con su trabajo 'en negro' hacen grande a los Estados Unidos.

Quien tampoco perdió la oportunidad fue el presidente Donald Trump, quien vio la ocasión de demostrar que representa el lado contrario a la permisibilidad y la flexibilidad en la aplicación de la ley que ha convertido a ciudades como Los Ángeles o Nueva York en un caos urbanístico con altos niveles de criminalidad.

La Policía de Los Ángeles efectuó 575 arrestos en relación a las protestas

Poco tardó Trump en tomar la decisión de enviar a soldados de la Guardia Nacional a Los Ángeles para frenar una violencia desbocada y encausar las manifestaciones por la vía pacífica como finalmente sucedió el pasado fin de semana. De hecho, unas 30.000 personas marcharon en esa ciudad pacíficamente para repudiar la política migratoria del líder republicano.

La debilidad de Trump, la economía

La agenda del presidente Trump de eliminar el 'enemigo' de EE.UU. configurado durante la campaña como la «invasión de inmigrantes ilegales» (una decisión refrendada en las urnas por la mayoría de los estadounidenses) poco a poco está chocando con una realidad: 'Extirpar a ese enemigo' es intentar amputar una parte indisoluble de un país forjado por inmigrantes provocando importantes consecuencias e impacto para su economía.

Los republicanos ganaron la Casa Blanca y también (con mayor esfuerzo la mayoría de la Cámara de Representantes) gracias a sus promesas de mejorar la economía y restablecer orden ante el caos de inmigración creado por 'el buenismo' de la presidencia demócrata. Sin embargo, la realidad está mostrando que alcanzar ambas promesas de manera abrupta y desproporcionada puede resultar incompatible.

Una manifestante mexicoamericana durante las protestas en Los Ángeles contra las políticas de inmigración de Trump

Una manifestante mexicoamericana durante las protestas en Los Ángeles contra las políticas de inmigración de TrumpMiddle East Images via AFP

Si bien el procesamiento y la expulsión de criminales extranjeros es necesaria y legítima, la deportación masiva de inmigrantes que rompieron las reglas de inmigración para entrar o quedarse en EE.UU. está haciendo mella en la economía estadounidense principalmente en sectores estratégicos y productivos como la agricultura, el comercio y la hostelería.

El propio Trump, reconoció el jueves pasado que su «muy agresiva» política migratoria está afectando a los trabajadores de sectores como la agricultura, la hostelería y el ocio, y avanzó que habría «cambios».

Debemos proteger a nuestros agricultores pero sacar a los CRIMINALES FUERA DE EE.UU. ¡Se avecinan cambios!Donald TrumpTruth Social

Según explicó el mandatario, «los grandes agricultores, la gente de los hoteles y el negocio del ocio» lamentaron que la dura política migratoria que él está llevando a cabo está «apartando a muy buenos trabajadores de sus puestos de trabajo».

Muchos trabajadores se están alejando durante mucho tiempo de sus puestos de trabajo y son casi imposibles de reemplazarDonald TrumpTruth Social

Los empleados de los sectores a los que Trump se refirió son en su mayoría inmigrantes en situación irregular que ant las redadas masivas han optado por esconderse, dejar de ir a trabajar y hacer su vida normal por miedo a ser detenidos y deportados por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

Batallas en la Casa Blanca y en las calles

Sin embargo, la moderación anunciada por Trump no ha llegado y por el contrario ha trascendido que el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, artífice de gran parte de la agresiva política migratoria que tiene como meta que el ICE realice un mínimo de 3.000 arrestos diarios, se habría opuesto en privado a la creación de excepciones para ciertas sectores económicos que dependen en gran medida de trabajadores sin estatus legal.

Según dos fuentes consultadas por The Washington Post la oposición presentada por Miller fue refutada por Brooke Rollins, secretaria de Agricultura quien habría insistido a Trump las preocupaciones expresadas por los trabajadores del sector agrícola sobre la pérdida de trabajadores.

Mientras las protestas pierden fuerza, las redadas para detener y deportar inmigrantes ilegales continuaron a lo largo del fin de semana y se espera que se intensifiquen en grandes ciudades estadounidenses gobernadas por el Partido Demócrata, como es el caso de California. Mientras tanto, el debate sobre las bondades y los riesgos de la inmigración en Estados Unidos apenas comienza.

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