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CrónicaCarmen de CarlosElecciones de renovación de la Cámara Alta

Las elecciones del arroz o cómo el primer ministro japonés puede caer por culpa del precio del grano

La campaña para renovar la mitad del Sangiin ( Cámara Alta) ha puesto de manifiesto el malestar de una sociedad capaz de resignarse a todo, menos a que le quiten el arroz de la mesa o conviertan la compra de su alimento diario en un artículo de lujo

El primer ministro Shigeru Ishiba attends en Osaka durante la camapañaThe Yomiuri Shimbun via AFP

Para el primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, las elecciones de hoy son a todo o, prácticamente, nada. Las urnas ponen en juego la mitad de los escaños del Sangiin (la Cámara Alta) y el Ejecutivo necesita retener una mayoría suficiente que le permita gobernar.

Los pronósticos no son buenos y la montaña rusa a la que ha estado sometido el precio del arroz (se duplicó) tampoco parece que vayan a ayudar al oficialismo. La meta de alcanzar 124 escaños (ahora tiene 140) de los 248 que forman el equivalente al Senado, es un desafío para el que, según la totalidad de los pronósticos, no parece estar preparado Ishiba.

La campaña ha puesto de manifiesto el malestar de una sociedad capaz de resignarse a todo, menos a que le quiten el arroz de la mesa o conviertan la compra de un alimento imprescindible y diario en un artículo de lujo. Para entender la importancia de este grano, basta recodar que Japón posee suficientes reservas que liberó para bajar el precio y tratar de contentar a un electorado insatisfecho.

Aranceles e inmigración

Pero este problema, definitivo para los japoneses, no es el único que mantiene en vilo a un Gobierno acosado por la oposición tradicional Partido Constitucional Democrático (PCD) que lidera Yoshihiko Noda y por un grupo de formaciones minoritarias, de corte populista, que sabe cómo hacer daño o arañar votos ajenos.

El partido Liberal (PLD) al que pertenece Ishiba se encuentra atrapado en un escenario sin precedentes desde la II Guerra Mundial. Su hegemonía, aunque ahora gobierna en minoría en coalición con el budista Komeita, se acabó en términos legislativos tras perder el control del Congreso en las elecciones generales del pasado mes de octubre.

Para colmo, cosechó los peores datos históricos para el PLD en los comicios a la Asamblea de Tokio de junio, los más importantes a nivel regional y considerados un termómetro definitivo para estas elecciones.

En esa situación ha tenido que bregar con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su batería de aranceles, con la crisis del arroz y con un Japón que empieza a mirar mal a la inmigración y a los extranjeros.

El ultranacionalismo se abre paso entre esos partidos menores que adaptan el movimiento MAGA (Make America Great Again) a sus circunstancias con lemas como: «Los japoneses primero.»

El 1 de agosto, en teoría, entrarán en vigor los aranceles del 25 % impuestos por Trump sin que el Gobierno haya podido lograr porcentajes más adecuados

El 1 de agosto, en teoría, entrarán en vigor los aranceles del 25 % impuestos por Trump sin que el Gobierno haya podido lograr porcentajes más adecuados para una economía que no atraviesa su mejor momento y una de las principales potencias que está en el número uno del pódium planetario en deuda pública.

En un giro de guion inesperado, el primer ministro se mostró beligerante esta semana y en tono desafiante dijo: «No nos subestimen. Incluso si negociamos con un aliado, debemos decir lo que sea necesario sin dudarlo», recogió la agencia nipona Kyodo.

La reforma de la Constitución

Moderado, en términos generales, Ishiba ha puesto sobre la mesa un asunto histórico que el partido tiene pendiente: la reforma de la Constitución para fortalecer la defensa militar de Japón. La Carta Magna se redactó con el trauma de la Segunda Guerra Mundial y es pacifista hasta extremos, hoy en día, peligrosos teniendo en cuenta quién está en el Kremlin, en Corea del Norte y el régimen de Pekín.

Japón, como Argentina, son países inexplicables donde cualquier cosa puede suceder y en cualquier momento. Pero ahora empiezan a parecerse a Occidente donde las redes sociales son imparables y los jóvenes, adictos a estas, se guían por ellas para votar.

«Hara kiri» o «jisatsu»

En ese marco encaja Sanseito y su líder Sohel Kamiya, desertor del PLD y hoy abanderado de la mano dura con los extranjeros que miran como una invasión a su territorio y de bajar los impuestos. Los sondeso le atribuyen entre 10 y 15 escaños.

Si se confirma el batacazo del PLD, el primer ministro, cuya popularidad se ha desplomado al 20 %, no tendría más remedio que hacerse el «harakiri» o «jisatsu» político y presentar su dimisión.