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Protestas en Belgrado contra el presidente Vučić

Protestas en Belgrado contra el presidente VučićAFP

Siete meses de protestas sin fin: las claves del rechazo de la población al Gobierno serbio

Una tragedia el pasado mes de noviembre ha desatado todo un movimiento social contra el presidente Vučić, que se apoya en su mayoría parlamentaria y el apoyo de Rusia

Ni el frío invierno ni el sofocante calor del verano han logrado apaciguar las masivas protestas que se desatan en las calles de Serbia contra el Gobierno del presidente Aleksandar Vučić. Tampoco el paso del tiempo ha hecho menguar la presencia en las calles. Han pasado más de nueve meses desde que, el 1 de noviembre de 2024, el derrumbe de una marquesina ferroviaria le costó la vida a 16 personas en la estación de tren de Novi Sad. Una mecha que ha provocado un incendio sin precedentes en el corazón de los Balcanes.

Con la opinión popular culpando al Gobierno del desastre, fruto de los recortes y la corrupción, lo que en principio fueron unas pequeñas protestas de asociaciones estudiantiles fueron aumentando considerablemente. En el mes de enero, el entonces primer ministro, Miloš Vučević, dimitió tras un violento episodio en las protestas. Fue la primera piedra, pero las calles querían cortar la raíz del problema: al presidente Vučić. En el mes de marzo, las calles de Belgrado registraron la mayor protesta de su historia, entre 500.000 y 700.000 en una ciudad que no llega a los dos millones de habitantes.

Ahora, en pleno mes de agosto, el movimiento se ha vuelto a recrudecer. El pasado jueves fue atacada la sede del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS) en la ciudad de Novi Sad. Los manifestantes también rompieron las ventanas de la sede del Partido Radical Serbio, socio de coalición del SNS. Desde entonces, cada noche las calles de las principales ciudades serbias se han llenado de violencia, con enfrentamientos entre los manifestantes y leales al Gobierno que han organizado, a su vez, contramanifestaciones.

Vučić, por su parte, ajeno a las quejas y negándose a convocar elecciones anticipadas, ha denunciado las manifestaciones como parte de un complot extranjero para derrocarlo. El Gobierno ha intentado desacreditar las protestas asegurando que están manipuladas por intereses extranjeros —aunque ningún Gobierno se hace verdadero eco de lo que está ocurriendo en Serbia— o buscando criminalizarlas.

Si los manifestantes no encuentran apoyo desde fuera de sus fronteras, sí lo ha hecho el Gobierno. Vučić es un fiel amigo del presidente ruso, Vladimir Putin, y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia lanzó un comunicado este pasado fin de semana afirmando que «no podemos permanecer indiferentes ante lo que ocurre en la fraterna Serbia».

La juventud, contra Vučić

El populista prorruso Aleksandar Vučić, del Partido Progresista serbio —empezó su carrera en el Partido Radical serbio, antes de cambiarse a este nuevo de reciente creación—llegó al poder en el año 2014, ejerciendo como primer ministro, cargo que desempeñó hasta 2017. Tras eso, fue elegido presidente el 31 de mayo de ese mismo año, cargo que ahora, casi ochos años después, sigue desempeñando.

Esto quiere decir que las generaciones jóvenes han crecido bajo el Gobierno de Vučić, que se prolonga ya más de una década, y al que acusan de ralentizar el crecimiento del país. Este movimiento no solo ha sido impulsado por la indignación, sino también por un deseo genuino de cambio y de instaurar un modelo de gobernanza más justo y democrático.

Protestas en Belgrado contra el presidente Vučić

Protestas en Belgrado contra el presidente VučićAFP

No es la primera vez que se movilizan. En 2023, tras dos tiroteos que causaron varios muertos en una escuela de Belgrado, también surgieron manifestaciones masivas. Y el año pasado, tras las elecciones legislativas, la oposición salió a la calle argumentando que había existido «fraude» en las mismas.

Más allá de esto, estas protestan también han servido para reavivar una vieja lucha de los ambientalistas serbios, que luchan contra la explotación del mayor yacimiento de litio —indispensable para las baterías de los dispositivos electrónicos— en Europa, ubicado en el valle de Jadar, al oeste de Serbia.

Vučić vio este descubrimiento como la oportunidad perfecta para dejarse cortejar por China y poner presión a la Unión Europea, oponiéndose al sentimiento de un pueblo que rechaza que se explote un valle que tiene una alta importancia medioambiental y ecológica. Ahora, con el apoyo de los estudiantes y la tragedia de Novi Sad como móvil, los ecologistas han vuelto a salir a las calles para reclamar lo que creen que les pertenece y, principalmente, para pedir lo que cada vez es menos una cuestión de si pasará y más de cuándo pasará: la dimisión del presidente Vučić.

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