Imagen de archivo del sultán de Omán, Haitham bin Tariq
Llega a España el sultán Haitham bin Tariq, referente de la moderación en Oriente Medio
El monarca de Omán no se alinea con ningún actor y dialoga con todos, además de impulsar las libertades a su manera
Haitham bin Tariq, sultán de Omán desde el 10 de enero de 2020 a raíz del fallecimiento de su primo hermano el sultán Qabús –que no dejó prole–, llega en visita de Estado a España con su reputación de figura de pieza moderada en el enrevesado tablero de Oriente Medio perfectamente consolidado.
El monarca del Estado estratégicamente situado en el Estrecho de Ormuz tiene como principio llevarse bien con todas los actores de la zona, por muy enfrentados que estén entre sí.
Baste decir que mantiene excelentes relaciones con Arabia Saudí –el conflicto fronterizo entre ambos países se resolvió definitivamente en 1982– y visitó oficialmente Irán hace dos años tras mediar con éxito entre la dictadura chií y Bélgica a cuenta de la liberación de un rehén con pasaporte del país europeo. Bruselas agradeció el favor con una visita de Estado del sultán y la concesión de la Gran Cruz de la Orden de Leopoldo.
Con Estados Unidos, Omán sustenta un «acuerdo marco», suscrito en 2019, que permite a las tropas estadounidenses usar dos de sus puertos. En paralelo, el sultanato preserva sus vínculos con Rusia: pocos días después de la invasión de Ucrania, Moscú envió a Omán a su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov.
Más ejemplos de ese peculiar y sistemático no alineamiento: como señala un informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos, Omán «no participó en el bloqueo de Qatar en 2017 ni en la intervención militar en Yemen encabezada por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos».
Yemen, precisamente, conflicto donde Omán también es mediador. Hasta ahora con menos fortuna que en otros escenarios. Sin embargo, Muscate, capital de Omán sigue siendo el destino predilecto de Hans Grundberg, enviado especial de Naciones Unidas para Yemen, cada vez que emprende una nueva ronda de negociaciones, principalmente con Mohamed Abdulsalam, representante de los rebeldes hutíes. Unos encuentros supervisados por las autoridades iraníes y que el propio sultán sigue de cerca.
Queda el caso de Israel. Muscate y Jerusalén mantienen relaciones comerciales desde 1996 y las diplomáticas estuvieron a punto de establecerse en 2018, con motivo de la visita –secreta, solo fue revelada al día siguiente– de Benjamín Netanyahu al sultanato. Sin embargo, el paulatino deterioro de las relaciones entre Israel y los palestinos han obligado a Omán a mantener las distancias, y no firmar los Acuerdos de Abraham, mediante los cuales los Emiratos Árabes Unidos normalizaron sus relaciones con el Estado hebreo. Con todo, tampoco hay ruptura total entre Omán e Israel.
El sultán Haitham maneja esta diplomacia de sutiles equilibrios consciente, como cualquier otro mandatario, de las bazas y carencias de su país. En lo tocante a Omán, las primeras son su hábil explotación de su posición geográfica: se estima que aproximadamente el 20 % del petróleo mundial pasa por el Estrecho de Ormuz, al igual que el 25% del comercio mundial de gas natural licuado. «El estrecho conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el Mar Arábigo, conectando así las fuentes de energía de la región con los consumidores de todo el mundo», precisa la web especializada Eurasianews. Omán está en medio de aquel nudo.
Por esa razón el sultán y su Gobierno, a través del plan estratégico «Visión 2040» ha potenciado masivamente sus inversiones portuarias. En la de Salalah, sin ir más lejos, ha previsto conectarla por vía ferroviaria con los Emiratos Árabes Unidos. Así no transitarían todos los bienes por Ormuz. Mejor diversificar.
Otra baza del sultanato es el tipo de islam que promueve
Otra baza del sultanato es el tipo de islam que promueve, de nombre Ibadi. Una corriente de la religión fundada por Mahoma caracterizada por no buscar el enfrentamiento con el resto. De ahí que, prosigue Eurasianews, «dé cohesión interna al Estado y sirva de contrapeso al poder de las dos grandes confesiones islámicas [chiíes y sunníes]. Los ibadíes hacen hincapié en reforzar la identidad nacional y frenar otros movimientos islámicos».
Probablemente sea también la razón por la que Haitham haya dado importantes pasos en materia de libertades, modificando la Ley Básica (Constitución) para conceder a los ciudadanos y residentes libertad de expresión y opinión, eliminando una ley que permitía al Estado vigilar las conversaciones telefónicas privadas, las redes sociales o la correspondencia postal, y concediendo la libertad de practicar ritos religiosos según las costumbres reconocidas «siempre que no atenten contra el orden público ni contradigan la moral».
Derechos humanos
Asimismo, bajo su reinado, Omán ha firmado la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas.
Esos pasos no convierten a Omán en una democracia equiparable a las occidentales, pero sí mejora una reputación aún empañada, por ejemplo, por la presencia abrumante de la parentela del sultán y demás allegados en el aparato del Estado y sectores económicos claves. Uno de estos últimos es el petróleo: Omán, a diferencia de sus vecinos y pese al descubrimiento de nuevos yacimientos, solo dispone de reservas para los próximos 80 años. Intenta compensar esta carencia con el gas hidrógeno. De eso depende su futuro y, por supuesto, el del sultán y su dinastía.