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26 de abril de 2024

Antonio Montero Moreno (dcha) pronuncia unas palabras durante la presentación del libro "Tarancón y el Cardenal del Cambio" de Jose Luis Martín Descalzo (izda)

Antonio Montero Moreno (dcha) pronuncia unas palabras durante la presentación del libro «Tarancón y el Cardenal del Cambio» de Jose Luis Martín Descalzo (izda)EFE

Antonio Montero (1928-2022)

Gigante de la comunicación cultural de la fe cristiana

Apasionado comunicador de la verdad, del bien y de la belleza de la fe cristiana, a través de las múltiples formas de comunicación social

antonio montero
Nació el 28 de agosto de 1928 en Churriana de la Vega (Granada) y falleció el 16 de junio de 2022 en Sevilla

Antonio Montero Moreno

Desde su profunda y privilegiada formación en el granadino seminario de San Cecilio, en el que empezó a recibir la vetusta y certera educación eclesiástica en lenguas clásicas y Humanidades, don Antonio Montero descubrió frente a sus profesores una gran inteligencia comunicadora y una gran pasión por mostrar la belleza y la verdad como un bien necesario para la Iglesia, en un mundo que ya cambiaba a gran velocidad y que necesitaba nuevos medios y nuevas formas de relatar la riqueza de la tradición cristiana.
Después, en su periplo romano, se desbordará este afán comunicador en el encuentro con otros apasionados voceros de la palabra en prosa o lírica como los jóvenes José Luis Martín Descalzo, José María Javierre, Luis Alonso Schökel y José María Cabodevilla, junto a toda una generación de brillantísimos teólogos y escritores, como luego no se ha visto.
Toda la vida sacerdotal de don Antonio Montero ha estado marcada por el ministerio de la Palabra escrita y audiovisual; tanto, que la comunicación de la fe en su forma periodística ha sido una vocación específica dentro de la gran llamada que Dios le había hecho al pensar en él como testigo del acontecimiento cristiano de la salvación.
Sobre esta pasión comunicadora de don Antonio Montero está una gran parte de la historia de la cultura española, desde la renovación y la apertura eclesial que supuso la novedosa enseñanza del Concilio Vaticano II.
Surco, Incunable, Ecclesia, PPC, Vida Nueva; la Oficina de Información del Concilio, la Cope, y miles de realidades y obras de la difusión de una palabra que debía renovarse en los medios de comunicación y que hoy en día siguen ofreciendo su servicio informativo o cultural.
Como uno de los obispos ordenados más jóvenes, afrontó la responsabilidad de sostener la Comisión de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal, la labor del Consejo Pontificio de las Comunicaciones y del Comité Episcopal Europeo para los Medios sin abandonar sus brillantes y atinadas colaboraciones habituales en medios de la Iglesia y en los grandes periódicos como Ya y –cómo no–ABC: representante centenario de la prensa, siempre cercano a los postulados de la Iglesia, y al que el propio don Antonio Montero tuvo que ver dolorosamente ninguneado y vituperado por otro medio de comunicación como la Cope y con la incomprensible indiferencia del Cardenal Rouco, que hizo oídos sordos a la denuncia de don Antonio en la que señalaba la campaña de la «radio de los obispos» contra el diario de Vocento; denuncia en la que «...se ha saltado abiertamente las vallas de la honestidad profesional, siempre en los modales de expresión y muy frecuentemente en los contenidos, con daños muy visibles para la Cope y, querámoslo o no, para la misma Conferencia Episcopal», según relató José Antonio Zarzalejos en su libro de 2010 La destitución. Historia de un periodismo imposible.
Don Antonio Montero deja una riquísima herencia eclesial y verdaderamente católica, que ha nacido de su apasionamiento por la Iglesia y las comunicaciones sociales. Por eso, con su muerte, nos despedimos de un auténtico protagonista de la información religiosa española y autoridad cultural de la vida de la Iglesia, que es vida visible del Pueblo de Dios y, por tanto, actualidad y presente encarnado del acontecer salvador de Jesucristo en medio de los hombres.
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