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26 de abril de 2024

Fidel Ramos, junto a Koffi Annan en 1997

Fidel Ramos, a la izquierda, junto a Koffi Annan en una imagen de 1997AFP

General Fidel Ramos (1928-2022)

Filipinas le debe su democracia

Su apoyo a Corazón Aquino fue decisivo para que asumiera la presidencia, siendo después su sucesor

General Fidel Ramos
Nació el 18 de marzo de 1928 en Lingayen (Filipinas) y falleció en Makati el 31 de julio de 2022 en Makati (Filipinas).

Fidel Valdez Ramos

Ingeniero Civil que terminó optando por la carrera castrense -se graduó en la Academia de West Point en Nueva York-, destacó en la guerra de Corea y presenció, sin combatir, la de Vietnam. En Filipinas desempeñó los cargos de jefe de Estado Mayor (1986-88), Secretario de Defensa (1988-1992) y presidente (1992-1998).

El cambio de bando del general Fidel Ramos fue decisivo para que triunfase la «Revolución del Pueblo» y la vencedora de los comicios de 1986, Corazón Aquino, fuese proclamada presidenta de Filipinas el 25 de febrero de aquel año.
Simultáneamente, el sátrapa y muñidor del fraude electoral masivo, Ferdinand Marcos, organizaba su propia investidura, rodeado de sus últimos fieles. En vano: pocas horas después, abandonaba para siempre el archipiélago.
Ramos fue, hasta el día 22, uno de los más fieles apoyos de Marcos. Les unía incluso un distante parentesco, al ser el mandatario primo de la madre del general. Este último fue un fiel ejecutor, en su condición de comandante de las fuerzas policiales, de la ley marcial impuesta por Marcos entre 1972 y 1981 para consolidar su poder.
Más hubo un episodio que pudo enfriar la relaciones entre ambos a raíz del asesinato de Benigno Aquino, marido de la futura presidenta, cuando la Justicia imputó al entonces jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general Fabián Ver.
Ramos le sustituyó temporalmente, ansiando la plena titularidad del cargo. Sin embargo, una vez absuelto, el general Ver recuperó unas funciones que Ramos asumió, esta vez con carácter definitivo, en los inicios de la presidencia de Aquino.
Su lealtad para con la primera mujer que gobernó Filipinas fue sin fisuras: ya fuera desde el Estado Mayor -hasta su pase a la reserva en 1988- o, partir de ese año, desde la Secretaría de Defensa, Ramos detuvo hasta ocho intentonas golpistas.
Una actitud que consolidó su prestigio dentro y fuera del país asiático -le granjeó la confianza de Estados Unidos- y que fue decisiva para abrir su propio camino hacia la presidencia. Aunque, tras perder unas primarias, se cambió de partido para apuntalar su candidatura.
Los votantes validaron la estrategia, pero con el apoyo electoral más bajo jamás obtenido por un presidente de Filipinas en unos comicios.
Ramos superó ese escollo con una política económica destinada a atraer masivas inversiones foráneas -objetivo alcanzado con creces-, promovió una diplomacia activa, haciéndose respetar por China en la disputa por las Islas Spratly, firmó la paz con la guerrilla islámica del Frente Moro de Liberación Nacional. Más polémica fue su afán por restablecer la pena de muerte.
Uno de sus últimos actos como Jefe de Estado fue ejercer de anfitrión de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía con motivo de la visita de Estado que realizaron a Filipinas para conmemorar el centenario de la Guerra de 1998 y fortalecer los vínculos entre ambas naciones.
Pocos dudan hoy que el sexenio de Ramos, el único protestante que ha regido, hasta la fecha, los destinos de su país, ha sido el periodo de mayor estabilidad democrática desde la caída de la dictadura.
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