Thorkild Simonsen (1926-2022)
Un socialdemócrata con mano dura en inmigración
Sus reformas supusieron un cambio profundo de la percepción progresista de los cambios migratorios
Nació en Sonder Rubjerg (Dinamarca) el 7 de julio de 1926 y falleció en Risskov (Dinamarca) el 4 de septiembre de 2022
Thorkild Simonsen
Su profesión era la de maestro de escuela, pero una dislexia que arrastraba desde la infancia le llevó inicialmente a una formación de pintor. Dio sus primeros pasos en política en los sesenta como concejal de Arhus, municipio del que fue alcalde desde 1982 a 1997, siendo nombrado ese año ministro del Interior, función que desempeñó hasta el2000.
«Me resulta difícil ver qué pueden aplicar los partidos de derecha de forma ordenada que sea más restrictivo que lo que estamos proponiendo aquí», exclamó Thorkild Simonsen, ministro de Interior de Dinamarca, durante los debates que desembocaron, allá por 1999, en la adopción –por parte del Folketing, el parlamento monocameral danés– de la Ley de Integración. La constatación de Simonsen era lúcida: la ley que terminó sacando adelante era, por aquel entonces, la más severa de toda la Unión Europea.
Como señala un paper del Imiscoe (Red Internacional de Investigación sobre Migraciones), la nueva ley, además de centralizar en el Gobierno todas las competencias en la materia, dudaba de la capacidad de adaptación al mercado laboral danés del inmigrante y trasladaba a este último toda la carga de la integración. «Por lo tanto», concluye el informe, «el principal instrumento son las restricciones». Este cambio de doctrina sentó un precedente hoy ampliamente seguido por el resto de los países de la Unión Europea.
Sin embargo, lo más relevante, en clave política, de esta pieza legislativa fue que su larga tramitación corrió a cargo de un Gobierno encabezado por los socialdemócratas, hasta entonces partidarios de la tolerancia migratoria.
Baste decir que Simonsen fue nombrado ministro del Interior en octubre de 1997, a raíz de la negativa de su antecesora en el cargo, Birte Weiss, de defender el proyecto ante el Folketing. No era la única en tener esos remilgos dentro de la socialdemocracia danesa, pero los tiempos habían cambiado: la inmigración hacia el país nórdico empezaba a deteriorar la convivencia mientras el populista Partido Popular se arraigaba paulatinamente en el tablero político.
Se imponía un giro y el primer ministro, Poul Nyrup Rasmussen, estimó que Simonsen era la persona más adecuada para impulsarlo. La razón era sencilla: su gestión como alcalde de Arhus, la segunda ciudad más poblada de Dinamarca, había sido realista y tenía una gran capacidad de diálogo.
Así fue como este discreto hombre y viejo militante socialdemócrata irrumpió a sus 71 años, y sin haberlo querido, en el corazón de una política danesa en la que, de nuevo contra su voluntad, volvió a dejar huella: en 2005, ya retirado, cuando se encallaba la principal reforma territorial que Dinamarca emprendía en siglos, los partidos se decantaron por él para que no se fuera a pique. Su buen hacer, en compañía de otras personalidades, permitió que el reino pasase a estar integrado por cinco regiones en vez de treinta y dos condados.
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