El Evangelio nos pide perdonar, e incluso Cristo propone ofrecer la otra mejilla, pero va ser a resultar difícil ser misericordioso y bondadoso con Sánchez, porque al perdón se antepone la justicia. Escribo esto a propósito de la cantidad innumerable de ocasiones en que Sánchez les ha mentido a los españoles: dijo que convocaría elecciones tras la moción de censura, que nunca pactaría con Bildu, que no habría indultos, que habíamos vencido al virus, que movilizaría 200.000 millones para impulsar la economía tras la covid… y así una amplia retahíla de falsedades. Pero tengo para mí que su mayor mentira ha sido la manoseada contrarreforma de la reforma laboral de Rajoy o, si lo prefieren, su derogación. Lo prometió en el pleno de la moción de censura en mayo de 2018. Volvió a convertirlo en estandarte de sus dos campañas, lo promete cada vez que se reúne con los sindicatos, firmó un acuerdo sobre ello con Podemos, se lo prometió a los de Bildu, lo volvió a anunciar en el Congreso de Valencia de hace quince días… y él sabe perfectamente que no lo va a hacer. Como de hecho les reconfirma a los empresarios cada vez que se reúne con ellos. Y no lo va a hacer no porque no quiera, sino porque desde la UE le han dicho que, si quiere los fondos –única arma que tiene para cambiar el descrédito creciente entre los españoles– debe abordar más reformas y no tocar la actual legislación laboral. Por eso, aquella forma que Cristo tuvo de decir que siempre hay que perdonar a quien nos ofende, en sentido contrario, se puede aplicar a la gran mentira de Sánchez. ¿Cuándo va a llevar a cabo la derogación de la reforma laboral? Nunca.
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