Me temo que lo que va a caracterizar a los próximos meses, sobre todo en el primer semestre del año que viene, va a ser la conflictividad laboral. A ver cómo gestiona este Gobierno, caracterizado por su infantilismo político y su incapacidad de hacer frente a los problemas, las revueltas en la calle. De momento les ha restado autoridad a las fuerzas del orden y ha legalizado la violencia de los piquetes sindicales. Gasolina para el fracaso social. Por lo pronto, los mataderos van a parar y los transportistas ya anuncian huelgas donde más nos duele, en las vísperas de Navidad. Pronto se sumarán otros sectores y con razón. Argumentos tienen de sobra: la luz es más cara que nunca, la cesta de la compra está por las nubes, moverse en coche es prohibitivo, jubilarse es casi imposible, pagamos impuestos hasta por respirar, y los españoles en general somos más pobres y vivimos peor, diga lo que diga Sánchez. Los datos son muy tercos. Por todo ello, las calles se van a llenar de manifestaciones, habrá problemas en los transportes y se incrementarán las huelgas. Ojalá me equivoque, ya que todavía no tengo el don de la profecía, pero me temo que viene la conflictividad, en las fábricas y en las calles. Y es ahí donde yo quiero ver un Gobierno de adultos. Saber nadar donde otros se ahogan.
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