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Gol al equipo de Ayuso

Antes de que algún podemita salga a defender la libertad de expresión de Gamarra, le advierto, para su conocimiento y efectos pertinentes, que Polay era tan homófobo que asesinaba homosexuales por ser «lacras sociales»

Igual que la mayoría de los españoles de bien denunciamos reiteradamente el uso que se hace del arte, supuesto, para difundir ideologías tóxicas que siempre están alineadas con el mismo lado del hemiciclo parlamentario, hay que ser idénticamente exigentes cuando ese arte de extrema izquierda de otros países llega a las galerías públicas de la Comunidad de Madrid. En la sala que tiene el Gobierno regional en Alcalá 31 expone la artista hispano-peruana Sandra Gamarra Heshiki, de la que yo nunca había oído hablar y tengo la impresión de que no es de un prestigio indiscutido en el mundo entero. Como bien ha escrito el pasado viernes el periodista peruano Aldo Mariátegui en el diario Perú 21  «esta Gamarra dice que se inspira en las tesis indigenistas antihispanas del marxista-racialista Aníbal Quijano, pero bien que se sacó ella el pasaporte y vive en España». Aníbal Quijano formuló una teoría de la «Colonialidad del Poder» que ya se pueden imaginar que ubica el origen de todos los problemas en el eurocentrismo. Con lo bien que estarían en Suramérica si España no hubiera colonizado y catequetizado aquellas tierras: seguirían haciendo sacrificios humanos. Pero eso es un detalle menor.
La cosa no queda ahí, lo más sorprendente de la exposición es el homenaje que se rinde a Víctor Polay, del que hay una de sus fotos más famosas, que en su día se publicó en la revista Caretas. Polay fue el jefe del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, una banda terrorista que asesinó, secuestró y extorsionó en las décadas de 1980 y 1990. Por cierto, antes de que algún podemita salga a defender la libertad de expresión de Gamarra, le advierto, para su conocimiento y efectos pertinentes, que Polay era tan homófobo que asesinaba homosexuales por ser «lacras sociales». Como cabe imaginar Polay cumple cadena perpetua por terrorismo, entre otras cosas porque el Sombrero Luminoso que todavía preside ese país no ha tenido oportunidad de ocuparse de amnistiarlo.
Igual que denunciaríamos que se pague, con dinero público, exposiciones que exalten a asesinos etarras, es imprescindible advertir del error cometido por alguien en la Comunidad de Madrid, supongo que en la Consejería de Cultura, que ha presentado con toda normalidad una exposición que es verdaderamente bochornosa. Al final, la derecha española, siempre, teniendo una generosidad totalmente injustificada con artistas de tercera categoría y de extrema izquierda, mientras gentes como el alcalde de Cádiz no dejan pasar un día sin intentar borrar hasta el último trazo de grandes escritores como José María Pemán.
Y mientras tanto, el Gobierno de la nación censurando la libertad de cátedra a la hora de estudiar la España del siglo pasado. Porque para eso, la censura sí está justificada. No paramos de mejorar.