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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Buena muerte

El valiente alcalde de Badalona, Javier García Albiol, del auténtico Partido Popular, ha escrito y firmado un tuit que ha molestado al sector tonto de su partido y a la ministra Isabel Rodríguez, esa dama de acrisoladas necedades

Actualizada 01:30

Con toda seguridad voy a tener la suerte de morir con anterioridad a la creación del nuevo Estado musulmán-yihadista de España. Es inevitable. En la última semana, mil quinientos inmigrantes han llegado a nuestras tierras. En el municipio más pequeño de Galicia, el pontevedrés de Mondariz-Balneario, con sólo 2,31 kilómetros cuadrados de extensión y una población de 700 habitantes, su Ayuntamiento, compuesto por un alcalde y cuatro concejales del BNG y dos del PP, que no cuentan para nada, ha aceptado la llegada de 300 inmigrantes procedentes de Mali, todos ellos «jóvenes, fuertes, y en edad militar». El alcalde del BNG, César Gil, ha calificado a su municipio de «acogedor y solidario».

El valiente alcalde de Badalona, Javier García Albiol, del auténtico Partido Popular, ha escrito y firmado un tuit que ha molestado al sector tonto de su partido y a la ministra Isabel Rodríguez, esa dama de acrisoladas necedades. Acusa a García Albiol, de «incendiario e incitador al odio», cuando el honesto y valiente alcalde de Badalona se ha limitado a escribir que le extraña que una buena parte de los inmigrantes africanos, magrebíes en su mayoría, llegan a España con cuerpos de horas de gimnasio, gafas de sol y teléfonos móviles de última generación. Y eso, Isabel Rodríguez, no es incendiario ni incita al odio. Se trata de una definición precisa que se ajusta a la mayoría de nuestros nuevos invasores.

En España, y ahí están los datos, más de 100.000 inmigrantes cobran pensiones no contributivas por un valor anual de mil millones de euros. Los que hemos contribuido al tesoro común de la Seguridad Social durante más de cuarenta años, percibimos de pensión menos que los que llegan a España a imponer su cultura y no dar un palo al agua. Bienvenidos los inmigrantes que se amparan en nuestro país para trabajar y asegurar el bien de los suyos, siempre que el bien de los suyos no signifique el mal de los nuestros, nuestras costumbres y nuestras creencias. Pero son los menos. Peligran en el futuro las pensiones de los contribuyentes, pero no de los amparados por los débiles gobiernos de España, y muy especialmente, por el último, el del traidor a los principios y valores de nuestra patria, traidor a la Constitución, traidor a la independencia de los tres poderes de toda democracia, y traidor a la unidad de la nación española. No olvidemos, que esa cadena de traiciones se está produciendo gracias a la colaboración de la Unión Europea, de la gran puta Europa, que actúa a las órdenes de la sonriente bruja teutona Úrsula von der Leyen, del Partido Popular Europeo, según dicen, íntima del supremo hortera.

No es malo cerrar los ojos definitivamente antes que ver a lo que más amamos, y a los que más amamos, esclavizados, destruidos y fragmentados por el socialismo comunista y los seguidores de Mahoma. España, en unos años, será una tierra sin cruces, con el románico, el gótico y el neoclásico devastados, con Cristo fusilado y María guillotinada. Con una población natural mansa y obediente, sometida a los millonarios sin escrúpulos, a los enemigos de la libertad, a los fragmentadores de nuestro mapa, y a los soldados del islam que día tras día alcanzan nuestras costas para preparar el ataque final. La derrota de España, de la civilización cristiana y de los valores occidentales. El fin.

Recibir el fin con anterioridad al fin de nuestra patria no puede entristecernos. Se trata del último regalo de nuestra maravillosa raíz.

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