Fundado en 1910
Cosas que pasanAlfonso Ussía

Pues... eso

Con todos mis respetos, séame permitido afear a los dirigentes de Muface que una Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado se dedique a alquilar sus locales a una empresa con fines muy limitados y clientes excesivamente selectivos, por 850 euros más la posibilidad de culminar sus anhelos realquilando habitaciones en el ático

Después de una agotadora investigación, al fin he sabido la razón social y el objetivo fundacional de Muface. Mi desconocimiento se debía a la imposibilidad de formar parte de su conglomerado, que es admirable y positivo. Una mutua sanitaria para los funcionarios civiles del Estado, que ha hecho mucho el bien a miles de personas y sus familias. Todas las grandes asociaciones tienen sus secretos, y Muface no podía ser la excepción. Se trata de la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado, un seguro de asistencia sanitaria que, por otra parte, funciona a la perfección como si se tratara de un seguro privado como Adeslas, Sanitas y demás entidades de la competencia. Son muchos los funcionarios civiles del Estado, y más aún, desde que Pedro Sánchez es el presidente adjunto del Gobierno de España. El presidente de verdad, el que manda, el que ordena y el que distribuye, vive en Bélgica, lo cual nada tiene de extraordinario por aquello de la globalización. Mi tía Felisa, por poner un ejemplo de enjundia, que es la mayor accionista de Muñemesa, «Muñequeras Medicinales Sociedad Anónima», cuya fábrica y sede social se ubican en San Honorato del Páramo, vive en Madrid, y la empresa va divinamente. Nuestro presidente del Gobierno vive y recibe en Waterloo, y España es la locomotora de Europa. Ya está bien de costumbres obsoletas y obligaciones superadas por la Agenda 2030. Tanto mi tía Felisa como el presidente de España que vive en Bélgica demuestran que hay que ponerse al día y dejarse de zarandajas. A mis lectores vinagres, los de la cáscara amarga, les adelanto que soy el heredero único de las acciones de mi tía Felisa, y que no tengo intención alguna de trasladarme a San Honorato del Páramo. Invertiré la caudalosa herencia en la República Dominicana, con el fin de no perder el contacto con las grandes fortunas españolas. Y al que le pique, que se rasque.

Y precisamente, durante el estudio y análisis de los grandes empresarios españoles con dinero emigrantes a la otra orilla del Altlántico, he sabido que durante años, una de las saunas de guarrindongos de la familia de la esposa del presidente Adjunto, era y es propiedad de Muface. Y que, a la vera de la Gran Vía de Madrid, zona de altos alquileres, la sauna monflorita abonaba a la mutualidad 850 euros mensuales. Y que además, en la zona alta del edificio mutualista, la empresa de los gozos realquilaban el ático para alojar a sus clientes excesivamente fogosos en sus necesidades primaverales. Un ático con 150 metros cuadrados, decorados con el gusto y la sencillez que caracterizan a la familia de tan importante empresa de saunas y masajes «sostenibles», porque lo «sostenible» es fundamental para que la empresa se sostenga. Y claro, con todos mis respetos, séame permitido afear a los dirigentes de Muface que una Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado se dedique a alquilar sus locales a una empresa con fines muy limitados y clientes excesivamente selectivos, por 850 euros más la posibilidad de culminar sus anhelos realquilando habitaciones en el ático. Así hace dinero cualquier empresario, porque según tengo entendido, la sesión de sauna, baño en piscina fría, masaje corporal, toqueteos sorpresivos —y sorprendentes—, y culminaciones en los espacios realquilados, se facturan individualmente por mucho más dinero que el generoso alquiler. Y esas ventajas no las disfrutaban o disfrutan todos los funcionarios civiles del Estado, sino un pequeño porcentaje. Por lógica, los beneficios acumulados durante años, por aquello de la mujer del César, hay que invertirlos en lugares lejanos y con siglas desconcertantes, porque de lo contrario, quedaría bastante feo el asunto.

Me acaban de comunicar que mi tía Felisa ha superado con matrícula de honor el chequeo médico al que se somete cada año. Que está mucho mejor que yo, su heredero. Y que los doctores le han recomendado que, para no perder turgencia muscular, juegue todos los días un partido de pádel. Es decir, que no heredo. Y como no tengo saunas en locales de Muface, sin herencia y sin saunas, me veo obligado a seguir escribiendo para sobrevivir. Es decir, que soy de izquierdas.