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El astrolabioBieito Rubido

Olivos de Jaén, árboles de vida

Quienes quieren una sociedad más verde y sostenible se entusiasman con las placas solares y permiten que cercenen, desde su raíz, algo tan natural y enraizado en la tierra como un olivo centenario de las tierras de Jaén

Entre las muchas confusiones que vive el urbanita de este tiempo, ese ecologista que sienta sus posaderas en el mobiliario urbano de una ciudad, pero se erige en el gran defensor del ecologismo y de una tierra que ni conoce ni entiende, a ese, le cuelan con frecuencia dogmas climáticos que en esta primavera lluviosa y fría tampoco acaba de entender muy bien. Vivimos tiempo de confusión. Quienes quieren una sociedad más verde y sostenible se entusiasman con las placas solares y permiten que cercenen, desde su raíz, algo tan natural y enraizado en la tierra como un olivo centenario de las tierras de Jaén.

Me niego a que todas mis preocupaciones e insomnios los protagonice el ocupante de la Moncloa. Pasará, como han pasado todos. Ni mi tiempo, ni mi voluntad, ni mi trabajo pueden estar permanentemente secuestrados por un resentido. Es grave lo que hace y así lo denunciamos, pero hoy quiero detenerme en mi declaración de amor a los árboles.

Un país, una sociedad, una nación que no ama a los árboles está condenada a su desaparición. En los últimos tiempos vemos cómo se acelera el relevo de los viejos olivos por placas solares. No seré yo quien combata las energías renovables, pero tampoco las quiero a cualquier precio, en cualquier lugar y menos en ese entorno maravilloso, la Toscana española, que es Jaén.

España cuenta con el mayor viñedo del mundo en la provincia de Ciudad Real y con el mayor olivar del mundo que es toda la provincia de Jaén, el mar de olivos que entusiasmó a Machado. De golpe, en ese proceso tan hispano de autoodio, de baja estima, hemos decidido que ni la personalidad de Jaén ni la idiosincrasia de Ciudad Real merecen ser defendidas. Pues yo, desde la humildad de este astrolabio, me sumo a la defensa del olivo, cuidado durante siglos por esos aceituneros altivos. Me gustaría que se sumase más gente. Para tener un árbol de cien años, tienes que esperar justamente eso, cien años, un siglo. Una placa solar la compras hoy y la sustituyes mañana. Ya sé que hay un gran negocio detrás de esas macroplantas solares. Ya conozco todos los cuentos y las cuentas de la energía renovable. Todavía hoy, sin embargo, en Jaén, en esos atardeceres rojos, de calor y color, nadie ha logrado arrebatarle su belleza intrínseca al retorcido y centenario tronco del olivo, convertido en el árbol de la vida.