Políticos 'rascapuertas'
Esa anti-política populista carente de datos y coherencia que asuela las democracias occidentales
La palabreja en cuestión, 'rascapuertas', es de Arturo Pérez-Reverte y podría ganar el premio a los peores insultos dedicados a los políticos. Es difícil aunar en un mismo término más menosprecio y ridiculización. Pérez-Reverte despreció así a los políticos españoles en comparación con Giorgia Meloni, por el liderazgo de ella y por su claridad de ideas, dijo, y la comparativa mediocridad de los nuestros. El insulto no iba de formación, porque Meloni cambió la universidad por el activismo político y tuvo también polémica por su título en un instituto de formación profesional, por lo que Reverte no debe de dar importancia a esa cuestión, pero coincidió en el tiempo con los insultos nacionales a los políticos por las mentiras en el currículo.
Claro que Pérez-Reverte lleva años llamando de todo a los políticos y es un perfecto representante de esa anti-política populista y de boquilla, carente de datos y de coherencia. Hace no mucho también dijo que los líderes políticos no tienen solidez intelectual ni argumentos de peso y que son los culpables de la mediocridad del rebaño, es decir, casi todos los demás, menos él mismo. Y como él, unos cuantos representantes de la élite periodística e intelectual que peroran contra los políticos desplegando todo tipo de tonterías sin fundamento alguno.
Y escribo esto no porque ahora esté en el Parlamento y me dedique a la política. Hace muchos años que lo sostengo desde la universidad y en mis libros, eso sí, en franca minoría frente a la ola anti-política que asuela las democracias occidentales desde hace varias décadas. Con una parte que es comprensible y otra que es pura invención y mala uva. La defendible es que los políticos tienen una obligación mayor que el resto de ciudadanos a ser intachables en todos los sentidos. De entrada, con la verdad. Si haces las leyes que deben cumplir los ciudadanos, estás obligado a ser exquisito en el ejemplo.
Por eso los políticos que mienten sobre sus currículos causan indignación y están obligados a dimitir, a diferencia de esa notable cantidad de ciudadanos que inventa la mitad de sus méritos y no pasa nada. Ahora bien, de ahí a decir memeces sobre esos currículos va un largo trecho. La verdad es que la formación de los políticos es mucho mayor que la media de la población. Es un hecho, sobradamente investigado, aunque no le guste seguramente a Pérez-Reverte. Como lo es que la política requiere de una serie de cualidades específicas que no todo el mundo tiene, como tampoco todo el mundo es capaz de escribir libros como Reverte. Luego, lo de la opinión sobre la mediocridad es personal, de ahí que a mí tampoco me gusten los libros de Reverte.
Y luego están las estupideces sobre la falta de criterio y de libertad de los políticos. Una joven politóloga que escribe en el diario progresista de la mañana escribía a cuenta de los currículos que «quien no pueda soportar la castración del pensamiento libre, se marchará», como si ella pudiera seguir escribiendo en ese diario si pidiera la dimisión de Pedro Sánchez por haber plagiado su tesis doctoral, cosa que no osa hacer, por supuesto. Una politóloga como tantos otros que parece desconocer la materia de la que habla, la política de las sociedades democráticas, organizada a través de los partidos políticos. Es decir, a través de un trabajo de equipo al que se unen los políticos porque creen en las ideas y objetivos de ese equipo, que representan a millones de ciudadanos. Con todo el criterio y la libertad del mundo. Se le llama compromiso con la sociedad, aunque los Reverte de este mundo lo llamen rebaño.