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HorizonteRamón Pérez-Maura

Por qué las autonomías no están tan mal

¿Se imaginan ustedes qué sería de España hoy si el Gobierno de Sánchez no se enfrentara al contrapoder que representan todas las comunidades autónomas? Madrid, Andalucía y Galicia representan un enorme contrapeso a Sánchez. Pero me atrevo a decir que hasta Castilla-La Mancha lo es también

Cada día leo en los comentarios de nuestros lectores a las columnas de opinión y a algunas informaciones, infinidad de críticas a nuestro sistema autonómico. Y reconozco que en la mayoría de los argumentos –no en todos– tienen razón. Multiplicar el número de gobiernos que hay en la península puede haber sido un disparate. Especialmente porque ya han duplicado casi todos los ministerios. Sólo falta el de Defensa porque el de Exteriores ya tiene bastantes epítomes. Y si no, miren el ejemplo del gran representante de la convivencia catalana, Salvado Illa, que tiene bastantes más embajadas de las que tenía Puigdemont.

Entiendo las críticas que se hacen desde Vox. Y me parece legítimo llevar en su programa la propuesta de que se acabe con el sistema autonómico. Quiero recordar que en la primera vez que se presentaron a las elecciones, que fue a las europeas del 25 de mayo de 2014, Vox llevó como elemento central de su programa el fin del sistema autonómico. Encabezaba la candidatura –y el partido– mi admirado Alejo Vidal-Quadras. Y el resultado con ese programa fue no sacar ni un escaño. Quizá si ese discurso fuese llevado a las urnas hoy con la cara de Santiago Abascal, el resultado fuese otro. Pero tampoco creo que fuese un movimiento que provocara un terremoto electoral, porque los defectos del sistema autonómico ya estaban a la vista de todos hace once años.

Yo creo que sería muy conveniente reflexionar sobre alguna de las consecuencias del sistema autonómico que no estaban en la iniciativa de los padres de la Constitución de 1978 y que creo que son un beneficio incontestable para la España de 2025. Nadie pretendió en la Cortes Constituyentes que los gobiernos autonómicos se convirtieran en un contrapoder al Gobierno de la nación. Por supuesto que eso era lo último que querían quienes empezaron por aceptar las autonomías de Cataluña y el País Vasco. Pero tampoco quienes aprobaron los estatutos autonómicos de Andalucía, Galicia, Comunidad Valenciana y todos los demás. Y, menos que ninguno, la Comunidad de Madrid. Ahora puede resultar muy irónico, pero la Comunidad de Madrid se creó porque ninguna de las dos Castillas quiso tener a la provincia de Madrid en su territorio porque sabían que todo hubiera girado en torno a la provincia en la que estaba ubicada la capital de España.

La realidad hoy es que la Comunidad de Madrid es una historia de éxito con casi todos los presidentes que ha tenido y con Isabel Díaz Ayuso más que con ninguno por el momento político que le ha tocado vivir. ¿Se imaginan ustedes qué sería de España hoy si el Gobierno de Sánchez no se enfrentara al contrapoder que representan todas las comunidades autónomas? Madrid, Andalucía y Galicia representan un enorme contrapeso a Sánchez. Pero me atrevo a decir que hasta Castilla-La Mancha lo es también.

El pasado jueves, en el muy emotivo acto en el que Isabel Díaz Ayuso acudió a casa de Alfonso Ussía en Ruiloba a entregarle el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en Literatura, Alfonso nos dijo que ella representaba la persona con capacidad para unificar a la derecha frente al destrozo infinito que ha generado el sanchismo. Yo creo que el deber de la presidenta Díaz Ayuso es seguir apoyando la defenestración de Pedro Sánchez para salvar nuestra democracia. Ella entiende eso y quienes respaldan un partido que representa el 15 o 18 por ciento del electorado saben que tienen el deber moral de acabar con este Gobierno. Pero la forma de hacerlo no es hacer labor de zapa contra el partido que está en el 30 por ciento. Estoy seguro de que Díaz Ayuso hará todo lo que esté en su mano para lograr ese objetivo. Entre otras cosas porque ella preside una comunidad autónoma, lo que le da un enorme poder. Y sabe que Alberto Núñez Feijóo no tiene ni un presupuesto, ni una televisión para lucirse, como sí tiene ella. Por el bien de todos, más nos vale que ambos acierten en la ruta a seguir. Por el bien de España.

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