Al progresismo se le cae la pata feminista
La pata feminista es esencial en la identidad de la izquierda, y por eso su derrumbe le hace más daño que la corrupción
Corrupción a mansalva desde el mismo día de la moción de censura y gran estafa con la promesa de regeneración democrática, pero he aquí que lo más letal para el Gobierno de la «mayoría progresista» van a ser las prostitutas y los acosadores sexuales. Y es que los votantes más ideológicos, que son la mayoría, hasta tragan con la corrupción, por aquello de que «todos son corruptos, pero estos son los míos». Pero con las prostitutas y los acosadores ocurre que al progresismo se le derrumba su pata feminista, uno de los fundamentos de esa ideología, mezcla de comunismo y socialismo que ellos mismos han bautizado como progresismo. Y eso sí que hace daño. Porque es un torpedo en la línea de flotación de la identidad progresista, lo que resquebraja el voto ideológico e identitario.
Los votantes de la izquierda pueden con eso de que «estos son mis corruptos», pero no con lo de «estos son mis puteros y mis acosadores». Porque ellos se habían creído eso de que el feminismo era propiedad de la izquierda, que la derecha es machista de nacimiento, y que no existen ni acosadores, ni machistas, ni puteros entre la izquierda. La creencia es contraria a la historia y a la realidad, pero ello no ha restado entusiasmo a sus creyentes. Las americanas e inglesas que hicieron la revolución igualitaria en el siglo XIX eran ante todo liberales, lo mismo que Clara Campoamor, la más importante feminista de la historia en España, lo que no ha impedido a socialistas y comunistas atribuirse el invento del feminismo.
Después, a lo largo del siglo XX, han continuado con la manipulación del feminismo, hasta hacer creer, con bastante éxito, que el feminismo es una mezcla de victimismo, hombres malvados y culpables y proyectos políticos socialistas y comunistas. Lo que nada tiene que ver con el feminismo liberal originario, que sigue inspirando a millones de mujeres en el mundo, a pesar de esas manipulaciones. Porque la desigualdad de las mujeres continúa siendo un problema, como está demostrando la cúpula machista del socialcomunismo.
Pero la gran mascarada feminista del progresismo no da más de sí. Cuando acabas de organizar hace no mucho tiempo un escándalo nacional, con denuncia judicial incluida, por un beso de celebración del presidente de la Federación de fútbol a Jenni Hermoso, y ahora protagonizas y ocultas graves y reales escándalos de uso de dinero público en prostitutas y varios casos de acoso sexual, hasta el más entusiasta progresista se desinfla. Y todo eso sin hablar de los prostíbulos del suegro del propio presidente del Gobierno. Es una brutal bofetada de realidad en el corazón de la izquierda, en forma de prostíbulos, puteros, acosadores y machistas.
La identidad de la izquierda se basaba al principio en la lucha de clases y el igualitarismo. Luego se sumó el antiimperialismo, y más recientemente, el ecologismo, el cambio climático, la defensa de las etnias minoritarias y el feminismo. Pero el feminismo pasó a ser el segundo en importancia en esa lista, casi al nivel del igualitarismo. A la izquierda no solo se le cae una pata de esa identidad, es que se le cae una pata fundamental.