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27 de julio de 2024

editorial

¿Existe el Gobierno Sánchez?

Bustinduy ha conseguido suscitar una generalización del sentimiento antisemita como no se había experimentado desde los tiempos en que Hitler y sus secuaces, ellos sí, se dedicaron a practicar el 'genocidio' contra el pueblo judío

Actualizada 01:30

Entre los 23 ministerios, poco más o menos, con que cuenta Sánchez para dirigir lo que el mismo Sánchez, con cierta inexactitud, califica de Gobierno de España, existe uno dedicado al Consumo y cuyo titular responde al nombre de Bustinduy. Esta semana el susodicho decidió lanzar una campaña pública dirigida a las empresas españolas que tuvieran relación con Israel con el fin de aconsejarlas, o más bien exigirlas, que suspendieran tales relaciones con la finalidad de castigar el 'genocidio', con todas las letras, que Israel, en sus acciones contra Hamas, estaría cometiendo contra los palestinos tras el ataque que la organización terrorista lanzó contra el Estado judío el pasado 7 de octubre de 2023.

Poco tiempo faltó para que los ministros españoles de Economía y de Asuntos Exteriores confesaran no conocer la iniciativa de su colega de Consumo, con la cual, de manera un tanto incómoda, manifestaron no estar de acuerdo. Pocas horas después era el mismo Gobierno israelí el que circulaba una dura nota de protesta contra el Gobierno español por haber calificado de 'genocidio' la acción bélica desarrollada contra Hamás y sus aliados.

No era la primera vez que Israel protestaba contra el Gobierno Sánchez por razones relacionadas con el conflicto en Gaza. Hace ya algunos meses ocurrió cuando manifestaciones antiisraelíes del presidente del Gobierno español provocaron tanto la protesta de Jerusalén como el aplauso de Hamás. Y no es que la política seguida por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, esté libre de culpa o exenta de errores. Tanto como para constatar cómo, y Bustinduy es un buen ejemplo de ello, ha conseguido suscitar en el mundo una generalización del sentimiento antisemita como no se había experimentado desde los tiempos en que Hitler y sus secuaces, ellos sí, se dedicaron a practicar el «genocidio» contra el pueblo judío. ¿Es ello la similitud que para alegría de los terroristas islámicos que en el mundo son están buscando Bustinduy y sus congéneres?

Fue apenas hace una semana cuando otro de los veintitrés ministros de los que Sánchez presume, el groseramente locuaz Óscar Puente, que parece debería ocuparse más de los Transportes y menos de los 'tuits', se permitió calificar al presidente de la Republica argentina de drogadicto. Puente precedió a Bustinduy en lo que ya sabemos: perplejidad apenas velada en el resto de sus colegas, manifestaciones correctivas y un tanto ambiguas, alguna curiosa manifestación proveniente del titular de Exteriores, por supuesto contundente queja por parte del Gobierno argentino. Y en ambos casos palmario paralelismo: silencio sepulcral de Sánchez al respecto.

Y surgen las inevitables dudas. ¿Estaba el inquilino de la Moncloa al tanto de los que sus subordinados estaban diciendo o iban a decir? Porque grave sería que así no fuera, revelando que ese de los veintitrés es un curioso colectivo en el seno del cual cada cual dice lo que le viene en la real gana en el momento que considera más oportuno. Claro que lo grave sería lo opuesto: que el presidente del Gobierno todavía español estuviera de acuerdo con las baladronadas de sus servidores y que ello explicara la repetición de los silencios gubernamentales.

Porque lo claramente notable al respecto, al margen de los inevitables y necesarios análisis de las barbaridades emitidas, es contemplar como el Gobierno Sánchez se está especializando en cosechar aplausos de todo el mundo. Debemos arremangarnos para prepararnos a lo que viene. ¿De dónde vendrá el próximo? Y también, ¿merece que los españoles sigan considerando a esta cuadrilla de los veintitrés el adecuado Gobierno que la nación necesita?

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