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28 de marzo de 2024

En primera líneaJuan Díez Nicolás

El Nuevo Orden Mundial

El Nuevo Orden necesita sociedades que produzcan beneficios, y por tanto no es difícil imaginar lo que vendrá con el Nuevo Orden, que está haciendo una gran inversión para destruir el Viejo, y por tanto querrá recuperar su inversión

Actualizada 01:30

Este concepto está vinculado al de Globalización, y es lógico, porque este Nuevo Orden implica un cambio en la forma de organizar las sociedades actuales. Venimos de un orden basado en el Estado nacional, que tiene el poder político, mientras que la organización de la economía, del capitalismo financiero, se mueve, como en el fútbol, en una liga superior. No se trata de competiciones en el ámbito del Estado nación, sino de competiciones en el ámbito internacional, supranacional. De momento esa globalización económico-financiera pretende establecerse en el mundo occidental, aunque como un paso previo para establecerse en todo el orbe, si bien para esa liga mundial deberá tener en cuenta que China pretende lo mismo.
Me limito al mundo Occidental. Si el objetivo es establecer un Nuevo Orden, un requisito previo es establecer la estrategia y las tácticas complementarias para lograrlo, así como reconocer los obstáculos que puedan impedirlo. Por tanto, si el objetivo es establecer un capitalismo financiero global en Occidente, el obstáculo más importante lo constituye el capitalismo industrial-nacional, y la estrategia consiste en controlarlo y/o en eliminarlo. Pero el capitalismo industrial está muy vinculado al estado nacional, de manera que el estado nacional parece ser el principal obstáculo para lograr ese Nuevo Orden en Occidente.
El capitalismo financiero global tiene tres objetivos iniciales: 1) destruir el Viejo Orden para establecer el Nuevo, 2) lo cual implica controlar o eliminar el poder del capitalismo no global, es decir, el industrial nacional tradicional, y 3) consiguientemente, controlar, debilitar o eliminar a las organizaciones políticas que puedan obstaculizar el proceso para establecer el Nuevo Orden: y el principal obstáculo es el estado nacional. Siguiendo con ese razonamiento, ¿cómo se puede controlar o debilitar el capitalismo industrial nacional tradicional?, y la respuesta parece obvia, comprándolo, integrándolo en el capitalismo global, o impidiendo que funcione. Por eso el cierre y desaparición del pequeño y mediano comercio, de la pequeña y mediana industria, de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y ganaderas, y también de las pequeñas y medianas empresas de servicios. Parece poder admitirse que la covid ha provocado obstáculos a la producción y el transporte de recursos porque ha inmovilizado poblaciones, ha dificultado la interacción personal y de bienes y servicios, ha dificultado las actividades laborales, educativas, de relación con las administraciones públicas, y por supuestos las sanitarias. A eso hay que añadir el incremento súbito y simultáneo de todas las fuentes de energía, petróleo y derivados, gas y electricidad, que ha producido un incremento en los costes de producción de cualquier actividad, en el sector primario, secundario y terciario, y por tanto, la eliminación de las empresas con menor capacidad para afrontar los incrementos de costes de producción y distribución de los recursos, y sobre todo el incremento de la cesta de la compra y de todos los productos. El pequeño comercio de barrio, propiedad de una familia, y en el que trabajaban una o dos personas de la familia, al elevarse sus costes de producción no ha podido sobrevivir, y por eso, o ha cerrado, o ha sido comprado por una empresa grande. En el segundo caso, la empresa más grande tiene accionistas a los que tiene que pagar dividendos, lo que repercute en incremento de precios y/o reducción de calidad. Quien pierde es el ciudadano. En el ámbito bancario esa situación es aún más clara: cada fusión o absorción implica menos sucursales y reducción de personal. Otra vez, el que pierde es el cliente, que paga más y recibe menos.
Ilustración: nuevo orden mundial

Lu Tolstova

En cuanto al otro objetivo, controlar, debilitar o incluso eliminar las organizaciones políticas, parece evidente que se utilizan varias estrategias. La primera es la corrupción. Transparencia Internacional publica periódicamente los rankings de países corruptos, pero debería publicar la de los países corruptores, pues no habría los primeros sin los segundos. Otra estrategia es la de, a través de los partidos políticos, apoyar a candidatos de bajo nivel, más fácilmente manejables. Es notoria y manifiesta la baja calidad de los actuales líderes políticos nacionales e internacionales. Se trata de líderes cuya imagen ha sido creada por unos medios de comunicación de alcance mundial (propiedad de grandes grupos inversores). En tercer lugar, los grandes grupos financieros tienen capacidad para prestar financiación a cualquier gobierno local, nacional o supranacional, facilitando su endeudamiento, y por tanto convirtiéndoles en poderes políticos muy vulnerables a cualquier tipo de presión.
Una parte importante de esta estrategia es la de actuar sobre las sociedades. La estrategia en este caso parece basarse en el clásico «panem et circenses». Al pueblo se le ofrece diversión y entretenimiento, música, baile, tecnicolor, fiestas y zarabandas, espectáculos, se le reducen sus obligaciones y esfuerzos en la educación (títulos para todos) y en el trabajo (menos obligaciones y más derechos). Y por otra parte se le tiene en una situación de incertidumbre y miedo permanente, a través de la covid, del cambio climático, del paro, y de la subida de los precios. La vieja técnica de la zanahoria y el palo. Suele funcionar.
De manera muy simple y esquemática, con estos ingredientes se consigue el primer objetivo, destruir el Viejo Orden para construir el Nuevo. Pero, a diferencia de las películas, la historia no tiene un fin. El Nuevo Orden necesita sociedades que produzcan beneficios, y por tanto no es difícil imaginar lo que vendrá con el Nuevo Orden, que está haciendo una gran inversión para destruir el Viejo, y por tanto querrá recuperar su inversión… con intereses.
Dejo al lector inteligente (como en la vieja Codorniz) la tarea de imaginar quién está detrás del Nuevo Orden en Occidente, pero doy una pista: piensen en quién dirige los grandes fondos de inversión, quién tiene los paraísos fiscales en el mundo, quien tiene las principales agencias de rating de lo que sea, quien controla las empresas de comunicación e informática, quien controla las fuentes de energía, etc. Cerca, cerca, muy cerca… pero procuren no quemarse.
  • Juan Díez Nicolás es académico de número de la Real de Ciencias Morales y Políticas
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