El PSOE celebra los 40 años de vacaciones durante el franquismo
Pedro Sánchez y su PSOE rescatan de la historia a Franco para reescribir la historia en beneficio propio. Porque lo necesitan para sobrevivir. Porque les urge equiparar el franquismo con la oposición liberal. Porque, precisan ganar la Guerra Civil y vencer a Franco, aunque sea unas décadas después. Ellos, los socialistas que estuvieron 40 años de vacaciones
Jean-Paul Sartre, unos días después de la liberación de París, publica, en la revista clandestina Les Lettres françaises (1944), un artículo, titulado La república del silencio, que hoy se considera un clásico de la cultura antifascista.
Afirma el filósofo francés que las víctimas del nazismo «jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana. Habíamos perdido todos nuestros derechos y, ante todo, el de hablar; diariamente nos insultaban en la cara y debíamos callar; nos deportaban en masa… como prisioneros políticos; por todas partes, en las paredes, en los diarios, en la pantalla, veíamos el inmundo y mustio rostro que nuestros opresores querían darnos a nosotros mismos: a causa de todo ello éramos libres».
Jean-Paul Sartre contesta la pregunta que, a buen seguro, formula el lector del texto citado: ¿Cómo es posible sentirse libre bajo el dominio autoritario? La respuesta: «Como el veneno nazi se deslizaba hasta nuestros pensamientos, cada pensamiento justo era una conquista; como una Policía todopoderosa procuraba obligarnos al silencio, cada palabra se volvía preciosa como una declaración de principios; como nos perseguían, cada uno de nuestros ademanes tenía el peso de un compromiso. Las circunstancias a menudo atroces de nuestro combate nos obligaban, en suma, a vivir, sin fingimiento ni velos aquella situación desgarrada, insostenible, que se llama la condición humana» (el texto se puede leer en la edición francesa del volumen Situations III y en su traducción española titulada La república del silencio. Estudios políticos y literarios).
En enero de 2025, Pedro Sánchez y el PSOE –apoderándose indignamente de la condición de resistentes frente a los regímenes autoritarios: así define el franquismo el sociólogo Juan José Linz en su conocido y celebrado artículo An Authoritarian Regime: The Case of Spain, que se publicó en 1964 y se tradujo al español en 1974 gracias a Manuel Fraga Iribarne– anuncian los actos del 50 aniversario de la muerte de Franco. ¿Para qué? Toma la palabra Pedro Sánchez en un discurso que recoge El Socialista: «Recordar los años oscuros del franquismo y el esfuerzo colectivo para superarlos, no solo es una forma de honrar el pasado, sino de prevenir que ese retroceso vuelva a ocurrir». Las palabras del secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España ocultan una mentira y disimulan una artimaña. Nada nuevo.
La mentira. Durante el franquismo, el PSOE no se enfrentó al régimen franquista, sino que se tomó unas vacaciones que duraron 40 años. ¿Existió el PSOE durante el régimen franquista? No. ¿Organizó alguna estrategia y resistencia antifranquista? No. ¿Esperó con los brazos cruzados que los Aliados le abrieran la puerta al Gobierno de España una vez terminada la Segunda Guerra Mundial? Sí. ¿Fueron reprimidos por el franquismo? Ni siquiera eso, habida cuenta de su inactividad. ¿Dedicaron el tiempo a enfrentarse entre sí –el poder, claro está- los socialistas del interior con los del exterior? Cierto. Si tenemos en cuenta que, además, durante la Segunda República, el PSOE fue un obstáculo en la consolidación de la democracia en España; si tenemos en cuenta eso, la pasividad del PSOE durante el régimen franquista tiene su lógica.
La artimaña. ¿Por qué celebrar el aniversario de la muerte de Franco? Para sacar provecho descalificando a la oposición democrática liberal. El Socialista –el órgano de expresión del PSOE– se delata cuando afirma que hay muchos ciudadanos que no conocieron el régimen franquista, pero les preocupa como «crece su sombra». Si no conocieron el franquismo, ¿cómo les inquieta «su sombra»? Sostiene Pedro Sánchez –añadan los sincronizados: sí, hay quien apuesta por la miseria moral y la polarización social– que las feministas, las personas LGTBI, los emigrantes, los trabajadores y las clases medias y, en general los progresistas, son las dianas de un franquismo rampante que el PP ha elegido como socio y compañero de viaje. En definitiva, hay que «recordar lo que ha aportado a la historia de España, su derecha, y compararlo con las aportaciones democráticas, de justicia social y de progreso que hemos llevado a cabo los socialistas». La nada, nada.
Pedro Sánchez y su PSOE –con la inestimable colaboración de la orquesta sincronizada que ejecuta la partitura del día– rescatan de la historia a Franco para reescribir la historia en beneficio propio. Porque, lo necesitan para sobrevivir. Porque, les urge equiparar el franquismo con la oposición liberal. Porque apremia diseñar un enemigo a la carta. Porque, precisan ganar la Guerra Civil y vencer a Franco, aunque sea unas décadas después. Ellos, los socialistas que estuvieron 40 años de vacaciones.
Pedro Sánchez y el PSOE –el modelo por excelencia de travestismo ideológico y político y de sujeto que se caracteriza por degradar las instituciones y abrir el camino a la autocracia– son los representantes de una resistencia antifranquista que no existió. No nos engañemos, el antifranquismo fue una cosa de minorías. Una imaginaria resistencia antifranquista que ahora –puro interés- se cuelga, no la medalla a la heroicidad democrática, sino las medallas del cinismo y del oportunismo. Detalle que retener: antifranquismo no significa democracia. En muchos casos, el antifranquismo es sinónimo de totalitarismo. Ahí está el Partido Comunista de España, el partido antifranquista por excelencia.
Pedro Sánchez, volviendo a Jean-Paul Sartre, es la cara opuesta del resistente que se define por el «pensamiento justo», la «palabra preciosa», el «compromiso» y el «vivir sin fingimiento ni velos». Pedro Sánchez es el prototipo del político arribista. Un pancista en toda regla que –de nuevo Jean-Paul Sartre- aspira a presidir la república del silencio.
- Miquel Porta Perales es escritor