Una vieja puerta desvencijada «protege» el acceso al oratorio. En el libro de cuentas de San Blas, que se conserva con registros entre 1745 y 1810, figuran los ingresos y gastos relacionados con la ermita y los mayordomos de cada época. En 1770 se pagaron 26 reales para «componer la puerta, cerradura, labrar, escardar y segar la pieza». El que fuera mayordomo entre el 1 de agosto de 1781 y el 1 de enero de 1788 también anotó «cuarenta reales de la puerta que se ha puesto en la ermita de San Blas; de todo coste cuarenta y ocho reales que, rebajado de limosna que dieron de un conejo en 1785, se quedan en cuarenta reales»