San Lorenzo: el hombre que envió a España el Santo Grial El 10 de agosto se celebra la fiesta del santo cuya intercesión en la batalla de San Quintín llevó a Felipe II a construirle el Real Monasterio con forma de parrillaSeis monasterios a los que querrás retirarte este verano Clara González 10/08/2022 Actualizada 04:45 Facebook Twitter Whatsapp Whatsapp Enviar por Email San Lorenzo fue el más importante de los siete diáconos regionarios de Roma y su martirio fue uno de los más célebres de la persecución de Valeriano en el 258 d.C. La tradición ubica su nacimiento en Huesca, pero también en Valencia. Un año antes de su muerte, Sixto II fue elegido Papa y Lorenzo, ordenado diácono, por lo que es el santo patrono de los Diáconos. Con este nombramiento, fue encargado de administrar los bienes de la Iglesia y el cuidado de los pobres. Esto le convierte en uno de los primeros archivistas y tesoreros, lo que le ha valido también el haberse convertido en patrón de los bibliotecarios. El 6 de agosto del 258 fue decapitado el Papa Sixto, y tan solo cuatro días después, Lorenzo fue quemado vivo en una parrilla. Sus restos se conservan en la basílica de San Lorenzo en Roma.San Lorenzo, de El Greco. Cuenta la leyenda, que entre los tesoros de la Iglesia que le fueron confiados a san Lorenzo se encontraba el cáliz con el que Jesucristo habría celebrado la Última Cena. Sixto II se lo entregó antes de su muerte y lo envió a Huesca, junto a una carta y un inventario. La mítica copa fue escondida y olvidada durante siglos, pero con la invasión musulmana de la península estuvo viajando por los escondidos monasterios del Pirineo Aragón, hasta 1399 cuando el rey Martín I el Humano lo reclame y lleve a la Aljafería de Zaragoza. Desde hace años dos cálices pelean por ser el Santo Grial, uno en Valencia y otro en la colegiata de San Isidoro de León, y a día de hoy historiadores y expertos en el tema todavía tratan de dilucidar cuál es el verdadero.Esta imagen se corresponde con el Santo Grial de Valencia, que hoy es propiedad del Cabildo catedralicio y se expone en el lado derecho de la entrada a la catedral. El 10 de agosto de 1557, mismo día del martirio de san Lorenzo, daba comienzo la batalla de diecisiete días de San Quintín, que enfrentó a las tropas españolas contra las francesas en medio de las Guerras Italianas. En la carta que Felipe II escribió al general de la orden jerónima, el 16 de abril de 1561, le cuenta los motivos que le llevaron a impulsar la construcción del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. La intercesión del santo era algo que el rey había considerado como clave para vencer a los franceses, y por ello quería venerarle, y de paso, erigir un mausoleo en memoria de sus padres y de él mismo, bajo la advocación de san Lorenzo.Fachada sur de San Lorenzo del Escorial. En lo alto de la sierra madrileña de Guadarrama, el complejo incluye aparte del sonado monasterio, un palacio, una basílica, un panteón, una biblioteca y un colegio. Comenzó a construirse en 1563 bajo un plan que lo convirtió en residencia de la familia real española y lugar de sepultura de los reyes de España. El recinto monástico fue fundado por monjes de la Orden de San Jerónimo, aunque ahora habitan en él frailes de la Orden de San Agustín. De El Escorial son bien conocidos igualmente el coro de cuarenta y cinco niños que allí residen y reciben formación académica: la Escolanía de El Escorial. Un total de cinco arquitectos intervinieron en la obra, aunque el principal y al que Felipe II encargó el proyecto fue Juan Bautista de Toledo. A finales del siglo XVI fue considerado la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su gran tamaño como por su enorme valor simbólico. Su forma, a imagen de una parrilla, es la primera de muchas formas de honrar a san Lorenzo, junto con la gran cantidad de reliquias que el Rey mandó traer de todas partes del mundo, comovista del Monasterio de EL Escorial, de MichelAnge Houasse. Para vigilar la construcción de su soñado conjunto, que se alargó durante 21 años –de ahí lo de «dura más que las obras del Escorial»–, y que todo se hacía según lo planeado y a su gusto, Felipe II mandó esculpir en el granito de la sierra frente a la ubicación donde se emplaza el monasterio, unas plataformas escalonadas en las que poder sentarse junto a sus acompañantes. Investigaciones posteriores han sugerido que quizá el rey nunca estuvo allí, que nunca vigiló de lejos su palacio, sino que se trata de un altar prerromano o puede que fuese en el siglo XIX cuando se labrasen en la roca esta grada a forma de recreación historicista de la leyenda que allí sienta a Felipe II.Vista de San Lorenzo el Real desde la silla de Felipe II. Comentarios Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus.
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