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Joe Biden se santigua ante el féretro de la Reina Isabel IIGTRES

Desde cuándo se santiguan los católicos y qué diferencia hay entre signar y persignar

Los católicos tenemos por costumbre hacer el signo de la cruz al rezar, al despertarnos o acostarnos y, en general, ante ciertos acontecimientos

Quizás estemos tan acostumbrados a realizar el gesto de santiguarnos que se nos olvida a veces su verdadero significado y lo que con ello comunicamos. En muchas ocasiones vemos cómo hay personas que realizan el signo de la cruz como una especie de superstición contra el «mal de ojo» y todo tipo de creencias y supersticiones populares.
Por eso es importante saber el verdadero significado de los signos. Cuando nos santiguamos estamos haciendo referencia, a la cruz de Cristo, signo de nuestra salvación y a la Santísima Trinidad.
Santiguarse, por tanto, puede parecer un simple gesto; sin embargo, es toda una proclamación de fe. Mediante el signo de la cruz, manifestamos nuestra fe en la redención a través del sufrimiento de la Cruz; y se declara la fe en la Trinidad.

Primeros cristianos

La primera referencia a la señal de la cruz la encontramos en un texto de Tertuliano, apologista cristiano del siglo II d.C. en dicho texto el filósofo escribía «en todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz».
Además del texto de Tertuliano, encontramos referencias en otros textos posteriores; por ejemplo, san Cirilo de Jerusalén indicaba en sus catequesis: «Haced la señal de la cruz al comer, al beber, cuando os sentáis y cuando os acostáis, y para decirlo en una palabra, en todos tiempos y en todas ocasiones».
San Juan Crisóstomo también hace referencia a ello en varias homilías y en reflexiones sobre la adoración a la cruz. En una de ellas insta a no avergonzarse del símbolo de nuestra victoria, el cual «inscribimos y dibujamos, en nuestras casas, sobre las paredes, sobre las ventanas, sobre nuestra frente y en el corazón. Porque este es el signo de nuestra salvación, el signo de la libertad del género humano, el signo de la bondad de Dios para con nosotros».
Sin embargo, ese primitivo gesto difiere del actual. Por aquel entonces los cristianos se hacían una cruz en la frente, como el signo de la imposición de la ceniza.
No se conoce con exactitud en que momento cambió a la forma en que nos santiguamos actualmente; pero hay constancia del nuevo signo en un Libro de Oración del siglo XI en el que indica «marcar con la santa cruz los cuatro lados del cuerpo».

Signarse y persignarse

Signarse es hacer el signo de la cruz tres veces sobre nuestro cuerpo con la mano, generalmente con el pulgar; una cruz sobre nuestra frente, una cruz sobre nuestra boca y una cruz sobre nuestro pecho.
La persignación es la conjunción de ambos gestos, signarse y santiguarse. Normalmente, la persignación se hace antes de la lectura del Evangelio, para disponer nuestra mente, boca y corazón a la palabra de Dios que va a ser proclamada.
También se realiza la señal de la cruz sobre la boca en la primera oración de la liturgia de las horas; los Laudes comienzan con la oración «Señor ábreme los labios, y mi boca proclamará tu alabanza» (Sal 51, 17).
Todo creyente puede hacer en cualquier momento alguno de estos gestos para ponerse de cara a Dios y encomendar ese momento, como al ir a trabajar, al despertarse, o incluso ante un momento adverso, siempre y cuando no caigamos en el uso supersticioso de este signo de fe.