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29 de abril de 2024

Jose Carlos Gonzalez-Hurtado

José Carlos González-HurtadoCedida

Conocer a Dios a la luz de la ciencia: «El Big Bang deja al ateísmo con brocha y sin escalera»

José Carlos González-Hurtado es el autor de 'Nuevas Evidencias científicas de la existencia de Dios'

Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios es el título de la última obra de José Carlos González-Hurtado, director en España de la red EWTN. Aunque en su libro habla de ciencia, él mismo admite que lo hace con un lenguaje apto para los de «ciencias» como los de «letras».
En tan solo 268 páginas, recoge descubrimientos en Física y Cosmología, Química, Biología, Matemáticas... que recuerdan a lo que declaró Anton Zeilinger, premio Nobel de Física del año pasado «algunas de las cosas que descubrimos en la ciencia son tan impresionantes que he decidido creer en Dios». «No queda otra solución», añade González-Hurtado.
–Su obra se titula Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios. ¿Podría citar alguna de estas evidencias?
–En la última generación ha habido descubrimientos en casi todas las ciencias experimentales que «imponen la idea de Dios» como dijo Max Planck –el padre de la Física cuántica–. En el libro menciono los últimos descubrimientos de la ciencia que llevan a la necesaria existencia de un ser Creador, eso que llamamos Dios. Menciono muchas más, pero a modo de ejemplo, en la Física y la Cosmología: los teoremas de Borde-Vilenkin y Guth del límite del tiempo pasado, el Big Bang comprobado repetidamente y formulado por primera vez por el Padre Lemaitre (un sacerdote católico) que indefectiblemente nos lleva al momento de la creación, la segunda ley de la termodinámica o el ajuste fino del universo, el llamado principio antrópico, que permite que yo exista y también quien lee estas palabras, contra todo pronóstico.
En las matemáticas, los teoremas de incompletitud de Gödel o la negación de los infinitos actuales de Hilbert o la probabilidad bayesiana muy favorable a la existencia de un Creador y finalmente también las evidencias que nos proporciona la biología o la química, como el genoma humano, o la misma existencia de vida.
Portada del libro de José Carlos González-Hurtado

Portada del libro de José Carlos González-Hurtado

–¿Qué diferencia su libro y sus argumentos de las vías que ya expuso Santo Tomás de Aquino para conocer a Dios?
–Este es un libro de divulgación científica, no es un libro de religión ni un libro de filosofía. Es cierto que la filosofía y la lógica también llevan a la existencia necesaria de un Ser Creador, no material, intemporal y personal. Pero esos argumentos que convencían a hombres razonables en el pasado, lamentablemente están lejos del hombre actual que cree en muchos casos que la ciencia puede solucionar todos los problemas de su existencia y del mundo. Por eso, quizás providencialmente en el momento presente se acumulan las evidencias científicas de la necesaria existencia de un Creador. La ciencia proporciona los datos que la razón necesita para concluir lo que la lógica demanda.
Un buen ejemplo lo menciono en el libro. Kurt Gödel ha sido uno de los más insignes matemáticos de toda la historia, fue teísta y cristiano y considerado «el mayor genio de la lógica desde Aristóteles». Falleció en 1978 pero antes codificó en lenguaje matemático el llamado «argumento ontológico de san Anselmo» de la existencia de Dios. Un argumento filosófico puesto en lenguaje matemático. Bien, pues mucho después, en 2014 y finalmente en 2020 otros matemáticos y científicos de la Universidad Libre de Berlín y de la Tecnológica de Viena usando programas de ordenador de verificación de consistencia de axiomas y con asistentes de demostración concluyeron tras analizar el desarrollo de Gödel que «una entidad Divina necesariamente existe». Es si se quiere, la conclusión conjunta de la filosofía, la matemática y la informática.

Solo un idiota puede ser ateoChristian AnfinsenPremio Nobel de Química de 1972

–La ciencia y la religión, ¿son irreconciliables?
–Eso siempre ha sido un mito, y quizás como tantos otros mitos, una falacia interesada, porque la ciencia siempre ha llevado a Dios pero como digo mucho más en los últimos años. Decía Arthur Compton, premio Nobel de Física que «a medida que aprendemos sobre nuestro mundo, la probabilidad de que este sea el resultado de un proceso aleatorio deviene cada vez más remota, de tal manera que son raros los científicos actuales que defiendan una actitud atea» y otros científicos han concluido de forma menos caritativa que «solo un idiota puede ser ateo», (Christian Anfinsen, premio Nobel de Química de 1972) o bien que «nunca he conocido un hombre inteligente que no creyera en Dios», (Robert Millikan, premio Nobel de Física).
En el libro menciono un estudio de un genetista israelí que estudió las creencias de los premios Nobel de los últimos 100 años y apenas el 10 % de los laureados en disciplinas científicas se consideraban ateos y eran en su gran mayoría cristianos mientras que, por otro lado, más del 30 % de los premios Nobel de literatura sí se consideraban escépticos. Por eso suelo decir que ser ateo es de letras.

El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. Se le puede adorar en la catedral o en el laboratorioFrancis CollinsAutor de 'El lenguaje de Dios'

–Asegura usted que «cuánto más se conoce el Big Bang, más se cree en Dios». ¿Por qué es así?
–El Big Bang está probado más allá de toda duda. Forma parte de lo que se llama el modelo cosmológico estándar al igual que las ecuaciones de la teoría de la relatividad. Fue formulada por el padre Lemaitre a mediados del siglo XX y comprobada repetidamente por la Radiación Cósmica de Fondo –cuyo descubrimiento proporcionó a Penzias y Wilson el premio Nobel en 1978– y por los satélites COBE, cuyo director George Smoot también recibió el Premio Nobel en 2006, y WMAP que terminó su misión hacia el año 2012. El Big Bang deja al ateísmo «con brocha y sin escalera», como se dice muy gráficamente. Veamos, solo hay dos alternativas o bien el universo existe desde siempre –el modelo llamado de estado estacionario– que no compromete la fe atea, una teoría que se ha demostrado falsa; o bien el universo tuvo un principio, como ha demostrado el Big Bang; es decir que no solo toda la materia sino también el tiempo fueron creados en una millonésima de millonésima de segundo hace más de 13.700 millones de años. Si el universo tuvo un principio también tuvo un «principiador», una inteligencia inmaterial e intemporal que es ese «Alguien-Algo-Eso» que llamamos Dios, causante de la creación. De hecho, el ateísmo soviético vio en el Big Bang el gran enemigo de la «ciencia materialista» hasta el punto que el régimen comunista ruso asesinó a Alexander Friedman –codescubridor del Big Bang– y a gran parte de los astrofísicos de Leningrado que comprobaron la veracidad de esa teoría.
Otro ejemplo que explico en el libro es el proyecto del estudio del genoma humano que concluyó en el año 2003 y que llevó a su director (Francis Collins, posiblemente el principal genetista vivo) a pasar de ser ateo a teísta y finalmente a cristiano. Él comprobó que «la evidencia pedía a gritos un creador». Escribió un libro titulado El lenguaje de Dios –refiriéndose al ADN y al genoma humano– y concluyó que «el Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. Se le puede adorar en la catedral o en el laboratorio».
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