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06 de mayo de 2024

Un grupo de sacerdotes rezando

Un grupo de sacerdotes rezandoCathopic

La Antorcha

Carlos Chiclana, psiquiatra: «Una sana vivencia del celibato en el sacerdocio personaliza y autentifica a quien lo vive»

El médico psiquiatra expone las principales conclusiones del estudio 'Retos, riesgos y oportunidades de la vida afectiva del sacerdote'

¿Cuáles son las necesidades de los sacerdotes en materia de salud mental? Hace unos meses, el doctor Carlos Chiclana, médico psiquiatra, publicó el estudio Retos, riesgos y oportunidades de la vida afectiva del sacerdote, elaborado a partir de una encuesta que completaron 128 sacerdotes, diáconos y seminaristas. Los participantes tenían una media de edad de 50 años, y 20 años de media de vida sacerdotal: sus respuestas dibujan una serie de desafíos que interpelan a toda la Iglesia.
–¿Cuáles fueron las principales conclusiones de la investigación?
–Recogimos 605 respuestas abiertas, que albergaban 1.039 ideas distintas. Al analizarlas en detalle, vimos que los retos más referidos por los participantes fueron la vida espiritual, la soledad, la misión, las dificultades en la tarea, y dar y recibir afecto de una manera sana y equilibrada. Resulta llamativo que la integración de la sexualidad, el trato con mujeres o la presión del ambiente no son sus preocupaciones principales, aunque se mencionaban. Los encuestados, además, perciben como riesgos la soledad, las limitaciones psicológicas personales, las posibles dependencias afectivas o los defectos morales.
El médico psiquiatra Carlos Chiclan

El médico psiquiatra Carlos ChiclanCedida

–¿Qué oportunidades identificaron?
–La gran mayoría percibe que su vida afectiva tiene un escenario muy favorable, que es el continuo trato con personas, seguido de la vida espiritual y el desarrollo de buenas amistades con otros sacerdotes. Para un buen desarrollo de su vida afectiva identifican factores como la vida espiritual, la formación, el testimonio de amigos sacerdotes o el apoyo en su familia de origen.
–No obstante, la soledad aparece como un tema recurrente.
–Porque está presente y es relevante en la vida de los sacerdotes, tanto la soledad afectiva como la pastoral y la institucional. Encontramos factores que protegen de ella, como vivir en comunidad, la propia vida espiritual o una buena red social, tanto de amigos sacerdotes como en general. También es importante cuidar la salud, poder descansar, trabajar en equipo o contar con un sistema organizativo menos jerárquico y más motivante o colaborativo, entre otros. En nuestro estudio constatamos que la soledad es un riesgo y que los sacerdotes no se lo planteaban como una oportunidad, pero ¿y si el foco de atención no es la soledad física? ¿Podría ser que la soledad fuera precisamente el lugar donde Dios está esperando para encontrarse con esa alma?
–¿Puede ser también una oportunidad de crecimiento espiritual?
–Cuando un sacerdote se siente solo, hay que valorar si el origen de esta soledad puede estar relacionado con heridas o carencias de la infancia que hayan configurado un apego inseguro. En caso afirmativo, necesitará un acompañamiento espiritual específico que le facilite sanar el apego o una ayuda profesional psicoterapéutica. Si no, habrá que discernir si sufre soledad social –remediable desarrollando una red de amistades– o si precisamente esta soledad que siente es el lugar donde desarrollar con mayor intensidad la vivencia del celibato y su vinculación con Dios. «Hay un espacio que sólo el amor de Dios puede llenar y hay una soledad insuprimible que ninguna criatura podrá violar y pretender llenar», decía Amadeo Cencini. Esa es la clave que abre la caja fuerte donde está escondido el tesoro: una soledad donde el yo puede desprenderse del ego, del egoísmo, del narcisismo, del egotismo, y entrar en la tienda compartida con la Trinidad que habita en nosotros, sin máscaras ni ropajes.

La vulnerabilidad te permite estar más en presente en tu vida y en la de los demásCarlos ChiclanaMédico psiquiatra

–Desde fuera de la Iglesia llama mucho la atención el celibato de los sacerdotes, pero su estudio revela que no es una de sus preocupaciones centrales.
–Y no solo eso, sino que lo sitúan entre las capacidades que les permiten desarrollar mejor su propia vida y su misión. Los sacerdotes quieren vivir bien su celibato y precisamente por esto encuentran las dificultades propias de este estilo de vida. Si miraran para otro lado o no quisieran desarrollarse en la vivencia del celibato no plantearían lo que necesitan y quieren mejorar. Es un indicativo de buena salud, de coherencia y de que están donde deben estar.
–Cito otra conclusión de su estudio: «Entre los aspectos que pueden ser trabajados está el sentido positivo y estable de la identidad masculina». ¿Cómo se relaciona esto con la misión del sacerdote?
–Una sana vivencia del celibato en el sacerdocio debería personalizar y autentificar a quien lo vive. Uniría por tanto su identidad personal con la intención de identificarse también con Cristo. Así, la identidad masculina –no en contraposición ni en lucha con la femenina, sino por sí misma–, le permite ser humano, tierno y sensible. Le hace vivir libre de estereotipos orientados a la obligación por el logro o la producción. Favorece que prevalezca el ser sobre el hacer, y salirse de los estereotipos que le califican como violento, maltratador, no servicial o despreciador. Le hace promocionar el valor de lo masculino, tanto de forma individual como en la faceta esponsal del sacerdocio y en su dimensión paternal. Todo lo anterior se podría aplicar a Cristo, naturaleza humana masculina, con quien el sacerdote busca identificarse.
–En una entrevista con la revista Omnes señala que «no se puede afirmar que celibato y pedofilia tengan una relación causal”, y que no es ni mucho menos algo único de la Iglesia. ¿Hay un sobre-señalamiento a los católicos en este tema?
–Hay una conmoción y una pena muy grande: es escandaloso que ocurra dentro de la Iglesia, y por eso cada caso cometido por un sacerdote hace más ruido que otros, aunque no sean los abusadores más frecuentes. Me parece muy bien que se denuncien y señalen todos los casos que se conozcan. A la vez, es importante que este ruido no nos haga apartar la vista de dos aspectos. Primero, que la gran mayoría de los abusos sexuales ocurren en el ámbito intrafamiliar, y es donde debemos estar atentos. Y segundo, que hay miles de sacerdotes excelentes, trabajadores y entregados que no merecen la mínima sospecha ni etiqueta.
–Otro riesgo que identifica el estudio es el desapego afectivo como estrategia de defensa. ¿El sacerdote -en su rol de cuidador- necesita ser «frío” o puede atender mejor a la vulnerabilidad si él mismo se presenta vulnerable?
–La vulnerabilidad, precisamente, te permite estar más en presente en tu vida y en la de los demás, te hace más consciente de tu valor, del don recibido de Dios y de la necesidad de cuidarte como una competencia propia de la tarea sacerdotal en la atención de otras personas. Para ello, sugiero que diseñen un programa personal a largo plazo en cuatro dimensiones: biología (dormir suficiente, comer con orden, hacer ejercicio…), psicología, actitud personal (servicio humilde, aceptando las propias limitaciones) y entorno (un ambiente que cuide). Todo esto con la prioridad de blindar y defender su tiempo de oración, su vida sacramental, sus ejercicios espirituales y su plan de vida, la formación y el acompañamiento espiritual.
–¿Qué consejos prácticos daría a los lectores católicos para el trato diario con sus párrocos o sacerdotes cercanos?
–Que cada quien le pregunte a su párroco y sacerdotes amigos y ellos les dirán. De acuerdo con mi experiencia, sugiero que les conozcan de fondo, que les traten como personas normales y se ofrezcan para todas aquellas tareas que no es necesario que haga un sacerdote. También que se ocupen de que materialmente estén bien atendidos y cuidados (domicilio, comida, ropa) para que puedan dedicarse a trabajar con las personas. Es bueno facilitarles las relaciones de amistad con otras personas, y decirles directamente, a la cara, con toda la delicadeza y toda la firmeza, todo aquello que les llame la atención en el trato con personas, ya sea por excesiva cercanía o por frialdad.
  • Artículo publicado originalmente en la revista La Antorcha’, una publicación gratuita editada por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y que ofrece una mirada cristiana sobre la realidad.
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