¿Van al cielo los suicidas, o es solo un pensamiento de consuelo? «La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida», dice el Catecismo, atendiendo a las circunstancias trágicas que el suicida sufre para tomar tal decisiónCómo estar seguro de que Dios nos escucha y vence al mal Ricardo Franco Madrid 17/09/2022 Actualizada 04:30 Facebook Twitter Whatsapp Whatsapp Enviar por Email La Iglesia católica siempre ha subrayado la inadmisibilidad moral del suicidio. Pero es necesario distinguir entre el juicio «objetivo», sobre la inmoralidad del acto, y el juicio sobre «la responsabilidad subjetiva» del suicidio por las circunstancias concretas del sujeto. Para resumir la reflexión sobre el problema, una buena síntesis es la que hace santo Tomás de Aquino. En la Suma Teológica, el Aquinate se pregunta si «es lícito a alguien suicidarse», a lo que responde que es ilícito por tres razones:GTRES «Primera, porque todo ser se ama naturalmente a sí mismo, y a esto se debe el que todo ser se conserve naturalmente en la existencia y resista, cuanto sea capaz, a lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que alguien se dé muerte va contra la inclinación natural y contra la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo; de ahí que el suicidarse sea siempre pecado mortal por ir contra la ley natural y contra la caridad».GTRES «Segunda, porque cada parte, en cuanto tal, pertenece al todo; y un hombre cualquiera es parte de la comunidad, y, por tanto, todo lo que él es pertenece a la sociedad. Por eso el que se suicida hace injuria a la comunidad, como se pone de manifiesto por el Filósofo [Aristóteles] en la Ética».GTRES «Tercera, porque la vida es un don divino dado al hombre y sujeto a su divina potestad, que da la muerte y la vida. Y, por tanto, el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo; o como peca el que se arroga la facultad de juzgar una cosa que no le está encomendada, pues sólo a Dios pertenece el juicio de la muerte y de la vida, según el texto de Dt 32,39: Yo quitaré la vida y yo haré vivir».Por su parte, el Catecismo sostiene que las personas son «administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado», por tanto «no disponemos de ella». Si bien señala que el suicidio «es contrario al amor del Dios vivo» y puede adquirir «la gravedad de escándalo» si se realiza «con intención de servir de ejemplo», los «trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida». Por eso, concluye que «no se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida».GTRES Al ser preguntado el Papa Francisco sobre esta cuestión tan dramática, respondió: «Yo soy consciente que en los suicidios no hay plena libertad. Al menos así creo. Me ayuda lo que el Cura de Ars dijo a aquella viuda cuyo marido se había suicidado lanzándose del puente al río. Dijo: ‘Señora, entre el puente y el río está la misericordia de Dios’. Porque creo que en el suicidio la libertad no es plena». Porque la justicia de Dios es misericordia y gloria para el hombre que es llamado por Él a la vida.GTRES