Caminando por San Sebastián de los Reyes, puede uno encontrarse con esta moderna parroquia, que sin duda no es parte coherente de la arquitectura de la zona. Antes de que fuese construida, el culto lo realizaban los fieles de la zona en los bajos de un edificio. Es en el año 2010 cuando comienza a construirse este complejo parroquial, que ya se hacía imprescindible para los casi 20.000 feligreses del lugar.
San Juan de Mirasierra
Con una torre coronada con una cruz y una techumbre cóncava que termina en pico sobre la fachada, en la calle Moralzarzal 75 de Madrid, se encuentra la parroquia de San Juan de Mirasierra. No se conoce su historia, pues la parte en su página que se dedica a este asunto se encuentra vacío, pero en su interior se lee la simpleza de las ideas que se plasmaron en los planos de construcción, pero que por fuera acabó convirtiéndola en un conjunto de formas con poca cohesión entre sí.
Real Oratorio del Caballero de Gracia
En plena Gran Vía madrileña, se le encargó al arquitecto Javier Feduchi Benlliure restaurar la fachada norte del oratorio, tras la que se encuentra el ábside del templo. Esto condicionó, al igual que la arquitectura de la calle, el diseño de la portada, para la que Feduchi diseñó un arco sobre el ábside que permite ver desde fuera la cúpula.
Nuestra Señora del Buen Consejo
El Corte Inglés de Princesa, en una acera, y esta parroquia, en la de enfrente. Costaría diferenciarlos si no fuese por la cruz. Tanto exterior como interior son simples, pero los espejos y su arquitectura cuadrada le dan un aspecto que recuerda a una estación espacial o a una nave que en el fin del mundo podrá despegar con sus feligreses dentro.
Santa María de la Fe
En medio de la plaza del Puerto de Maspalomas, hay un cubo de hormigón y metal oxidado, con una cruz en lo alto y un par de grafitis pintados en la escalera de acceso. Se construyó entre los años 1991 y 1996. En la Revista Arquitectura, en el número 311 del año 1997, escribían los arquitectos encargados del proyecto que el objetivo era separar lo profano de lo sagrado, el exterior del interior, mediante la luz natural y un espacio vacío que, «libre de cualquier elemento de distracción, alcanza gran fuerza poética».