Si una estructura se daña, otras son capaces de arreglarla

Operación de cerebroNorthwestern Medicine

Salud

¿Es posible vivir con medio cerebro?

Muchas personas piensan que el cerebro funciona como un ordenador o como una máquina llena de cableado y piezas que cuando se rompe una dejan de funcionar para siempre.
Pero la verdad es que la realidad va mucho más allá. Aunque suene raro, hay miles de personas que viven sin grandes partes del cerebro o incluso con un único hemisferio.
Las personas que presentan este tipo de trastornos no nacieron así, e incluso son varias las que no saben que tienen este problema, ya que no presentan ninguna sintomatología. Pero lo normal es que esto se produzca por alguna enfermedad en la infancia, como por ejemplo una encefalitis Rasmussen –que va acompañada de ataques epilépticos–.
La epilepsia se podría definir como una tormenta eléctrica que afecta a varias zonas del cerebro y se va extendiendo afectando cada vez a más partes del encéfalo.
Cuando la tormenta llega a las neuronas, éstas se ponen a disparar y a lanzar más rayos, por lo que sigue avanzando. Una vez los impulsos llegan a la corteza del cerebro, denominada corteza motora, el cerebro se empieza a mover provocando convulsiones y contracciones en varias zonas del cerebro.

Estudio a raíz de una hemisferectomía

Cuando los ataques epilépticos son repetidos y no se pueden controlar mediante fármacos, el tejido celebrar sigue dañándose, por lo que la mejor solución, según los médicos, es destruir el foco epiléptico mediante una operación.
En 2019 se realizó un estudio donde analizaron a seis personas que habían sufrido una hemisferectomía, una operación en la que les habían extirpado un hemisferio cerebral.
Los resultados que obtuvieron se compararon con los de otros seis adultos sanos a los que también se les había ejecutado previamente escáneres y con una base de datos que incluía los resultados de otros 1.500 adultos sanos, con una edad media de 22 años.
El paciente más joven tenía tres meses en el momento de la cirugía, mientras que el mayor tenía once años. Los seis pacientes habían sufrido ataques epilépticos desde que eran niños, uno de ellos había tenido los primeros a los pocos minutos de nacer.
A cuatro niños se les extrajo el lado derecho del cerebro, mientras que en los dos restantes fue el lado izquierdo. Las causas eran variadas: en dos casos era un ictus alrededor del parto, en otros tres era encefalitis de Rasmussen, que genera epilepsia y daño cerebral, y en el sexto era una displasia cortical.
Para sorpresa de los investigadores, los niños, que ahora tienen más de 20 años, tienen el cerebro en perfectas condiciones. Tanto, que todos ellos podían hablar, incluso las personas que les habían extirpado el hemisferio izquierdo. Esto pasa porque la zona que controla el habla cambia de hemisferio si detecta que su lugar habitual está dañado.

El cerebro es elástico

En el cerebro hay una serie de circuitos funcionales que podrían ser el sustrato de nuestras emociones, de la cognición, de los comportamientos. En el estudio los investigadores se fijaron llamados procesos cognitivos, que se trata de las operaciones mentales que realiza el cerebro para procesar información.
Al ver el informe de los pacientes con una única mitad esperaron ver una actividad neuronal más débil. El equipo investigador esperaba ver una actividad neural más débil en los pacientes con hemisferectomía, pero no fue el caso.
Los investigadores parcelaron el cerebro en 400 zonas, 200 en cada hemisferio y establecieron siete redes funcionales. El mismo esquema de parcelas que se veía en personas sanas se podía distinguir sin problemas en las personas con medio cerebro.
La segunda fase del estudio consistió en comparar aquellos escáneres con otros realizados posteriormente, para la misma persona y la misma tarea. El objetivo era comprobar si reflejaban el mismo patrón de actividad.
El resultado de esta segunda parte muestra que los patrones de actividad eran consistentes a lo largo del tiempo. Eso fue la base para el paso final: revisar si las redes funcionales de los participantes con medio cerebro eran iguales o diferentes de las de personas sanas.
El grupo de científicos pudo reconocer las mismas redes en los pacientes con hemisferectomía. La principal y sorprendente conclusión fue que las seis personas operadas y los controles mostraban conexiones potentes y similares entre las regiones cerebrales que se asignan típicamente a la misma red funcional.
Estos resultados son inesperados e interesantes porque lesiones mucho menores producidas por un ictus, un accidente, un tumor u otras razones provocan efectos devastadores.
La gran capacidad de recuperación del cerebro se basa probablemente en dos aspectos: tiene muchos sistemas redundantes y una enorme capacidad de adaptación y flexibilidad, lo que se llama plasticidad neuronal. Por tanto, sería importante entender cómo el cerebro pone en marcha estos procesos reparadores o compensadores para desarrollar estrategias que mejoren las perspectivas de estos tratamientos.
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