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Algunos ratones recibieron una tanda de quimioterapia mientras con dos fármacos que son muy utilizados frente al cáncerPxhere

El ayuno corto provoca cambios en la sangre que reducen los efectos de la quimioterapia

Un estudio del Imdea Alimentación en Madrid revela que los cambios en algunas grasas de la sangre tras un ayuno corto se asocian a menos efectos adversos por quimioterapia, lo que se espera que abra la puerta a desarrollar estrategias personalizadas de dieta para reducir estos efectos adversos.
Las conclusiones del estudio, desarrollado junto al Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM-Hospital del Mar) en Barcelona y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, han sido publicadas en la revista Nature Communications.
Los investigadores han trabajado con datos de glóbulos rojos procedentes de voluntarios (sometidos a 36 horas de ayuno) y de ratones (sometidos a 24 horas de ayuno) y han permitido detectar que en ambos casos existe una respuesta coordinada tras el ayuno, con un aumento de ácidos grasos muy insaturados, que son conocidos por sus efectos saludables, según explican en un comunicado.
Seguidamente analizaron si estos cambios podían tener una relevancia clínica y, por este motivo, algunos ratones recibieron una tanda de quimioterapia mientras ayunaban durante 48 horas, con dos fármacos que son muy utilizados frente al cáncer pero que provocan grandes efectos secundarios en muchos órganos.
Se descubrió que, en general, el ayuno reducía la intensidad de los efectos secundarios en todos los ratones; pero, además había algunos que estaban más protegidos que otros, siendo los efectos secundarios menores en aquellos ratones que ya tenían niveles altos de ácidos grasos muy insaturados antes del ayuno.
Por ello, los investigadores destacan que así se puede explicar por qué personas con similar estado de salud responden «de forma diferente al ayuno» y a la protección que éste ofrece frente a la toxicidad de la quimioterapia.
Además, afirman que estos resultados abren la puerta a desarrollar una nutrición personalizada, identificando y tratando aquellas personas que puedan verse más beneficiadas de cambios de dieta inmediatamente antes y durante los ciclos de quimioterapia.
Los autores del trabajo apuntan que el siguiente paso lógico es intentar trasladar esta idea del ratón al humano, con un estudio clínico en pacientes sometidos a quimioterapia.
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