Enfermedad del Alzheimer

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Las siete reglas de una famosa neuróloga para retrasar el envejecimiento cerebral

La demencia es la pérdida de la capacidad de pensar, recordar y razonar

cerca de un millón de personas sufren alzhéimer, la causa más común de demencia. Los neurólogos explican que esta enfermedad es el resultado de cambios complejos en el cerebro que empiezan años antes de que aparezcan los síntomas y que originan la pérdida de neuronas y sus conexiones. Este trastorno cerebral destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar y, con el tiempo, la habilidad de llevar a cabo hasta las tareas más sencillas.

Una investigación que siguió a participantes femeninas durante dos décadas descubrió que siete hábitos saludables y factores de estilo de vida pueden desempeñar un papel en la reducción del riesgo de demencia.

La Dra. Pamela Rist, miembro de la Academia Estadounidense de Neurología y profesora de la Universidad de Harvard explica: «Dado que sabemos que la demencia puede comenzar en el cerebro décadas antes del diagnóstico, es importante que aprendamos más sobre cómo sus hábitos en la mediana edad pueden afectar su riesgo de demencia en la vejez» y añade: «La buena noticia es que elegir un estilo de vida saludable a partir de los 50 años puede reducir el riesgo de demencia más adelante».

Life's Simple 7

El estudio involucró a 13.720 mujeres participantes con una edad promedio de 54 años al comienzo del estudio y analizó su estilo de vida con base en los siete factores de salud cardiovascular y cerebral, conocidos como Life's Simple 7 de la American Heart Association que son:

  1. Estar activo
  2. Tener una dieta correcta
  3. Mantener un peso saludable
  4. No fumar
  5. Mantener una presión arterial saludable
  6. Controlar el colesterol
  7. Tener un nivel bajo de azúcar en la sangre

Después de 20 años de seguimiento, los investigadores analizaron los datos de Medicare para identificar a los que habían sido diagnosticados con demencia. De los participantes, 1.771, o el 13 %, desarrollaron demencia.

Para cada uno de los siete factores de salud, los participantes recibieron una puntuación de cero por salud deficiente o intermedia y un punto por salud ideal, para una puntuación total posible de 7. La puntuación media fue de 4,3 al comienzo del estudio y de 4,2 a los 10 años.

Después de ajustar factores como la edad y la educación, los investigadores encontraron que por cada aumento de un punto en el puntaje, el riesgo de demencia de un participante disminuyó en un 6 %. «Puede ser fortalecedor para las personas saber que al tomar medidas como hacer ejercicio durante media hora al día o mantener la presión arterial bajo control, pueden reducir el riesgo de demencia», agregó Rist.

Los beneficios del deporte

Un estudio reciente de la Universidad Rutgers-New Brunswick (Estados Unidos), publicado en la revista Aging Cell, confirmó los beneficios del deporte. Los investigadores afirman que realizar ejercicio físico activa las células del cerebro especializadas en la respuesta a la insulina, lo que se relaciona con una mejor función cerebral y una reducción del riesgo de demencia, un descubrimiento que podría servir para desarrollar terapias dirigidas para contrarrestar o prevenir esta afección.

«Creemos que este trabajo es importante, porque sugiere que el ejercicio puede funcionar para mejorar la cognición y la memoria al mejorar las capacidades de la insulina para actuar sobre el cerebro», ha afirmado el autor principal del estudio, Steven Malin, profesor asociado en el Departamento de Kinesiología y Salud en la Escuela de Artes y Ciencias de Rutgers.

Bacterias de la boca y la lengua

Los científicos también han identificaron otras vías por las que las bacterias pueden afectar a la salud cerebral. Un estudio reciente dirigido por la Universidad de Exeter (Reino Unido) sugiere que las bacterias de la boca y la lengua pueden estar relacionadas con cambios en la función cerebral a medida que se envejece.

La investigación, publicada en la revista PNAS Nexus, descubrió que ciertas bacterias se asociaban a una mejor memoria y atención, mientras que otras se relacionaban con un mayor riesgo de padecer Alzheimer.

Así, los científicos identificaron que por un lado, las bacterias nocivas pueden entrar directamente en el torrente sanguíneo y dañar el cerebro. Por otra parte, un desequilibrio entre bacterias beneficiosas y perjudiciales puede reducir la conversión de nitrato (abundante en dietas ricas en vegetales) en óxido nítrico, una sustancia química crucial para la comunicación cerebral y la formación de la memoria.

La profesora Anne Corbett, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter asegura que «las implicaciones de la investigación son profundas. Si ciertas bacterias favorecen la función cerebral mientras que otras contribuyen a su deterioro, los tratamientos que alteren el equilibrio de las bacterias de la boca podrían formar parte de una solución para prevenir la demencia. Esto podría hacerse mediante cambios en la dieta, probióticos, rutinas de higiene bucal o incluso tratamientos específicos», concluye.

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