La Gran Muralla de Japón», la última defensa antitsunamis
La impresionante «muralla» de hormigón que protege a Japón de los tsunamis tras cada terremoto
El último temblor registrado en el país nipón ha puesto en valor las distintas medidas implantadas por el Ejecutivo nipón para prevenir tsunamis
Japón continúa recuperándose tras uno de los sustos sísmicos más destacados de los últimos años. El terremoto de 7,5 grados detectado este lunes en las inmediaciones de las prefecturas japonesas de Hokkaido y Aomori provocó que 30 personas resultaran heridas. El temblor, seguido de un aviso por tsunami, puso en alerta a un país ya acostumbrado a este tipo de catástrofes naturales.
Sin ir más lejos, en enero de 2024 el terremoto de Noto –de 7,6 grados– provocó cientos de víctimas y daños significativos. De igual manera, el sismo de 2016 en Kumamoto generó alertas de tsunami al igual que el último temblor registrado en las últimas horas. Sin embargo, la catástrofe sísmica más grave sufrida en territorio nipón en lo que llevamos de siglo fue el seísmo de Tohoku (Japón) en 2011, que alcanzó los 9,1 grados.
Esta tragedia medioambiental supuso un duro golpe para la sociedad japonesa, como consecuencia de la muerte de más de 20.000 personas. El temblor, seguido del posterior accidente nuclear y tsunami generó que más de 27.000 personas tuvieran que ser evacuadas.
Con el recuerdo de este cataclismo aún en la memoria, cobran especial protagonismo las distintas medidas promovidas por el Ejecutivo nipón en los últimos 14 años. Retrocediendo de nuevo a 2011, el maremoto de Tohoku llegó a generar olas de más de 40 metros de altura en algunas áreas, lo que provocó un antes y un después. Por ello, el Ejecutivo del país puso en marcha una red de muros capaz de frenar la fuerza del agua.
Parte del 'muro antitsunamis' en la ciudad de Rikuzentakata, en la prefectura de Iwate, Japón
Conocidos como 'muros antitsunamis', estas infraestructuras hechas de hormigón fueron creadas para proteger la costa y las poblaciones cercanas frente al impacto de tsunamis. Su función principal es reducir la fuerza del agua y, de esta forma, evitar que las olas arrasen las zonas habitadas. Dependiendo de la zona, la altura de estos muros varía. En general miden entre 5 y 15 metros, aunque algunos de ellos pueden incluso superar los 20 metros de altura.
La obra, cuya inversión superó los 6.800 millones de dólares, se realizó a lo largo de las costas nororientales del país, con una longitud de 430 kilómetros. Tal es la envergadura de esta infraestructura que fue denominada como la «Gran Muralla de Japón».
De igual manera, esta megaestructura no ha sido la única medida promovida por el país ante posibles tsunamis. En primer lugar, este tipo de 'protecciones' suelen estar acompañadas por sirenas, sensores sísmicos, torres de vigilancia y rutas de evacuación señalizadas, formando parte de una estrategia de defensa más amplia.
Letrero de un edificio antitsunamis en Japón
Asimismo, otro de los escudos antitsunamis se encuentra en la propia naturaleza. El Ejecutivo nipón implementó medidas como bosques protectores. Para ello, se plantaron millones de árboles justo detrás la gran muralla japonesa con el objetivo de crear barreras naturales que ayuden a absorber la energía de las olas y reducir la erosión.
Esta práctica es de sobra conocida por los expertos. Un estudio publicado en 2020 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences reveló cómo la colocación de hileras de colinas verdes a lo largo de las costas pueden ayudar a evitar la destrucción provocada los tsunamis.