Diego Gómez-Arroyo
Diego Gómez-Arroyo

Rematando la temporada... y empezando la siguiente

Es entonces cuando empieza una época ilusionante, cimiento de las próximas temporadas: los cruces. Elegir a la madre y al padre

Actualizada 07:27

Dos cazadores junto a sus perros

Dos cazadores junto a sus perrosCedida

Mediados o finales de febrero supone, según cada Comunidad Autónoma, el final de la temporada de monterías. A muchos nos embarga una sensación de melancolía y desazón importante. Se para de sopetón lo que llevamos haciendo desde finales de septiembre durante todos los fines de semana, fiestas de guardar y algún día entre semana. Como cantaba María Jiménez, ¡se acabó!

¿Y ahora qué hacemos? La verdad es que vivo, siento y padezco ese sentimiento de abandono, pero es efímero y, superado el fin de semana siguiente, se va. Es tiempo de recuperarse del cansancio acumulado, diluir la pena que supone parar los perros en su mejor momento y de un montón de sentires que solo los que estamos en este mundo entendemos y soportamos en silencio para no ser tildados de locos.

Sin embargo, a principios de marzo empieza ya la próxima temporada. ¿Pero si ya no hay monterías? Y así es, pero las monterías son la causalidad de la rehala o viceversa. Aquí no hay azar. La una permite la aparición de la otra y, por ello, pronto hay que ponerse manos a la obra.

Ya solo queda esperar a los campeos de agosto

Si bien son meses más tranquilos y con menos emociones, a mí me entusiasman. Hay que tener en cuenta que lo que se haga en la época de veda, tendrá su eco en la temporada. Por ello es muy importante encararlo con ánimo y, sobre todo, con pasión. Lo inmediato es lo rutinario. Mantenimiento y limpieza de las perreras. Como deportistas de élite que son, hay que seguir dando a los perros una buena alimentación que les ayude tanto en la recuperación como a soportar los últimos coletazos del invierno. También hay que curar las heridas o enfermedades contraídas durante la temporada. Es esencial contar con el apoyo de un veterinario. La pronta recuperación es clave. Cuanto más tiempo pase, más sufrirá el organismo y podrán incluso aparecer secuelas.

Un cazador acompañado de su rehala

Un cazador acompañado de su rehalaCedida

En nuestro caso, según terminamos quitamos los collares de montear. Los perros saben lo que eso significa. La pena se apodera de ellos. Son conscientes de que, por delante, más allá de las horas de patio diario, no hay emociones. Ya solo queda esperar a los campeos de agosto.

Seguimos con el desmontaje de la furgoneta y su desinfección, orden y limpieza a fondo, sin olvidar la cabina y la zona de almacenaje. Archivar papeles, sacar, limpiar y engrasar botas y cueros, hacer lo propio con los cuchillos, chubasqueros… También es momento de hacer inventario de medicamentos y productos veterinarios, poniendo especial atención a su caducidad. En definitiva, dejar todo listo para su uso en otoño.

Como con todo lo que termina, es momento de hacer balance. No hablo de resultados ni de trofeos, sino de analizar cómo han estado los perros. Tenemos que ser autocríticos y muy exigentes con nosotros mismos para identificar así oportunidades de mejora. ¿Cómo hemos estado? ¿De qué adolecemos o estamos pasados? ¿Estoy bien de lengua? ¿Y de vientos? ¿Me falta profundidad? ¿Quizás estoy corto de valentía?

La rehala es algo que está en constante evolución. Cada uno de sus integrantes desempeña un papel en el mantenimiento del equilibrio buscado por el perrero. Por lo tanto, cualquier cambio altera esa estabilidad tan difícil de conseguir y de mantener. Como no estemos atentos, se nos va. ¡Y qué complicado es recuperarla! Esto es lo más bonito de la rehala: ser capaz de ver lo que cada uno de los perros es, tiene y aporta al conjunto. Conocer sus personalidades -sí, personalidad- y sus capacidades, y como éstas impactan en el grupo. La temporada sirve precisamente para esto, para identificar las características de cada perro y su reflejo en el equipo. En conclusión, ¿qué tenemos que hacer para mantener lo que queremos y buscamos? ¿Qué tenemos que hacer para mejorar? El conformismo es nuestro peor enemigo.

Es entonces cuando empieza una época ilusionante, cimiento de las próximas temporadas: los cruces. Elegir a la madre y al padre. Si los conocemos con detalle, a ellos y su encaste -antepasados en varias generaciones atrás- el ratio de acierto incrementará exponencialmente. Son meses apasionantes, antesala de algo esencial y precioso también, la cría y posterior doma, de lo que ya hablaremos otro día.

Termino. Para mí, la temporada, es como hacer una lumbre. La preparas con ganas y detalle antes de encender y te preocupas de tener leña cortada cerca. Entonces enciendes y, cuando está en su máximo, no dejas que se apague, sino que constantemente la avivas. Al final, queda el rescoldo, y ese rescoldo no se debe de apagar nunca. Nos debe acompañar durante toda la veda para que no se nos olvide la anterior, poniendo la mirada en la siguiente. Así, cuando toque encender de nuevo, tendremos una buena brasa sobre la que empezar de nuevo.

  • Diego Gómez-Arroyo es perrero

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