Edificio Europa, sede del Consejo de la UE, en Bruselas
La UE acepta el chantaje de Marruecos para colar los productos del Sáhara en su acuerdo comercial
Los peores presagios para los agricultores españoles y los ciudadanos saharauis están a punto de hacerse realidad. La cuenta atrás para que entre en vigor la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) del 4 de octubre de 2024 que obliga a que los productos cultivados en el Sáhara Occidental sean etiquetados como saharauis y no marroquíes finaliza en este sábado; sin embargo, la Unión Europea ya ha cerrado una vía –que ha de ser ratificada por los Estados miembro– para que el acuerdo comercial con Marruecos pueda incluir los productos del Sáhara sin saltarse la ley.
Esta sospecha rondaba a los agrarios desde hace meses, tal y como adelantó El Debate, que el pasado junio hizo saber que los productores españoles temían que la Comisión Europea trabajaba en una estrategia que permitiese al reino de Mohamed VI continuar operando en los mismos términos y sin verse perjudicado por la aplicación de la sentencia.
Entonces, los agricultores españoles trasladaban oscurantismo y falta de transparencia en las rondas de contactos con las instituciones europeas, a las que reprochaban la falta de profundización. Ahora, en consonancia con lo publicado por ABC y confirmado por este diario, el Consejo de la UE ha trasladado una propuesta que modifica el acuerdo de asociación UE-Marruecos para que los cultivos del Sáhara continúen entrando en la UE con arancel reducido y sin saltarse la ley.
Esta decisión de la UE provoca una ruptura total con el campo español, especialmente con los productores de tomates y melones, los perjudicados por la avalancha de producto de origen saharaui que se cuela en el acuerdo con Marruecos.
Para consumar la trampa, cuyo plan se ha tramado «bajo un secretismo total» entre la UE y Marruecos, el Consejo europeo aceptaría los productos del Sáhara Occidental en el Acuerdo Euromediterráneo al entender que la sentencia del TJUE dictamina que el pueblo del Sáhara Occidental da su consentimiento «de manera implícita» si se beneficia del mismo.
El resquicio legal al que se agarra el Consejo de la UE es que el TJUE considera que el término «pueblo del Sáhara Occidental» se refiere estrictamente a los pueblos indígenas del Sáhara Occidental, los cuales se han dispersado desde que Marruecos asumió la administración del territorio desde 1975; mientras que el Consejo esgrime que el «pueblo del Sáhara» se refiere a los habitantes actuales del territorio, indígenas y no indígenas, en su mayoría inmigrantes marroquíes que trabajan las explotaciones agrícolas de la discordia y que sí sacan beneficio del trato. De ahí ese consentimiento explícito.
Esta inclusión del territorio saharaui en el acuerdo comercial de la UE con Marruecos extiende la sangría del tomate español. La exportación de tomate de España a la UE ha pasado de 786.599 toneladas en 2014 a 591.098 toneladas en 2024, (excluyendo a Reino Unido) reduciéndose un 25 %, mientras que las importaciones españolas de tomate de Marruecos han crecido un 269 % en el mismo período, pasando de 18.045 toneladas a 66.624 toneladas.
José María Castilla, director de la oficina de Asaja en Bruselas, incide en conversación con El Debate que, como este arreglo se ha realizado como procedimiento de urgencia no tiene que pasar por el Parlamento Europeo y únicamente necesita la ratificación del Consejo: «Esto en el Parlamento no habría obtenido el visto bueno, pero es más que evidente que esto lo han pactado los grandes afectados, España y Francia, para que el resto de países no lo impidan».
El dirigente de Asaja señala que esta implementación no solo tendrá consecuencias en tomates y melones, sino que provocará una distorsión en otros productos. «Por ejemplo, si Almería pierde producciones de tomate por falta de competitividad en favor de otras como puede ser el pepino o el calabacín, se multiplicarán las existencias de estos últimos y bajarán los precios», indica Castilla.
La prioridad de Marruecos con el Sáhara va mucho más allá de que sus frutas y hortalizas gocen de beneficios para acceder al mercado europeo, ya que el plan de Rabat consiste en que se reconozca su soberanía sobre el terreno que un día fue colonia española. Una de las medidas ejercidas por Marruecos para que la UE aumente su interés en buscar una fórmula que amplíe la alianza es la presión migratoria. El campo vuelve a sentirse moneda de cambio por intereses mayores, en este caso sacrificar parte de su valor productivo para evitar una oleada migratoria en la frontera sur de Europa.