Cerdos en una granja en España

Cerdos en una granja en EspañaEuropa Press

Crisis por la peste porcina: «La fauna salvaje lleva diez años descontrolada por las presiones ecologistas»

El 28 de noviembre de 2025, día en el que España detectó su primer caso de peste porcina africana (PPA) desde 1994, ha supuesto un punto de inflexión para el sector ganadero nacional.

El hallazgo de dos jabalíes muertos por la enfermedad en Bellaterra (Barcelona) ha tenido un efecto inmediato en uno de los pilares de la producción ganadera en España. El virus, que no representa riesgo para los consumidores ya que no se transmite a humanos ni afecta a la calidad de la carne de cerdo, ha provocado el cierre de las importaciones de porcino español en 20 países, entre los que destacan importantes mercados como Japón, México, Malasia o Taiwán.

China, principal destino de la carne de cerdo española, mantiene abierto el canal comercial, que además está protegido por un acuerdo que –en caso de que la peste llegue salte de la fauna salvaje a los cerdos– permitiría que las restricciones solo se aplicaran sobre las provincias afectadas.

La incertidumbre y la cercanía de la catástrofe que supondría para los ganaderos el salto de la enfermedad a las granjas de porcino hace contener el aire en un sector que apunta con claridad al origen de la cuestión: «Cuando se habla de regular la fauna salvaje siempre hay presiones externas en contra, pero cuando el problema llega derivado de este exceso corremos en busca de una solución. La fauna salvaje lleva diez años descontrolada por las presiones ecologistas», apunta en conversación con El Debate Jaume Bernís, responsable de porcino en COAG y representante en Copa-Cogeca.

Bernís, ganadero de porcino en Cataluña, señala que «muchos discursos animalistas y ambientalistas inciden en restringir, cerrar y prohibir en vez de controlar la fauna salvaje, que ahora ha originado un grandísimo problema», lejos de buscar un equilibrio basado en la ciencia y que considera necesario para la convivencia.

La caza destaca como la gran arma contra la sobrepoblación de jabalíes; sin embargo, los ganaderos reprochan a la Administración que no reivindiquen el valor de la herramienta cinegética de forma preventiva. «Los cazadores están desanimados porque les ponen muchas trabas para continuar con su actividad. Ese perjuicio sale a relucir ahora, que vemos que la incidencia de fauna salvaje va en aumento», indica Bernís.

Según datos de la Real Federación Española de Caza (RFEC), en España se estima una población cercana a los 2 millones de jabalíes, ocupando el 95% del territorio español y con una tasa de crecimiento anual entre el 10-15 %. El ente federativo reivindica la caza sostenible y regulada, la gestión cinegética y el control poblacional para mantener el equilibrio al que alude el dirigente de COAG y así evitar superpoblaciones que incrementen riesgos y daños, asegurar la salud pública y preservar los hábitats.

«En la caza, como en la agricultura y en la ganadería, no se da el relevo generacional porque los jóvenes aprecian el desánimo que sufren los mayores. No podemos permitir que transmisores de enfermedades letales que significan la muerte de nuestra ganadería estén paseándose de un lado para el otro. España tiene que cambiar el chip y acabar con este descontrol de la fauna salvaje», insiste el responsable de porcino en COAG.

La RFEC ha trasladado a este diario su disposición total al Gobierno de España y a las comunidades autónomas para trabajar «en todo lo que sea necesario» para contener el brote de peste porcina africana. «Desde campañas de comunicación, colaboración en protocolos, vigilancia sobre el terreno y, por supuesto, control poblacional del jabalí cuando las autoridades lo soliciten. Nuestra voluntad es máxima: estamos aquí para colaborar y para proteger tanto al medio rural como al sector porcino, que es clave para nuestro país», subrayan en la Federación.

Dentro del perímetro más estricto para contener la PPA, establecido en un radio de seis kilómetros desde el punto de detección, hay una granja de porcino cuyos animales han sido analizados, todos con resultado negativo. En el segundo radio, el de 20 kilómetros, hay 36 explotaciones y el ha sido resultado el mismo. «Dentro de lo malo parece que el foco está muy concretado y hay que aislarlo para que no se extienda», asevera Bernís, que ahonda en la gravedad de esta crisis: «Puede ser letal para mucha gente. El porcino ocupa el 40 % de la producción final ganadera, hay un volumen económico tremendo y las repercusiones en muchos eslabones de la cadena serán ser catastróficas si esto va a más».

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