El astronauta de la NASA Frank Rubio recibe asistencia tras su regreso a la Tierra el pasado 27 de septiembre
El astronauta Frank Rubio cuenta cómo fueron sus 371 días varado en el espacio
El estadounidense de padres hispanos se convirtió en septiembre en el miembro de la NASA que más tiempo ha pasado en órbita
Frank Rubio, el astronauta de la NASA que pasó 371 días en la Estación Espacial Internacional (EEI), ya está casi al 100 % recuperado de su larga estancia en condiciones de microgravedad cuando se cumplen casi tres semanas de su regreso a la Tierra.
Rubio, médico y piloto militar de profesión, superó el pasado 11 de septiembre a Mark Vande Hei como el astronauta de la agencia espacial estadounidense que más tiempo ha pasado en órbita. Su retorno, previsto para marzo, se vio frustrado después de que la nave rusa Soyuz MS-22 que debía traerlo sufriese una avería en el sistema de refrigeración del casco exterior. Por ello, y debido a la falta de asientos en las naves de otras tripulaciones que también se encontraban en la EEI, tuvo que esperar hasta septiembre para descender a tierra a bordo de otro vehículo que fue enviado para solventar la emergencia, la Soyuz MS-23.
Durante ese tiempo, Rubio permaneció pacientemente en la Estación junto a sus compañeros de tripulación, los cosmonautas rusos Serguéi Profokiev y Dmitri Petelin. Al igual que él, ambos se vieron afectados por el percance técnico y tuvieron que prorrogar su estancia.
«El hecho de que iba a pasar un año entero encerrado fue una especie de tortura para mí, pero es parte de la misión. Fue necesario un pequeño cambio mental y decir: 'Oye, este es mi mundo durante los próximos 12 meses y tengo que lidiar con eso'», comentó Rubio durante una rueda de prensa celebrada el pasado viernes en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.
Durante la inesperada prórroga de seis meses, dijo, ahondó en sus experimentos científicos y aprendió de sus errores para mejorar los resultados. Tal fue así que hasta logró algún que otro hito: «Coseché, creo, el que fue el primer tomate en el espacio, y lo metí en una bolsita», apuntó. Sin embargo, el fruto desapareció posteriormente: Rubio sospecha que, al secarse, otros astronautas tal vez pudieron confundirlo con basura y desecharlo. «Algunos dirán que probablemente me lo comí», bromeó.
Nacido en Los Ángeles aunque hijo de padres salvadoreños, dijo que sobrellevó mejor ese segundo semestre sobrevenido a 700 kilómetros de altura gracias al apoyo de su familia, de sus amigos y de la comunidad hispanohablante, además de «la fe» que mantuvo todo este tiempo. Además de los suyos, lo que más echó en falta en sus 371 días en órbita fue salir y disfrutar de la naturaleza, una privación que también le sirvió para apreciar «lo único» que es este planeta.
Recuperación
Tras dos semanas y media en tierra y tras volver a dormir bien a los pocos días, su cuerpo ya se ha adaptado prácticamente a la gravedad, a excepción de algunos dolores en la zona lumbar y en los pies.
«Caminar duele un poco los primeros días, la planta de los pies y la zona lumbar (...). Creo que hay un cierto nivel de dolor que viene con el hecho de que tu espalda baja ahora soporta la mitad de tu peso. Lo mismo para tus pies, la parte superior de mis pies la he estado usando para engancharme a pasamanos durante el año pasado. Y de repente ahora cargan con todo mi peso. Tres días después [de volver el 27 de septiembre] el vértigo ya se había ido (...). Durante los primeros días te desvías hacia la derecha o hacia la izquierda mientras intentas caminar recto. Y tu mente está perfectamente clara, pero tu cuerpo simplemente no responde como esperas. Todavía me duelen las plantas de los pies por el simple hecho de estar de pie y caminar (...). Entonces no puedo decir que estoy al 100%. Pero en cuanto a vértigo estoy al 100%. Cuando conduzco no hay ningún tipo de desorientación, todo parece perfectamente normal», explicó.
Actualmente, el récord global de más tiempo seguido pasado en el espacio lo ostenta el cosmonauta ruso Valeri Polyakov, fallecido en 2022 y que logró su gesta durante su estancia en la estación Mir entre 1994 y 1995.
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