Un científico español explica por qué el terremoto de Rusia no llegó a provocar un megatsunami

Han pasado ya varios días desde que la tierra temblara en suelo ruso. El pasado 30 de julio, un terremoto de 8,8 grados sacudió la península de Kamtchatka, en Rusia. El temblor marcó un auténtico récord tras convertirse en el octavo de mayor magnitud documentado desde que existen registros.

Afortunadamente, a pesar de la violencia del temblor, no se comunicó ninguna víctima mortal. De hecho, solamente se reportaron algunos heridos leves. En este contexto, surge la gran pregunta: ¿por qué no hubo ningún fallecimiento dada la gran intensidad del seísmo?

Para hacernos una idea, el terremoto de 2011 en Tohoku (Japón) provocó un tsunami que acabó con la vida de 22.000 personas. De igual manera, más de 400.000 edificios quedaron totalmente destruidos, mientras que la planta nuclear de Fukushima fue golpeada por una ola de 14 metros, liberando una radiación que aún persiste actualmente. De igual manera, el terremoto y posterior tsunami que azotó el Índico en 2004 provocó la muerte de 240.000 personas, una tragedia sin precedentes.

Sin embargo, las consecuencias del terremoto ruso han sido prácticamente inexistentes. El impacto inmediato se sintió en la ciudad de Petropávlovsk-Kamchatski, la más grande cerca del epicentro, solamente causando varios heridos. En palabras del gobernador de la región, Vladimir Solodov, el operativo fue un completo éxito.

De igual manera, los expertos detallan que dada la zona en la que tuvo lugar el epicentro, las consecuencias fueron mucho menos devastadores que si el seísmo hubiera sucedido en otra zona del planeta.

«Esto ha ocurrido en una zona muchísimo más remota donde la población está mucho más alejada, a diferencia de cómo ocurrió en el Índico, en Japón», destacaba Jorge Macías, profesor e investigador de la Universidad de Málaga en una entrevista concedida a La Mañana Fin de Semana de COPE.

Asimismo, el experto ha querido detallar los motivos por los que el terremoto no generó un tsunami de enormes proporciones. Según Macías, un tsunami no depende exclusivamente de la magnitud del terremoto, sino también de la falla donde se produce ese seísmo.

«Depende de cómo haya sido el movimiento, de lo que se llama el mecanismo focal de esa falla. Si el movimiento es más vertical, tiene mayor poder de generar un tsunami o si es más horizontal, tiene menor poder. Entonces eso es también un factor importante y, por tanto, no solo la magnitud es un número absoluto que nos indique cuál es el potencial de ese tsunami que se va a generar», señala el experto.

Finalmente, el investigador español ha querido destacar la importancia de los sistemas de simulación en tiempo real –los cuáles pueden llegar a predecir a qué velocidad puede propagarse un tsunami tras un terremoto–, y de cómo se gestionaría en España un seísmo de tal magnitud en el Mediterráneo.

«En España ya contamos con un sistema de alerta temprana de tsunamis operativo en el Instituto Geográfico Nacional (IGN). En el Mediterráneo, podríamos tener apenas 20 minutos para reaccionar desde que se produce el sismo hasta que llegue la ola», sentencia Macías.