Derrumbe de la Pagoda Maha Myat Muni tras el terremoto de Birmania el pasado mes de abril
Ciencia
¿Hay una relación directa entre los terremotos y la extracción de petróleo? Esto dice la ciencia
Actualmente, existe una clara evidencia científica que demuestra que tanto la inyección de aguas residuales como la extracción de petróleo pueden desencadenar terremotos locales
En las últimas horas, la tierra tembló de una manera pocas veces vista en las últimas décadas. El terremoto de 8,8 grados registrado en la península rusa de Kamchatka se convirtió en el octavo de mayor magnitud documentado desde que existen registros. Asimismo, solo en este siglo ha sido superado por el que tuvo lugar en Tohoku (Japón) en el año 2011, que alcanzó los 9,1.
Afortunadamente, lo vivido en suelo ruso en la madrugada de este miércoles no es algo que se registre de manera habitual en nuestro planeta. Según los datos del Centro Nacional de Información sobre Terremotos, ocurren aproximadamente 20.000 terremotos cada año –unos 55 por día– en todo el mundo, aunque la gran mayoría de ellos son muy pequeños. Por otra parte, si atendemos los datos del Servicio Geológico de EE.UU. (USGS por sus siglas en inglés), esta cifra se dispara. Según el servicio estadounidense, se estima que ocurren medio millón de terremotos detectables al año, de los cuáles 100.000 son sentidos por las personas –siendo unos 100 de gran envergadura–.
La gran mayoría de ellos –cerca del 90 %– tienen lugar en el denominado 'Cinturón de Fuego del Pacífico', como consecuencia de la actividad de las distintas placas tectónicas que convergen en esta zona. Sin embargo, un seísmo no solo puede llegar a estar provocado por el movimiento tectónico. En los últimos años, una decena de estudios han puesto el foco en cómo la extracción de elementos como petróleo y gas puede influir en el movimiento de la corteza terrestre.
De entre todos ellos destaca un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, que señala cómo el desarrollo de recursos en yacimientos de petróleo y gas no convencionales a veces se acompaña de terremotos imprevistos. Este fenómeno, conocido como 'sismicidad inducida', se debe principalmente a los movimientos generados por la actividad humana. De hecho, en los últimos años, una gran cantidad de seísmos han sido provocados por este tipo de prácticas, siendo la principal causa de temblores como los que tuvieron lugar en Oklahoma en septiembre de 2016 –de 5,8 grados– y el de Sichuan en diciembre de 2018 –de 5,2–.
«Los modelos actuales indican que estos terremotos inducidos se producen por la activación de un sistema de fallas preexistente debido a una combinación de aumento de la presión de poro, un cambio en las condiciones de carga de falla derivadas de efectos poroelásticos o un deslizamiento lento precursor de fallas», señalan los investigadores.
Infografía del terremoto de Kamchatka
De igual manera, un estudio liderado por el geofísico Matthew Fox, de la University College London, reveló como la serie de sismos que sacudió la región de Surrey –al sureste de Inglaterra– fue consecuencia de la actividad petrolera. En concreto, entre 2018 y 2019 se registraron más de 100 pequeños terremotos –de entre 1,3 y 3,1 grados de intensidad–, provocando grietas en varias viviendas de la ciudad de Newdigate.
Estos casos no son los únicos. Tenemos que retroceder medio siglo para encontrar registros similares a lo largo del planeta. Entre 1975 y 1982 una serie de terremotos fue atribuida a la inyección y extracción de petróleo, agua y gas en el campo Cogdell, Texas. Años después, un estudio publicado en PNAS reveló que los terremotos registrados en la misma zona entre 2006 y 2011 fueron consecuencia de la inyección de volúmenes significativos de gas –incluido dióxido de carbono– en los pozos de Cogdell.
En resumen, hay abundante evidencia científica que demuestra que tanto la inyección de aguas residuales como la extracción de petróleo pueden desencadenar terremotos locales. Aunque la mayoría de estos sismos son pequeños, algunos han llegado a provocar daños. La influencia depende de factores geológicos locales, proximidad a fallas, volumen y ritmo de inyección o extracción.