1. Vértigo (1958)
El largometraje más hipnótico de la historia del cine, una historia tan inquietante como fascinante con los actores (James Stewart y Kim Novak), el director (Alfred Hitchcock), el compositor de la banda sonora (Bernard Hermann) y en general todo el que pasaba por allí en estado de gracia. Una película tocada por la mano de Dios. Se presentó en la sexta edición del Festival de San Sebastián y le dieron la Concha de Plata, pues la de oro fue a caer a 'Eva quiere dormir', del polaco Tadeus Chmielewski. Es sin duda el mayor ridículo de la historia del certamen donostiarra, junto al de aquel año en que fue 'Muerte entre las flores', la obra maestra de los Coen, y le dieron el principal premio a 'Las cartas de Alou'.