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23 de abril de 2024

Chicote media entre Silvia y Nerea, en el 'Pesadilla en la cocina' de este jueves

Chicote media entre Silvia y Nerea, en el Pesadilla en la cocina de este juevesLa Sexta

Pesadilla en la cocina  El «sargento» Chicote pone firme al jefe de un restaurante temático militar

El chef intenta reflotar en Valencia un local con un dueño y un cocinero «pasotas»

En el local hay una foto de cuando Chicote hizo la mili. Tiene su sentido, pues se trata de un «restaurante temático militar», único en su especie. «No hay ningún bar igual en España. Un bar en recuerdo al que hizo el servicio similar», explica Jose, su propietario. Es el que ha llamado al chef, que se presenta en Valencia con el objetivo de resucitar un local que en el poco tiempo que lleva abierto ha generado en torno a 70.000 euros de deuda, mientas los ingresos dan «para pagar la luz y poco más».
Se llama 100 Quintos de Zapadores y Chicote se toma lo de renovarlo como una operación especial: «Tenemos una misión. Es la Operación Peluso», anunció solemne.
La decoración espanta al chef madrileño. Objetos militares esparcidos como en un mercadillo infame. Un maniquí vestido de militar le da un susto de muerte.
El maniquí hablador que asustó a Chicote

El maniquí hablador que asustó a ChicoteLa Sexta

Un equipo peculiar

El equipo con el que cuenta el chef en su misión es reducido y familiar. La pareja de Jose, Silvia, hace de jefa en ausencia del dueño, que es funcionario y juerguista. Los camareros son un tipo con nombre de personaje de La Casa de Papel, París, y Nerea, sobrina de Silvia. Y, en los fogones, el cocinero Mamadou: «Me gusta transmitir paz. Soy una persona muy pasota».
Jose y Silvia, en primer término. Al fondo, Nerea

Jose y Silvia, en primer término. Al fondo, NereaLa Sexta

«Haría falta más disciplina, como en el Ejército», pide Jose, pero consejos tengo que para mí no tengo. «Lo que haces es tocarte los huevos», reprochó Chicote. «No vale ni para comprar», resumió Mamadou. «No es que necesite ayuda, es que quiere que le haga yo el trabajo».

Una carta en la que algo hay

El restaurante tiene dos cartas, la convencional y una de bocatas (que incluye el bautizado como Blas de Lezo). Que algo figure en una u otra no es garantía de que se pueda comer en el local: «Puede haber algo», advirtió Nerea, la camarera. Una ristra de lo que ofrecen no es que no lo tengan, es que no saben ni lo qué es. Y lo que había no era: el ajoarriero era patata con mayonesa y pimentón. La «paella tierra, mar y aire» no tiene nada del mar ni del aire.
Así las cosas, el primer servicio al que asiste Chicote es un disparate. Clientes que piden a la carta, pero que se encuentran con la respuesta «de eso no hay». Entre lo que no hay figura el líquido elemento, el agua: «Los que vienen aquí solo beben cerveza», se excusa Jose. «Son borrachos», apuntilla París, el camarero.
Para amenizar aún más el asunto, la tía se pelea con la sobrina. Para redondear, un apagón deja a oscuras 100 Quintos de Zapadores.
Los clientes se van. Caja cero.
En el segundo servicio al que asiste el laureado chef las cosas no van mejor. Nueva pelea entre tía y sobrina. Esta vez llega a la calle. Chicote hace de pacificador entre ambas.

La resurrección

Todo esto ocurre antes de que el equipo de Pesadilla en la cocina renueve el local (toda la cacharrería al contenedor más próximo) y proponga una nueva carta. La ilusión se apodera de todo el equipo. Bueno, no de todo. Jose se escaquea y se pone a beber cerveza. El sargento Chicote azuza su orgullo: «¿Tú que eres? ¿El puto Oso Yogui?».
En su ausencia, toma el mando Silvia. Y saca adelante el servicio y abre una puerta a la esperanza. Ella y Chicote pusieron a todos firmes.
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