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29 de abril de 2024

Juan Ortega sale a hombros en Valdemorillo el pasado sábado

Juan Ortega sale a hombros en Valdemorillo el pasado sábadoGTRES

La tergiversación y la mentira de los antitaurinos sobre las subvenciones a la tauromaquia

La única subvención que recibe la tauromaquia del Estado son 65.000 euros frente a los 167 millones, por ejemplo, que recibió el cine en 2023

Los antitaurinos, con el ministro de Cultura a la cabeza, se han puesto a contar mentiras con la intención de prohibir la Fiesta, patrimonio cultural de España por historia y por Ley. El renovado impulso les viene del gobernante Urtasun y su declarado odio a la tauromaquia. Pero se han pasado en el batiburrillo. Señal inequívoca de que saben (y piensan) que no tienen la razón de su parte para conseguir llevar a cabo sus propósitos totalitarios.

65.000 euros

Algunos intoxicadores especialmente exaltados han llegado a contar en las redes sociales que la tauromaquia recibe ¡500 millones! de euros en subvenciones. Y por qué no, puestos a decir barbaridades, fantasías con las que solazar la perversidad en la falacia de su (intento de) tiranía ideológica, 1.000 millones o un billón.
La realidad, afortunadamente para los taurinos y también para los antitaurinos, especialmente para aquellos que no quieran verse fundamentados en patrañas, es que la única subvención del Estado que recibe la Fiesta, patrimonio cultural español, es de unos magros 65.000 euros (divididos en 35.000 para la Fundación Toro de Lidia para la difusión y promoción de la tauromaquia, y 30.000 euros para el Premio Nacional anual de Tauromaquia).

Ayudas y no subvenciones

Magros en comparación a lo que recibe el cine: 167 millones. 65.000 euros frente a 167 millones. Esto sería todo. Pero la información se va ampliar un poco más. Los antitaurinos falsificadores y creadores de confusión advierten de una red oculta y oscura de «subvenciones». Aida Gascón, activista en defensa de los animales y directora de Anima Naturalis, es un poco más «prudente» y cita el montante de lo destinado por los municipios españoles en 40 millones (ya son algo menos que 500), pero claro, en este caso se habla de ayudas de municipios, no de subvenciones, que pueden darse un año y otro no, o cambiarse.
Exactamente igual que cualquier otra partida municipal dedicada, digamos a los feriantes o a la iluminación de la Navidad o de las fiestas patronales. Esto no son subvenciones sino ayudas, como se decía, y directamente son «incalculables», como afirma con sabiduría contrastada Andrés Amorós. También son incalculables las ayudas recibidas por los feriantes de los municipios, pero nadie está interesado en tergiversar ni en decir que los feriantes, o las orquestas de los pueblos, por ejemplo, reciben millones de euros (que los reciben) en subvenciones (que no son subvenciones).

Subvenciones europeas

Los antitaurinos meten en su saco imaginario las subvenciones, estas sí, de algunas comunidades autónomas, pero no citan que estas mismas comunidades autónomas, igual que los municipios, también subvencionan otras actividades culturales como el cine, para sumar un poco más a los 167 millones del Estado: 167 millones del Estado para el cine frente a los 65.000 euros del Estado para la tauromaquia, solo a modo de recordatorio.
También se refieren los antitaurinos falsarios a que los toros reciben «subvenciones» europeas, que son las mismas subvenciones, o «ayudas», mejor dicho, que reciben las ganaderías, sean de toro bravo o vacuno u ovino u «unicornil» si es que existieran los unicornios. El toro bravo es ganadería y como tal tiene el mismo derecho que otras a recibir las mismas ayudas, no faltaría más. Pero para los antitaurinos calumniadores todo es subvención, y solo la que se refiere a la tauromaquia. Por lo demás pasan de puntillas para que no se note, pero se nota, o al menos aquí se va a hacer notar.

Indiscutible la asistencia a las plazas

Todo es subvención como las recibidas por las consecuencias de la covid, las mismas que hasta la vicepresidenta Yolanda Díaz, antitaurina como su pupilo Urtasun, justificó sin peros, fueran destinadas al toro bravo o a las gallinas cluecas. Andrés Amorós, en amable atención y conversación pone un dato pesado como un pisapapeles (o como un pisasectarismos): 8 funciones con el aforo completo en el Teatro Real suman menos público que el de una sola novillada en Las Ventas: la acogida popular de los toros es «inmensa» en comparación a cualquier otra manifestación cultural.
Esto es para los antitaurinos tergiversadores que dicen que la Fiesta no es rentable. Pues a va ser que la ópera tampoco y no se pide su prohibición por este motivo como hacen los antitaurinos que manipulan los datos. Es imposible calcular con mínima exactitud el impacto de los toros en la economía, del mismo modo que en otros ámbitos. Pero la asistencia a las plazas es un dato mucho más que indiscutible en, por ejemplo, los tres llenos consecutivos del coso más grande en México en su reciente reapertura (y consolidación, tras el rechazo hoy del penúltimo intento de suspensión definitiva), o el de no hay billetes del inicio de la temporada en la feria de Valdemorillo.

La confusión

Por no hablar del bullicio incesante de las grandes ferias, mayor cuando se anuncian las figuras, del mismo modo que es mayor la asistencia de público al Teatro Real cuando está en cartel Rigoletto con Plácido Domingo que cuando está Lucia de Lamermoor con un cantante menos conocido. El retorno es incalculable, una vuelta achacable a muchos factores relativos, y las «subvenciones» por las que clama el antitaurinismo no son nada más que una amalgama de confusión en un intento de «embarrar» el ruedo o el verdor de las dehesas que el Gobierno, en la figura de Urtasun, ministro de Cultura, con especial señalamiento, está obligado no solo a «respetar», sino también a «promover» hasta que una nueva ley diga lo contrario.
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