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29 de abril de 2024

Ernest Urtasun durante la rueda de prensa ofrecida el lunes en Madrid como portavoz de Sumar

Ernest Urtasun durante la rueda de prensa ofrecida el lunes en Madrid como portavoz de SumarEFE

Urtasun en busca del colonialismo perdido

A vueltas con la «cultura colonial», el Ministerio de Cultura español sigue obcecado en buscar ejemplos y justificaciones que le igualen a las otras carteras europeas, enrocadas en la descolonización

El ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, quiere ser uno de los primeros ministros descolonizadores europeos. Lo malo es que se ha encontrado con que España nunca hizo colonias. Y si España nunca hizo colonias es imposible descolonizar y ser un descolonizador. Pero como si de don Erre que Erre se tratara, continúa buscando cualquier resquicio ahistórico que le permita decir que su descolonización es un hecho.

La cultura colonial se desarrolla tras la introducción de las formas culturales del colonizador

Es el enésimo ejemplo de la ideologización como (único) recurso de un ministro sectario, sin que «sectario», en este caso, sea ningún tipo de afrenta, sino el sentido de partidista, doctrinario o fanático del DRAE. Urtasun y sus ministeriales han buscado y rebuscado por los museos españoles y al parecer solo han encontrado «vestigios» de colonialismo en el Museo de América y en el Museo Arqueológico Nacional.
Preguntado en el Congreso sobre qué es «cultura colonial», el ministro respondió que «se entiende por cultura colonial el conjunto de manifestaciones culturales que se producen en una comunidad bajo la presencia de otro grupo humano foráneo que ejerce una posición dominante», y añadió que «en las sucesivas colonizaciones que se han producido desde la antigüedad, la cultura colonial se desarrolla tras la introducción de las formas culturales del colonizador, que vienen a modificar las manifestaciones que hasta ese momento eran características de las comunidades originarias».

Batiburrillo «colonial»

Por complicar un poco más la respuesta, Urtasun volvió a añadir que «este fenómeno afecta, de manera sustancial, a procesos económicos, sociales y culturales, más allá del término que cada Estado colonial utiliza al denominar la estructura administrativa de los territorios colonizados». Es decir, la demagogia teórica en el lenguaje habitual del sectarismo, en el sentido de adoctrinamiento y fanatismo, típico del ministro.
Una vez lanzada la red de pesca en estos términos, donde todo cabe, Urtasun tiró la caña (más precisa) diciendo que «son numerosos los ejemplos de cultura colonial que se conservan en las colecciones de los museos españoles», especificando que en la Edad Antigua sobresalen «los ejemplos artísticos del arte íbero que tuvo una importante influencia de pueblos colonizadores del Mediterráneo Occidental, hasta la llegada del Imperio Romano y la total imposición de sus formas culturales». El batiburrillo del ministerio para justificar su «política cultural» es sobresaliente.

La imposición de los modelos culturales europeos frente a las manifestaciones artísticas que venían produciendo las diferentes comunidades que poblaban los territorios que se fueron conquistando

¿Va a devolver quizá a los iberos la Dama de Elche? En realidad es un chiste sin eufemismos, como la afirmación «La imposición de los modelos culturales europeos frente a las manifestaciones artísticas que venían produciendo las diferentes comunidades que poblaban los territorios que se fueron conquistando». Es el lenguaje «decolonial», donde todo lo que se conoce tiene un aspecto ideológico, donde todo debe de ser restituido desde el absurdo, donde todo es colonialismo, por ejemplo, porque se ha elaborado una teoría ideológica y ahistórica que sirve para todo lo que quieren que sirva.
Incluso para decir que «los lenguajes artísticos europeos se van imponiendo en las diferentes disciplinas artísticas, sucediéndose en el tiempo los estilos que se iban imponiendo en la metrópoli: Renacimiento, Barroco, Rococó...». ¿Está diciendo que la mera evolución del arte es imposición? Con estos argumentos toca discernir lo que es imposible y quieren que sea imposible. Reducir la Historia y el sentido común a la consigna que es lo que hace el revisionismo parece el único objetivo del disparate del ministro, empeñado en encontrar, aunque nunca haya existido, el colonialismo perdido.
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