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29 de abril de 2024

Greta Thunberg el pasado 2 de febrero en Londres

Greta Thunberg el pasado 2 de febrero en LondresGTRES

Greta Thunberg equipara el comportamiento humano a las compañías petrolíferas en su manifiesto ecologista

La famosa niña activista, que ya es una mujer de 21 años, publica El libro del clima, el manual definitivamente parcial de 400 páginas sobre su lucha por el medioambiente

Greta Thunberg, la niña activista a la que se le retorcía el gesto ante las cámaras por la simple cercanía de Donald Trump, como si en vez de una persona fuera un combustible fósil, ya tiene 21 años (mayor de edad en todo el mundo) y casi se diría que para celebrarlo va a publicar El libro del clima, un título categórico, como si fuera el único libro sobre el tema, o el definitivo. La Biblia del cambio climático. Una visión personal y teórica sobre una historia, guiada por decenas de expertos defensores de los mismos postulados que se ha visto defender a la Greta de siempre en las calles y en las televisiones del mundo desde su Suecia natal a lo largo de los años.
400 páginas de ensayos breves de científicos, activistas climáticos (como la propia Thunberg), incluso escritores como Margaret Atwood, la autora del mundo distópico de El cuento de la criada, con consejos prácticos y científicamente (por unos científicos, no todos) fundamentados para frenar, por ejemplo, certezas absolutas como el calentamiento global. Multitud de estudios, la mayoría, dicen los expertos, avalan dicho calentamiento y la influencia que en él tiene el hombre.

Certeza o disparate

En El libro del clima, con Thunberg a los mandos, se dice que tanta responsabilidad tiene el hombre en el medioambiente con sus acciones comunes como el efecto de la actividad de las compañías petroleras. Entre los expertos del manual no está (como no están otros muchos), por ejemplo, María Teresa Estevan, Premio Mundial de Ingeniería, quien considera todo lo que rodea al cambio climático «un disparate».
Greta Thunberg es una joven activista sin estudios de 21 años y María Teresa Estevan fue presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear, de la Comisión Nacional de la Energía, del Consejo Superior de Industria y Energía, y también decana del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid. La primera alecciona a la humanidad con vehemencia desde sus púlpitos multitudinarios (y ahora en su libro) y la segunda afirma en tono quedo desde sus pequeños auditorios que «siempre hemos tenido cambio climático, desde que el planeta Tierra existe».

Negacionistas y escépticos

«Hemos tenido periodos cálidos y glaciaciones y ahora atravesamos un periodo en el que se produce un pequeño calentamiento, pero muy leve», y añade: «Pensar que el hombre tiene capacidad de influencia sobre la evolución climática de la Tierra es ingenuo y, a la vez, desastroso».
¿Cómo es posible la coexistencia del catastrofismo novelescamente (Margaret Atwood es una de las participantes) científico de El libro del clima y a la vez la silenciosa opinión de un experta contrastada cuya voz no trasciende? Hay una diferencia importante entre el negacionista y el escéptico. Normalmente todo aquel que no se sitúa al lado del activismo es un negacionista para los activistas, sin distinción. Sin embargo, el científico ha de ser siempre escéptico para alcanzar las evidencias.
No hay negacionistas en El libro del clima, pero tampoco hay escépticos. Y esto es quizá lo peor. La ausencia de debate (y El libro del clima es solamente una afirmación global que parte de una certeza para algunos, no para otros) ante el concepto. La obra está dividida en cinco partes: Cómo funciona el clima, Cómo está cambiando nuestro planeta, Cómo nos afecta, Qué hemos hecho al respecto y Qué debemos hacer ahora, epígrafes o directamente títulos que son afirmaciones, un manual científico. Casi «evangelios» de fe en una de las nuevas «religiones» del mundo, de la que Thunberg ha sido y es profeta.
Cubierta de El libro del clima (2024) de Greta Thunberg

Cubierta de El libro del clima (2024) de Greta Thunberg

¿Puede realmente existir un manual científico irrefutable o se pretende que exista un manual científico irrefutable con objetivos más allá del cuidado del planeta? El mismo libro da la respuesta: el cambio social. El señalamiento de la gente como responsable del desastre (o del disparate) La manipulación es fácil en un tema tan desconocido para el común de los hombres. Thunberg sentencia el fracaso de la humanidad: «¿Cómo podemos deshacer nuestros fracasos si no podemos admitir que hemos fracasado?»

El comportamiento humano culpable

Una vez expuesto de manera dramática el peligro que otros, una minoría (u otra mayoría silenciosa) no ven, se añaden las soluciones, las consignas: no son los Estados los que contaminan, sino los hombres, el comportamiento humano. Ahí está el inaudito señalamiento a la gente, impresionada quién sabe si por la exageración y el miedo de los datos que le muestran en una sola dirección sin contraste. Se insiste en la idea del consenso en las verdades científicas, probadas, que ni siquiera existen en el currículo de los científicos coautores de El libro del clima. Por ejemplo, el reputado Michael Oppenheimer, quien predijo en un libro que el debate sobre el cambio climático se acabaría en 1998 después de producirse un pequeño apocalipsis que detalló y que no se produjo en 1998, ni todavía se ha producido en 2024.
Se afirma en El libro del clima que «la contabilidad oficial del cambio climático es engañosa». Los mismos que hablan de teorías conspirativas y dan como ciertos sus propios informes, dan como mentirosos los informes oficiales que en otros casos sí son fiables, según se vea. El libro del clima es negacionista del debate en su ambición de código, de libro pseudo religioso.
Como una «religión» o como una «fe» trata de ir ganando adeptos a la causa. Se afirma que porcentajes enormes de la población mundial están seriamente preocupados en su vida diaria por el cambio climático para atraer a más porcentajes. ¿Es este un dato oficial verdadero o falso? Esta dicotomía es el quid que se pretende hurtar en el códice camuflado de mesa redonda para que cada cual saque su propia conclusión, cuando solo se persigue que se saque una, donde se pide que se coloque la preocupación y la acción por el clima como una prioridad, por ejemplo, «a la altura del gasto en defensa».
El libro no «antisistema» como se presenta sin presentarse, sino «prosistema», que habla de un «sistema destructor de la Tierra» y mezcla la «justicia social» con la «sostenibilidad ambiental»: el cambio social perseguido que subyace, si no sobresale, en el libro de la ex niña prodigio del activismo climático.
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