Se ha celebrado este domingo en Madrid un acto «por la legitimidad democrática, el respeto y la convivencia», según sus organizadores y participantes: «el mundo de la cultura». Hay una carta, un manifiesto, que explica las razones de la misma carta y del acto. Una carta y un acto en defensa de la carta y el acto de Pedro Sánchez.
Al espectáculo de la misiva y del comportamiento de los miembros del Gobierno y del PSOE, se suma después y ahora el espectáculo de la misiva y del comportamiento de los acólitos de «la cultura» habituales con frases como las siguientes:
«La cultura del odio, el impudor y la mentira ponen en peligro la convivencia democrática». La mentira, hablan de la mentira (y del odio y del impudor) para defender al maestro de la mentira (y del odio y del impudor). Habla «la cultura» de «formas de sentimiento irracionales que desplazan las opiniones hacia la desinformación, el bulo y las palabras crispadas», no cabía mejor definición de la acción del Gobierno y de Sánchez, que sin embargo se la achacan a quienes les molesta. No dudan en admitir que estos comportamientos hacen perder «las razones de la legitimidad», mientras legitiman y defienden a quien realiza estos comportamientos.
En la línea de la consigna del presidente aducen que «sectores políticos no aceptan los resultados electorales» que «debido a su rabia» asumen comportamientos «fuera de los usos democáticos». Hablan de «sospechas sin fundamento» cuando se refieren a una investigación judicial en marcha, violando así todas las normas del comportamiento democrático.
Dicen que se «le da la vuelta al sentido de la democracia» y se atreven a defender una «justicia independiente» justo después de decir que la investigación en marcha por esa justicia son «sospechas sin fundamento». Por estas razones han convocado el acto de este domingo, «porque no todo vale», en el delirio y el culmen de la manipulación, en un acto para la «meditación pública sobre el humanismo y la política».
Aldous Huxley dijo solo unos pocos años después de la publicación de Un Mundo Feliz que se había quedado corto con sus invenciones distópicas. Hoy, camino de un siglo de la aparición de la novela es posible que Huxley se esté dando la vuelta allí donde esté, como dice «la cultura» española que otros, no ellos ni Sánchez, le están dando la vuelta a la democracia.
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