El escritor inglés Charles Dickens
Cinco ejemplos de buenos comienzos de novelas que atrapan al lector
Obras como Historia de dos ciudades, Ana Karenina, El Hobbit, La familia de Pascual Duarte o Scaramouche se caracterizan por destacar esa primera frase que engancha
En la literatura, y en la vida, los comienzos buenos importan. Unas pocas palabras, una simple frase, puede hacer que el lector, o el oyente, se quede hasta el final de la historia porque se ha logrado atrapar su atención. El inicio de un libro no es solo el primer ladrillo de una novela, sino su carta de presentación.
Hay frases inolvidables. Todo el mundo conoce, irónicamente, el lugar de La Mancha del que no quería acordarse Cervantes para situar El Quijote o cómo el padre del coronel Aureliano Buendía llevó a su hijo a conocer el hielo por primera vez en su infancia en Macondo.
Estos comienzos se quedan para siempre con el lector, al igual que el resto de las historias. La literatura está plagada de estos arranques indelebles, de umbrales a universos decorados con gusto y primor, con elegancia. En algunos casos, la clave de la belleza está en la riqueza estilística y, en otros, en la concisión.
Estos son cinco ejemplos de comienzos inolvidables que nos han dejado libros de toda clase y condición a lo largo de la historia de la literatura.
1. Historia de dos ciudades, de Charles Dickens
«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación».
Dickens firmó, en Historia de dos ciudades, uno de los mejores arranques de la historia de la literatura. Sintetizó la yuxtaposición perfecta: luz y oscuridad, el bien y el mal, en la turbulenta Europa de finales del siglo XVIII.
2. Ana Karénina, de León Tolstói
«Todas las familias felices se parecen; cada familia infeliz lo es a su manera». Y la de Ana Karénina era muy infeliz, y la aventura amorosa extramatrimonial que cuenta Tolstói aquí no iba a acabar bien.
Una de las grandes tragedias amorosas de todos los tiempos y obra fundamental de la literatura romántica universal. Todo un clásico.
3. El Hobbit, de J. R. R. Tolkien
«En un agujero en el suelo vivía un hobbit». Así de sencillo, de conciso, y, al mismo tiempo, de complejo. Con esta frase simple, Tolkien inició todo un universo que ha dado al mundo uno de los mundos de fantasía más ricos y homenajeados de la historia de la literatura.
Aquí conocemos por primera vez a personajes clásicos de la Tierra Media como Bilbo Bolsón y Gandalf. Un cuento infantil con un gran mensaje para los adultos.
4. La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela
«Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo». El ganador del Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela nos entregó una de sus obras más conocidas, con uno de los mejores comienzos que han dado las letras españolas del último siglo.
El también autor de La colmena abría su novela con la misiva de disculpa del protagonista a su familia.
5. Scaramouche, de Rafael Sabatini
«Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio». La novela histórica de Sabatini quizá haya pasado desapercibida por otros grandes nombres de la literatura, pero su inicio tiene una contundencia dramática como pocos.
En apenas dos frases, el autor inglés de origen italiano presentaba todos los matices que escondía su personaje.