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Fotografía de Antonio Maura en 1917

Fotografía de Antonio Maura en 1917GTRES

Reivindican a Antonio Maura como hombre de Estado frente a algunos políticos actuales que no aman España

La figura de Antonio Maura está siendo objeto de debate en un curso de verano celebrado por la UIMP en el Palacio de la Magdalena de Santander

En un momento en el que las instituciones españolas están sufriendo una enorme erosión como resultado del ejercicio frentista de la política, tal vez sea una obligación «rescatar del olvido a una figura tan relevante de nuestra historia en una fecha tan importante como el centenario de su fallecimiento como la de don Antonio Maura».

Así lo cree Elena García Botín, presidenta de la Asociación Cultural Plaza Porticada, durante la sesión de apertura del curso de verano ‘La memoria académica de Antonio Maura’, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y celebrado en el Palacio de la Magdalena de Santander.

El curso se celebra con motivo del centenario del fallecimiento de Antonio Maura, pieza política clave de la Restauración que ejerció en varias ocasiones la presidencia del Consejo de Ministros durante el reinado de Alfonso XIII.

La Universidad Internacional Menéndez Pelayo organiza este curso junto con la Asociación Cultural Plaza Porticada y el patrocinio de la Fundación Antonio Maura y el Grupo Pérez y Cía.

El curso lo dirige dirigido el exdirector de la RAE, Darío Villanueva. No en vano, Antonio Maura dirigió también la Real Academia Española, así como la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, además de pertenecer a la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas y a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Sesión de apertura del curso

Apertura del curso. De izquierda a derecha Elena García Botín, Matilde Carlón, Isabel Urrutia y Darío VillanuevaEl Debate

Fue Maura, por lo tanto, además de un actor sobresaliente de la política española de finales del siglo XIX y principios del XX, un actor esencial de las leyes, las artes y la cultura española.

Así lo destacaron los participantes en el curso, entre los que está Isabel Urrutia, consejera de Presidencia, Justicia, Seguridad y Simplificación Administrativa del Gobierno de Cantabria.

Un hombre de Estado

La consejera subrayó que Antonio Maura fue «una de las personas más influyentes del siglo XIX y principios del XX» en España.

Insistió en destacar «esa faceta de don Antonio Maura tanto de proximidad como de servicio público, primero como abogado, después como político y en el ámbito de la cultura y la vida académica. Un hombre que dedicó su vida al servicio público, al servicio de los demás».

«Fue un personaje sobresaliente de la Restauración Española, cuyos convencimientos y acciones se echan de menos ahora en la política española», hizo hincapié.

En ese sentido, aseguró que «fue un hombre de Estado que defendió a España como nadie, y vemos que ahora no es la tónica común que haya hombres de Estado, sino que hay políticos que no quieren al Estado y otros que permiten que los que no quieren al Estado nos gobiernen. Esa es la situación que tenemos ahora que, si don Antonio Maura lo viera no sé lo que diría ni lo que pensaría».

Asimismo, recordó que «Maura sufrió también las consecuencias del terrorismo en sus propias carnes, las dos veces en Barcelona: la primera en 1904 y la segunda el 22 de julio de 1910, precisamente después de que el líder del Partido Socialista en aquellos tiempos, Pablo Iglesias, afirmase que había llegado a considerar el atentado para que el señor Maura no volviera a gobernar».

Maura y Santander

Elena García Botín, al hablar sobre la trascendencia de Maura en la política de la Restauración, destacó que «don Antonio Maura fue uno de los grandes estadistas del reinado de Alfonso XIII, y el primero en tener la visión democrática de crear las fuerzas políticas a partir de los movimientos de masas y no de los despachos, pero siempre con absoluta lealtad al Rey a pesar de los desencuentros que pudieran tener».

Sobre su vínculo con Santander recordó que «don Antonio Maura era mallorquín, pero él fue el que creó el vínculo de la familia Maura con Santander. Se compró una casa aquí, en el Sardinero, donde veraneó de 1886 a 1905, cuando decidió volver a veranear en Mallorca».

«En 1912 volvió a veranear en Santander y, coincidiendo con el verano de la familia real en este Palacio de la Magdalena en 1913, don Antonio Maura se instalan a pasar el estío en Solorzano, como seguirá haciendo su familia después de su muerte en 1925».

Por otro lado, «fue con el ‘Largo Gobierno’ de Antonio Maura, en 1908, cuando se desafectaron los terrenos de la península de la Magdalena, que eran del Ministerio de la Marina y se trasladaron en su titularidad al Ayuntamiento de Santander para que promoviera la construcción de este palacio».

La aportación de Maura a la lengua

Por su parte, el exdirector de la RAE y director del curso, Darío Villanueva, también situó a Maura como «una figura enorme de la historia española».

Darío Villanueva explicó que «el empeño del jurista y político Maura fue absoluto en cuanto a potenciar al máximo el cometido esencial de la RAE, propiamente lingüístico, tanto en lo tocante a la lexicografía como a la gramática».

De hecho, es a Maura a quien se le debe una de las aportaciones al Diccionario que más visibilidad tiene: «A nuestra Academia se la conoce como ‘de la lengua’, pero su nombre real es Real Academia Española, pero está bien que se diga ‘de la Lengua’ porque a eso es a lo que nos dedicamos. Ya en 1914 se acordó el Plan General para la Redacción del Diccionario Histórica de la Lengua Castellana, en el que se sigue trabajando, pero lo que se materializó, bajo la dirección de Antonio Maura de la RAE, fue la publicación, un año después de su muerte, fue la XV edición del Diccionario de la Lengua Española, con anterioridad, desde la primera edición anual de 1780, el título de la obra rezaba ‘de la Lengua Castellana’. Con Maura pasó a denominarse ‘de la Lengua Española’».

Asimismo, recordó que Maura ya criticó en su momento la marginación del español en lugares donde el nacionalismo lingüístico se había vuelto hegemónico en el ámbito de la política, un fenómeno similar al que se padece hoy en comunidades autónomas como la catalana. Una crítica que le valió el ataque furibundo de los nacionalistas, sobre todo, catalanes.

También destacó la «activa y genuina implicación de Antonio Maura en una de las orientaciones de la Restauración: el consenso en lo tocante a los asuntos fundamentales y la consideración de los opositores como meros adversarios y no como enemigos. Talante que demostró cuando en 1886 hubo de enfrentarse desde la bancada liberada con el republicano Gumersindo de Azcárate, calificándolo de ‘mi esclarecido maestro ayer, adversario hoy, y entrañable amigo siempre’».

Finalmente, Darío Villanueva cerró su intervención preguntándose cuál sería el comentario de Antonio Maura –quien como académico y parlamentario siempre dio a la oratoria un papel central– hoy «después de una sesión del Congreso de los Diputados o del Senado en la que, al margen de su mayor o menor talento para la elocuencia, y su conocimiento más amplio o más reducido de las técnicas retóricas, nuestros representantes repiten una y otra vez frases (más que ideas) tomadas directamente de los argumentarios que sus partidos les han pasado por correo electrónico o incluso por wasap desde los departamentos de comunicación correspondientes».

Alfonso XIII le llamaba de usted

Por su parte, el historiador y miembro de la Real Academia de la Historia, Juan Pablo Fusi, Repasó la deriva histórica de la derecha española desde el papel de Cánovas, Silvela y Maura en la Restauración, para lo cual se sirvió de dos obras antagónicas, una publicada en 1986 y otra en 1987: ‘Las derechas españolas en el siglo XX. Autoritarismo, fascismo y golpismo’, de Paul Preston, y ‘Las derechas sin remedio. De la revisión de Jovellanos al martirio de Fraga’, de Ricardo de la Cierva.

Sin embargo, comenzó su intervención con un detalle anecdótico, y es que «Antonio Maura fue el único político al que Alfonso XIII llamaba de usted: le llamaba don Antonio».

Durante su intervención, Juan Pablo Fusi se mostró crítico con la desmemoria que la derecha actual muestra hacia sus referentes históricos, y subrayó que «es necesario volver a la memoria de estas figuras de la derecha española porque incluso el Partido Popular hoy habla bastante poco de Cánovas, Silvela y Maura».

«En Cánovas, Silvela y Maura la derecha tuvo tres de los mayores políticos, y para mí los más sustantivos, del largo y determinante período que va de 1876 a 1923», insistió.

En cuanto a Antonio Maura, destacó que uno de sus principales legados fue la reforma de la administración local y regional. «La idea en Maura es que no funciona un Estado sin una administración. Tener una administración honesta, limpia y bien engrasada que responda a preocupaciones y obligaciones de un gobierno».

Un hombre humilde

También intervino en el curso el miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España y catedrático de la Universidad CEU San Pablo, Juan Carlos Domínguez Nafría, quien reflexionó sobre la labor de Maura en su presidencia de la Academia de Jurisprudencia y Legislación.

Señaló que «Antonio Maura fue un hombre humilde que mostraba su humildad. Tenía hambre de conocimiento, pero en sus gestos, en su día a día, fue bastante humilde».

Explicó que «desde muy joven se convirtió en uno de los mejores abogados de Madrid y su éxito profesional le condujo a la política. Algo nada extraño, pues el liberalismo decimonónico había establecido una nítida colaboración entre la política y el derecho. Sin embargo, no entró en política por ambición personal, sino por responsabilidad, iniciándose en la actividad pública como diputado elegido en 20 ocasiones, todas ellas por la circunscripción de Palma de Mallorca».

Además, «Antonio Maura siempre estuvo en el centro de la política. Porque cuando no presidía el Consejo de Ministros, se esperaba que pronto lo hiciera, incluso cuando el no quiere hacerlo, cuando quiere retirarse de la política».

Sobre la amenaza de Pablo Iglesias, también citada por la consejera Isabel Urrutia al comienzo del curso, señaló que mostraba cómo «la violencia política y el magnicidio en España y en el resto de Europa estaba al orden del día. Formaba parte de una manera de ver y entender la política».

Un pintor de vocación

La última intervención de la mañana corrió a cargo de Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, vicedirector de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y presidente del patronato del Instituto Valencia de Don Juan.

Reflexionó sobre la visión conservadora del patrimonio histórico y artístico en España en la época de Maura y su faceta artística.

Destacó que Maura no solo fue un amante del arte, sino que fue un «acuarelista, más que un aficionado, un acuarelista, un pintor de vocación que no acaba de desarrollar porque al final su vida se diversifica entre la abogacía, el mundo jurídico y la política y las cuestiones de Estado. Pero Maura, artísticamente, siempre fue un pintor muy dotado».

«Maura es de los pocos políticos españoles que tienen un interés cultural que va más allá de su acción de gobierno. Es decir, es probablemente de formación, curiosidad, inquietud, y de relaciones personales e intelectuales», aseguró.

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